En primer lugar, felicitar a los autores del artículo por el encomiable esfuerzo en la realización de este trabajo1. Es especialmente reseñable el hecho de realizar un estudio multicéntrico en el que participan servicios de Angiología y Cirugía Vascular, representativos de gran parte de la geografía española; este tipo de iniciativas permitirán un más amplio conocimiento de las particularidades de las enfermedades vasculares en la población de nuestro medio, ya que la mayoría de los trabajos de nuestra especialidad provienen del mundo anglosajón.
Entrando en la materia del artículo, la anemia es un marcador de mal pronóstico, reconocido en múltiples situaciones clínicas, tales como la insuficiencia cardiaca2, la cirugía en general3,4 y la cardiaca en particular5. En el campo de la cirugía vascular electiva6, también se ha asociado a peores resultados, y asimismo la anemia preoperatoria también se ha relacionado con complicaciones de la herida quirúrgica7 y con una menor permeabilidad del injerto8.
Las conclusiones a las que llega el artículo, correlacionan la anemia preoperatoria con una mayor estancia media, y la cronicidad de dicha anemia (anemia en los 3 meses anteriores) con mayores complicaciones postoperatorias. Además, los autores del trabajo remarcan el valor de mal pronóstico que conlleva la presencia de anemia, especialmente en el grupo de pacientes con isquemia crítica; este aspecto está en consonancia con el hecho de que las escalas de riesgo PREVENT III9 y ERICVA10, desarrollada recientemente por nuestro grupo, incluyan la anemia como ítem de dichos modelos de riesgo.
Ahora bien, una vez establecido el valor pronóstico de la anemia, cabe plantearse el sentido práctico de dicha observación. No parece que la simple normalización de la cifra de hemoglobina mediante transfusión sea suficiente para mejorar el pronóstico, ya que la anemia es probablemente una manifestación más del mal estado general de estos pacientes; no obstante, ello no es óbice para la corrección de la anemia según las pautas clínicas establecidas con carácter general.
Uno de los detalles que se echa de menos en el artículo es la evaluación de la mortalidad postoperatoria y su correlación con la anemia, siendo esta una variable relativamente fácil de registrar (por lo menos la mortalidad a corto plazo o intrahospitalaria) en el contexto de un diseño metodológico de esta envergadura; confiamos que en breve los autores aborden dicho punto en un nuevo trabajo.
Finalmente, deseamos que siguiendo el fruto de esta colaboración entre distintos servicios de la geografía española, continúen surgiendo iniciativas que permitan el desarrollo de la investigación clínica de la especialidad en nuestro medio.