«Todos pueden superar sus circunstancias y alcanzar el éxito si están dedicados y apasionados por lo que hacen». El amigo, compañero y colega que nos dejó hace unas fechas hizo realidad este pensamiento de Nelson Mandela mejor que ninguna otra persona. Los más veteranos de nuestra especialidad recordarán a José Alemany. Año tras año regresaba a la reunión anual de nuestra Sociedad de Angiología y Cirugía Vascular, y lo hizo fielmente desde los años 60, cuando todavía eran Jornadas Angiológicas Nacionales. Siempre nos aportaba algo nuevo y gracias a él teníamos conciencia de otras formas de trabajar y de la existencia de otras escalas de trabajo. Siempre nos transmitía humildemente lo que un médico español conseguía en la metódica y disciplinaria medicina alemana. José solía presentar comunicaciones con unas cifras apabullantes: 300 aortas en un año…. Pocos, le tachaban de presuntuoso, pero lo que decía era cierto y nunca se dio por aludido prefiriendo enarbolar la bandera de un humilde pionero orgulloso de su país; abriendo caminos que ahora deben seguir nuestros jóvenes más preparados. Porque la historia del Dr. Alemany es al final una historia de enorme voluntad, capacidad de trabajo y tesón.
El cuarto de 12 hermanos, nació por casualidad en Gijón, en 1935, hijo de farmacéutico y de una de las primeras farmacéuticas españolas. Pasó su infancia en Ciudad Real, tierra manchega que llevaría siempre en su corazón. Estudioso desde niño, su hermano mayor contaba cómo conseguía leer debajo de las sábanas cuando apagaban la luz, para seguir estudiando. Inquieto y despierto, consiguió realizar 2 cursos en un año en el Colegio de los Marianistas. La licenciatura de Medicina la obtuvo en Madrid y fue allí cuando, siendo interno de la cátedra del profesor Martín Lagos, llegó a la Universidad una oferta de trabajo para los hospitales alemanes de la mutua minera Knappschaft. Su jefe, que ya había tenido una experiencia germana de ampliación de estudios de medicina y que, indudablemente, marcaría su actitud como cirujano durante toda su vida, le animó a aceptarla y así llegó junto con otros 25 médicos a Bottrop en 1960.
Inicialmente, trabajó en el Servicio de Cirugía General, donde desde el principio mostró especial interés por las técnicas de Cirugía Vascular. En 1965 hizo su primer bypass y 2 años más tarde consiguió la especialidad de Cirugía y el doctorado en la Universidad de Düsseldorf.
Fue por entonces cuando conoció a Elisabeth Fessl, su compañera y principal apoyo durante toda su vida, con quien se casó en 1964. Fueron los años difíciles, en los que su corazón le pedía volver a su patria, encontrando para ello las dificultades de la distancia y el desarraigo. En 1972 abandonada la idea de regreso, sueña y se apasiona con la incipiente cirugía vascular y en 1975 se crea en su hospital, regalo del destino, una Sección de Cirugía Vascular. Su destacado trabajo en esta sección hizo que en 1978 la junta directiva del Knappschafts le ofreciese ser jefe del primer Servicio de Cirugía Vascular y Angiología de toda Alemania independiente de cirugía general. Responsabilidad enorme que sirvió a José Alemany como acicate para su trabajo.
A partir de entonces, su actividad asistencial y científica en cirugía vascular fue incansable. Tuvo numerosas líneas de trabajo: la interrupción y los filtros de cava, el tratamiento quirúrgico de las trombosis venosas, la revascularización hipogástrica en la cirugía aorto-iliaca, los bypases mixtos y el uso de la vena femoral superficial como injerto. Atento a los avances técnicos, los incorporaba a su trabajo, interesado por aportar su propia opinión. Los que le vimos operar diríamos que era un cirujano que inspiraba sosiego, seguridad; con sagacidad y destreza era capaz de resolver, por su formación, todas las vicisitudes de una intervención. Sus grandes manos se volvían eficacia y delicadeza en el campo quirúrgico. En su última etapa también incorporó las técnicas endovasculares a su cartera de servicios.
Escribió más de 150 trabajos científicos y numerosas comunicaciones, algunas presentadas directamente en nuestra sociedad. Fue miembro de las sociedades de la especialidad en Alemania, España y Hungría. Desde 1996 hasta 2002, fue presidente del International College of Angiology, con sede en Nueva York.
En la corta distancia, José fue siempre amigo de sus amigos y por su casa, siempre abierta, pasaron no solo muchos compañeros españoles, que no me atrevo a nombrar por temor al olvido de alguno, sino destacados colegas de la especialidad, como Greenfield, Chang, Parodi… Fue un puente entre España-Alemania y el resto del mundo. Se jubiló en 2001 entre elogios de su hospital y reconocimiento de su ciudad: «El médico español de Bottrop los había prestigiado».
La última etapa de su vida estuvo marcada por una progresiva enfermedad que le robó la lucidez. Su mejor amigo en esos días fue, paradojas de la vida, un radiólogo, el jefe del Servicio de Radiología, el Dr. Seegelken, que supo ofrecerle su compañía en la oscura noche de la enfermedad. Enfermedad que le ganó la batalla el pasado 11 de enero, estando a su lado su querida Isabel, «Pintzi», pequeña en húngaro, como solía llamarla.
Por todo ello, permanecerá para siempre en nuestro recuerdo. Descanse en paz José Alemany.
