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Vol. 1. Núm. 2.
Páginas 357-374 (enero 2013)
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Reseña de libros
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Rebeca Barriga Villanueva
Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios
El Colegio de México
Ascensión Hernández Triviño. Instituto de Investigaciones Filológicas
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Historia y presente de la enseñanza del español en México es un rico volumen colectivo que gira alrededor de uno de los temas más álgidos de la historia educativa mexicana y, hoy por hoy, centro de agudas polémicas: la enseñanza del español en todos los niveles desde la educación preescolar hasta la licenciatura. El tema es de importancia medular por sus nexos con la política, el gobierno y la mal entendida “ciencia aplicada” y ha sido desdeñado y marginado dentro de la investigación, tanto lingüística como educativa. En este contexto, el presente libro llena un importante vacío y esto es ya un gran mérito. Gran mérito es también la temática que en él se toca, el estudio de la enseñanza del español en un tiempo largo, desde la segunda década del siglo xvi hasta el final del milenio, desde los catecismos coloniales hasta la gran reforma de 1993 cimentada en el prometedor Enfoque Funcional Comunicativo. Es un tiempo en el que se han sucedido cambios históricos muy profundos que los autores registran y explican para ubicar sus reflexiones sobre la enseñanza del español.

En sus páginas se tocan varios modelos, especialmente el normativo, basado en la gramática tradicional y de la Real Academia Española, el estructuralista, centrado básicamente en la forma en la que se organiza la lengua, y el comunicativo, que vuelve sus ojos al uso del lenguaje en contextos reales y relevantes para el hablante. Hay, además un espacio para las propuestas de reforma que hoy rigen, sobre todo la conocida con el título de “prácticas sociales del lenguaje”, cuyo corazón es la lengua escrita. Los autores, en sintonía notable, destacan cómo los diferentes enfoques han buscado el difícil equilibrio entre el conocimiento de la gramática, la estructura de la lengua y los rasgos más sobresalientes de la comunicación: intencionalidad y pertenencia significativas; reflejos entre la memoria y la creatividad y uso espontáneo y significativo de la lengua.

Pero sobre todo, el libro es un asedio continuo a la enseñanza del español, la lengua que nos pertenece y nos da identidad, aunque ha llegado a ser con frecuencia materia repudiada por aburrida y carente de significado. El libro trata este problema en todos los niveles de la enseñanza desde la primaria hasta la preparatoria y la Escuela Normal. Se analizan reformas y planes de estudio, programas, metodologías, materiales y caminos que se han seguido para evaluar resultados. Se habla de la capacitación de los maestros y se hace un estudio comparativo de la educación primaria en varios países del mundo. Por sus páginas transita la lengua en todas sus manifestaciones: la oral y la escrita, con las múltiples formas de expresión y reflexión. Pero lo más importante es una idea subyacente en muchos capítulos: la falta de amalgamiento entre lo que se dice y lo que se hace, a pesar de los enormes esfuerzos por hacer del español una lengua que se viva, que se recree y que se piense y no una materia que se aprende por obligación, por decreto o por embates de pugnas sindicales o ideológicas. Basta una lectura cuidadosa del libro para percibir en muchas de sus páginas una especie de sensación de fracaso o de incompletud, pues se evidencia que, a lo largo de la historia, pese a los logros e innovaciones teóricas, no se ha llegado a entender el valor prístino de la lengua materna. Un impresionante aparato crítico en consonancia con una extensa bibliografía en cada capítulo, avala esta situación.

El extenso contenido del libro está dividido en cuatro apartados: Educación Básica, Educación Media Superior, Educación Superior y Enseñanza de la lengua materna en otros países. En cada apartado se disponen varios capítulos sobre aspectos concretos de la enseñanza del español en el presente y en el pasado. Es decir, la mayoría de los capítulos tienen doble perspectiva: sincrónica y diacrónica. Los cuatro apartados van precedidos de un prólogo firmado por José G. Moreno de Alba. En él, el coordinador general de la obra ofrece razones para justificar el trabajo. Es un “Prólogo” breve y puntual intenso y gustoso de leer. Tal y como Moreno lo presenta, el libro es una respuesta a uno de los grandes debates nacionales, el de mejorar la calidad de la educación en México. En las palabras que Moreno utiliza para definir la educación actual se trasluce un panorama de desesperanza: “deficiente educación pública y privada”; “persistente estado de pobreza”; “falta de buena educación”; “subdesarrollo”; “bajo nivel de aprendizaje”; “manejo deficiente de las matemáticas, la escritura y la lectura”. “La escuela falla”.

Ante este panorama poco promisorio, en 2008, la unam se unió al gran debate sobre educación para “estudiar, analizar y evaluar la calidad de la enseñanza del español en México, y en la medida de lo posible presentar propuestas y sugerencias que la pudieran mejorar”. Tal estudio fue incluido en uno de sus megaproyectos: el relativo a Lenguaje, Comunicación e Identidad. La enseñanza del español en México. Una vez delimitado el tema, se organizó un grupo de trabajo formado por diecisiete investigadores que ahora ofrecen sus reflexiones y propuestas para el mejoramiento de la educación, presentada ésta como una de las causas del subdesarrollo. Otras reflexiones de Moreno nos adelantan el contenido del libro, amplio y abarcador, elaborado desde una doble perspectiva, diacrónica y sincrónica, pues para comprender el presente, dice él, es necesario conocer la evolución de los problemas a lo largo del pasado. Añade que, por la cantidad de los temas tratados y por la intensa revisión que de ellos se hace, esta obra es una contribución importante a la historia de la educación en nuestro país.

Con estas premisas, veamos brevemente los cuatro extensos apartados comenzando con el dedicado a Educación Básica. En él se incluyen cinco estudios que versan alrededor de la enseñanza primaria y secundaria en la época moderna, aunque bueno es señalar que el primero de ellos abarca un tiempo muy largo, pues parte del siglo xvi. Se debe a Gloria Estela Báez Pinal, y lleva por título “Del catecismo a los libros de texto gratuitos. Un panorama histórico de la enseñanza del español en la escuela primaria”. Es un estudio muy extenso, más de 170 páginas; de hecho, podría ser un libro. Pero, en este contexto, es la puerta que se abre a un horizonte dilatado y a un tiempo largo, de 1521 al tercer milenio. Es, pues, un buen cimiento donde edificar los muchos y variados capítulos que vienen después. Sin duda, este panorama constituye por sí mismo una valiosa historia de la educación en México y de su evolución a través de siglos con muchas propuestas y búsquedas de nuevos caminos hacia nuevas metas.

La autora maneja este largo tiempo con el método histórico por excelencia, el de periodizar; y lo hace en tres etapas: la Nueva España, el siglo xix y el México del siglo xx, que a su vez giran en torno a dos ejes: por una parte, los métodos de lectura y escritura, planes, programas de estudio, libros de textos; por la otra, los principios teóricos y metodológicos que sirven de sustento al primer eje. El periodo correspondiente a la Nueva España es tratado con bastante detalle, partiendo de la premisa de que la enseñanza era parte de la instrucción religiosa, como en Europa. Se destaca el impulso de la Evangelización en la creación de escuelas, al igual que el de la Reforma en la Europa protestante y describe las clases de escuelas, entre las que estaban las de segundas letras. Muestra cómo poco a poco surgen las primeras Ordenanzas en 1603 y se crea una red de escuelas laicas. Muestra también los métodos de enseñanza, desde las cartillas y catones en donde se aprendía “el deletreo”, hasta las nuevas ideas de los ilustrados contenidas en los silabarios, “el silabeo”. La escuela, describe la autora, fue una creación básica en la vida social novohispana.

En la Independencia se retoman las ideas de los ilustrados y se comienza a legislar. El cambio histórico implica un cambio en la enseñanza y se crea la Instrucción Pública con validez universal. El siglo xix fue un siglo de cambios y Gloria Báez los representa en un tiempo lineal, en el que se marcan fechas para las innovaciones en la lectura, la escritura y el conocimiento de la gramática: se consolida la enseñanza elemental obligatoria y laica; se crean las primeras escuelas rurales y se difunden las escuelas lanscanterianas; se crea una Junta Directiva de Instrucción Primaria y Secundaria en el Distrito Federal. Las fechas van acompañadas de nombres: José María Luis Mora, Valentín Gómez Farías, y, sobre todos ellos, Benito Juárez. Termina el periodo con las innovaciones de los positivistas y la introducción de teorías pedagógicas de fuera, en especial de Johann Pestalozzi.

Finalmente, la autora analiza el tercer periodo, nuestro siglo pasado, al que llama “México después de su revolución: de la enseñanza de la lengua nacional a la enseñanza del español”. No es el periodo más largo de los estudiados por ella, pero sí es el que contiene más cambios en la enseñanza, más caminos de búsquedas, más propuestas para enseñar más y mejor el español. De nuevo hay que periodizar, subdividir el siglo en etapas marcadas por leyes, planes de estudios, cambios en los libros de textos, formación de profesores. La autora escoge seis periodos y a través de ellos logra dar una visión amplia y profunda de lo que fue el siglo xx en la búsqueda de mejorar la educación: el periodo de José Vasconcelos, 1921-1924 en el que se da educación para lograr unidad, identidad. La escuela sale fuera de la escuela con las misiones culturales; se enriquecen los libros de textos, se crean bibliotecas, se organiza una cruzada nacional de alfabetización. “La mejor etapa educativa de México”, afirma Gloria Báez. Sigue la etapa de Calles en la que decae el vasconcelismo y se privilegia la economía. Después, un nuevo impulso: el Proyecto de Educación Socialista de Lázaro Cárdenas, 1934-1942, con el deseo, tantas veces repetido, de “crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo”. Cárdenas, además, comenzó a alfabetizar a los indígenas en su lengua materna con elaboración de cartillas. En la siguiente etapa “Proyecto de Unidad Nacional (1940-1958), con la gran figura de Jaime Torres Bodet se reestructura la escuela y se establecen ciclos en la enseñanza primaria. En la quinta etapa, se concreta en el Plan de Once años, 1959-1970, ideado por Torres Bodet. Ante el reto de la explosión demográfica que anulaba los logros de la alfabetización, se logra crear la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito. La sexta etapa, 1970-1993, es la de descentralización y modernización de la educación. Nuevos planes, nuevas metas y los nuevos textos de 1972, redactados con consultas a los profesores. Y ¡novedad!, en los libros de lengua española se cambia la gramática tradicional por la estructural. En este cambio, la autora descubre un interés de ampliar el estatus geopolítico de México en el concierto mundial, de trascender el nacionalismo, de modernizarse al máximo. Finalmente, en 1999, aparece una nueva serie de libros de textos, los de “tercera generación”. En el de español se cambian los objetivos y se busca que el alumno maneje habilidades comunicativas, la lengua oral en la que queda marcada “su variedad sociolectal y dialectal”.

En todas estas etapas, la autora ofrece conclusiones de interés y, a lo largo del capítulo, se recogen los planes de estudios y los títulos de los libros de textos en cuadros complementarios y de gran valor. Ante la variedad de propuestas, críticas y soluciones, casi siempre valiosas, Gloria Báez concluye que “el plan más moderno, la tecnología más avanzada, poco o nada servirán sin una verdadera formación de profesores de primaria, auténtico sustento de todo nuestro sistema de educación” (p. 146). En suma, este capítulo es una andadura larga, detallada, que nos permite visualizar casi cuatro siglos de historia de la enseñanza del español, con sus logros y fallas aunque siempre con un afán de superación.

El otro capítulo dedicado a la enseñanza primaria está firmado por Tatiana Sule Fernández y Karla Amozurrutia Fernández, y se intitula “Formación y capacitación de maestros, la mejor inversión. Enseñanza de la lengua española en la escuela primaria (1993- 2007)”. Tocan estas autoras un tema clave, la calidad de la formación de los que enseñan y, para ello, analizan, por una parte, los programas de la refoma educativa que se puso en práctica en 1993, con un gran contenido en el enfoque comunicativo, y por la otra el resultado de la encuesta que se aplicó a los maestros de ocho estados de la República. Los resultados son tan sorprendentes como paradójicos, pues presentan la compleja realidad de los maestros, quienes son conscientes de las dificultades de la capacitación: un 7% dice no haber sido capacitado; un 38% dice haber sido capacitado y un 46 % lo fue insuficientemente. La encuesta puso de relieve además el apego de los maestros al enfoque estructuralista, que en su momento fue denostado. Las autoras concluyen que es necesario dar una continuidad al método y teorías de la enseñanza, pues “sólo así puede asumirse el largo plazo del aprendizaje de los escolares” (p. 207).

Completan este apartado sobre Educación Básica tres capítulos más dedicados a la escuela secundaria; el primero de ellos se debe a Gloria Estela Báez Pinal y Alva Valentina Canizal Arévalo y trata de “El español en la escuela secundaria: un panorama histórico (1926-1993)”. A partir de un breve panorama histórico de la enseñanza secundaria desde su existencia como parte de una escuela general hasta llegar a formar un perfil propio y autónomo en 1925, después de un largo recorrido. Profundizan en este largo andar: el sistema lanscanteriano, las reformas de Antonio López de Santa Anna, la República restaurada y la educación socialista. Después de esta reflexión de índole histórica, se centran en la enseñanza del español en la secundaria del siglo xx, sus planes y programas de estudio, libros de texto, métodos pedagógicos y en las grandes reformas a partir de 1959. Concluyen destacando la necesidad de definir una clara política del lenguaje y una revitalización de planes de estudio y de funcionamiento de la escuela para motivar a los alumnos y evitar la deserción.

El segundo capítulo está firmado por David Ochoa Solís, María Teresa Ruiz García y Daniel Hurtado Guzmán y lleva por título “La enseñanza del español en la Educación Básica Secundaria: entre conocer la lengua y el enfoque comunicativo”. El objetivo de los autores es analizar el Plan y Programa de Estudios de 1993, en el que se orientó la enseñanza del español a un “enfoque comunicativo”, dando a la lengua un importante lugar en la escuela. En el análisis se parte de un amplio fundamento técnico de modelos existentes para leer y escribir y en él tiene gran importancia la selección de los textos utilizados como material de lectura. Los autores además incluyen una dimensión práctica, que consiste en una investigación de campo realizada en ocho zonas del país. Concluyen ellos que, por encima de todo, el mejor modelo es el de “ensayar, escribir borradores, revisar y editar” (p. 373), y que los estudiantes deben integrarse a una “comunidad textual”, es decir compartir textos. Consideran también, y dan sus razones, que es contradictorio el enfoque comunicativo en la enseñanza de la lengua y que en este modelo queda de lado la práctica de habilidades como comparar, razonar y analizar.

El tercer capítulo sobre la escuela secundaria dentro del apartado de Educación Básica se debe a Fernando Rodríguez Guerra, “La escuela secundaria y la enseñanza de la lengua en el último cuarto de siglo”. El autor se plantea el análisis de este ciclo de estudios desde un amplio contexto, desde un panorama educativo total, más allá de los planes de estudio, de los libros de texto, de la sep y del Sindicato de Maestros. Asimismo Rodríguez Guerra echa una amplia mirada en el tiempo a lo que fueron los estudios secundarios en el siglo xix. Este amplio contexto espacio-temporal le permite revisar a fondo las estructuras de los Planes de 1975 y 1993, su cobertura en el mundo del conocimiento y su eficiencia terminal. La crítica a ambos planes es clara y precisa y muestra las dificultades de aplicar las nuevas teorías estructuralistas, desconocidas para los maestros y con una difícil terminología. Los autores del Plan de 1975, dice “quisieron convertir una clase de lengua en una clase sobre la lengua”. Su conclusión es, sin embargo, positiva y llena de esperanza: las nuevas reformas de principios de este siglo, son un paso en firme hacia una “reconceptualización de la asignatura de español”, hacia un modelo de enseñanza para establecer competencias de prácticas sociales del lenguaje.

El segundo apartado del libro versa sobre Educación Media Superior y está constituido por tres capítulos, que juntos integran un tratado completo sobre el tema. El primero se debe a José G. Moreno de Alba y trata de “La enseñanza del español en la Escuela Nacional Preparatoria y en el Colegio de Ciencias y Humanidades (unam)”. El trabajo es amplio y abarca muchos puntos de interés para la enseñanza del español en cualquier centro de enseñanza de la lengua. Para entrar en materia, el autor ofrece un panorama histórico de las escuelas a partir del siglo xix, cuando se crean las secundarias en los antiguos colegios de religiosos, en especial el de San Ildefonso, antecedente de la Escuela Nacional Preparatoria. No menos importante es la historia de esta Escuela, de su creación en 1867, y de sus cambios en los ciclos escolares, pues a veces se incluyó la secundaria en sus planes de estudio. Respecto del lugar que en ella ha venido ocupando el estudio de la lengua española, que a partir de 1896 se llamó “lengua nacional”, Moreno de Alba ofrece una descripción, de las horas de gramática y de literatura que allí se daban, del uso de los textos de Andrés Bello y Rafael A. de la Peña, y, hay que resaltar, nos introduce en las clases y nos da una imagen vívida del aprendizaje que allí se lograba.

Muchos son los éxitos de la Escuela Nacional Preparatoria en la historia de la enseñanza en México que Moreno de Alba no duda en aceptar. Pero, como buen conocedor del valor de la gramática y de las dificultades de su enseñanza, hace también una crítica a algunos de los programas como el de Historia de la literatura de fines del siglo xx en el que se pueden leer frases tales como “La Generación del 98 y el predicado”, o “El modernismo y las funciones de los verboides”. En fin, sobre el programa actual afirma que “se concede gran elegancia a la lectura de textos” y que, si bien en apariencia hay muchas horas de lengua y literatura, 390, son más las destinadas a matemáticas, 450. Piensa que hay que valorar más el estudio de la gramática para la mejor redacción, ortografía y comprensión de textos, dado que “la comprensión es un proceso activo de la construcción del significado” (p. 442).

La última parte del ensayo de Moreno de Alba trata del colegio de Ciencias y Humanidades, organismo creado en 1971 para lograr un nuevo modelo de Bachillerato acorde con los tiempos. Destaca este autor que se estructuró alrededor de cuatro ejes: matemáticas; método científico–experimental; método histórico-social y dominio de la expresión oral. Fue un proyecto pionero, cuya meta era despertar la curiosidad y eliminar el enciclopedismo. Como en el caso de la secundaria, hay una detallada descripción de logros, pero también hay una crítica a la orientación de la enseñanza del español, pensada desde un enfoque comunicativo y alejado del conocimiento de las estructuras gramaticales.

Tanto la Escuela Nacional Preparatoria como los Colegios de Ciencias y Humanidades son instituciones clave en la enseñanza media superior mexicana, consideradas modelos y centros de inspiración de una forma de enseñar, pero no son las únicas instituciones importantes en su género. Hay otras más, de gran relevancia, que son objeto de atención en los dos ensayos que siguen, el de Ana Laura Rojas López y el de María Isabel Gracida y Pamela Vicenteño Bravo. El primero lleva por título “El nivel medio superior y la enseñanza de la lengua materna: revisión de su evolución durante el siglo xx”. La autora se propone revisar la educación media superior a fondo desde 1963, cuando se separó la secundaria de la preparatoria. Para ello hace un análisis de la naturaleza y los objetivos de los diferentes bachilleratos surgidos a fines del siglo pasado, que no son pocos: de los federales, estatales y hasta militares, así como de los dedicados a dar una formación tecnológica; examina los planes de estudio y las propuestas de los especialistas que laboran en ellas, la eficiencia terminal, e inclusive los congresos y reuniones que se han celebrado para intercambiar puntos de vista y redefinir objetivos. Punto importante del estudio es analizar el “Programa de 1988”, en el que se diseñó un “curriculum nacional” y dentro de éste la enseñanza de la lengua como factor de comunicación social y como instrumento para la comprensión de textos, además de la exposición oral y la capacidad de redacción. El ensayo de las tres autoras incluye además un “Anexo del Plan de Estudio del llamado Tronco Común” de estos centros de Bachillerato, en el que se da a conocer al lector la documentación sobre la que se basa el ensayo. La conclusión es que los muchos esfuerzos realizados permitieron una formación integral a los alumnos y un mejor estudio del español, aunque hay deficiencias a las que urge responder, como la formación de mejores docentes y unificar algunos planes.

María Isabel Gracida Suárez y Pamela Vicenteño Bravo exploran asimismo en los programas del Bachillerato buscando, dicen ellas, “sospechas fundadas en torno al ciclo escolar”. Para realizar la exploración, hacen un análisis de seis programas del bachillerato con objeto de constatar “la participación del profesorado y del estudiantado en la construcción, trasmisión y apropiación del conocimiento en aprendizajes concretos, en especial en el área de lengua”. Concluyen que en un mundo en el que los avances teóricos de la lingüística son sobresalientes, “los docentes y las instituciones educativas, no pueden seguir de espalda a una realidad que está llena de diversidad, de novedad, de retos”. Con un espíritu crítico apuestan por romper inercias, formar mejores docentes y cambiar modelos didácticos para propiciar un pensamiento crítico. En definitiva, es éste una llamada a enseñar a leer, a escribir y a hablar correctamente y a formar jóvenes analíticos y críticos. No es tarea fácil la que estas autoras proponen, pero sí es tarea pendiente que no puede faltar en un libro como éste, lleno de datos y de información pero también de reflexión y crítica.

El tercer apartado es el dedicado a Educación Superior, y consta de dos capítulos que versan sobre la Escuela Normal. El primero está firmado por María Eugenia Herrera Lima, “La Escuela Normal en México. Una visión diacrónica”. El estudio tiene una orientación esencialmente diacrónica y se centra en el surgimiento y consolidación de la Escuela Normal en el México Independiente con una breve alusión previa a la formación de maestros en la época novohispana. El trabajo es una descripción puntual y detallada de la historia de la Escuela Normal desde su origen en 1833, cuando el presidente Gómez Farías anunció la misión formadora de ciudadanos del Estado. A partir de ese momento se suceden las leyes y los decretos sobre educación que dan lugar a la consolidación de escuelas normales en la capital y en otras ciudades en la década de 1880. Señala las dificultades que se hubieron de superar en los diversos periodos del siglo xx, y las teorías y planes de estudio que a lo largo del siglo han ido dando vida a las Normales. Señala también los retos que la Normal enfrenta, ya que, lejos de ser un área prestigiada y respetada por la sociedad, la Escuela Normal está involucrada en problemas de sueldos, de titulación y capacitación; de ahí la continua revisión y propuestas de planes de estudio tocantes a la mejora del Magisterio. Este proceso culminó con la Reforma de 1996, con la cual se buscó un nuevo modelo de maestro, con habilidades específicas y competencias didácticas que le dieran un buen perfil profesional.

El segundo capítulo lleva por título “¿Cómo se ha interpretado el enfoque comunicativo y funcional en la enseñanza del español en las licenciaturas de la Normal?”, y está firmado por Araceli Ruiz Bastos, Bárbara Pedraza Castillejo y Georgina Ivet Fernández Ramírez. Este trabajo se centra en el análisis de los resultados de la investigación cuantitativa que se llevó a cabo en el Subsistema Nacional de Educación Normal acerca del estudio de la lengua a partir del plan de estudios elaborado con enfoque comunicativo. Para ello, las autoras se centran en el proceso de transformación de los planes y programas de la Licenciatura en Educación Primaria y Secundaria, analizan los propósitos educativos y las orientaciones didácticas y pedagógicas, y, finalmente, ofrecen sus propias reflexiones sobre los resultados. Concluyen que hay interpretación insuficiente del enfoque comunicativo funcional y que su práctica no refleja los objetivos buscados sino que más bien se vuelve a las prácticas normativas, a la concepción fragmentada y formalista de la enseñanza del español.

El cuarto y último apartado está dedicado a la Enseñanza de la lengua materna en otros países y contiene dos capítulos, ambos de Elizabeth Luna Traill y Rocío Mandujano Servín. En el primero de ellos, titulado “Estudio de algunos sistemas educativos en el contexto internacional”, las autoras presentan una evaluación del sistema educativo mexicano comparado con el de siete paises: Argentina, Cuba, España, Francia, Inglaterra, Finlandia y Corea. Parten del fenómeno de la globalización, “que ha cambiado nuestra manera de ver el mundo” (p. 621) y desde el nuevo contexto sociopolítico de la globalización analizan la enseñanza de la lengua materna a través de programas de estudio, objetivos, cursos de español, formas de financiación, becas y algo muy importante: la formación del personal docente y las instituciones para lograrlo. Tomando como modelo el Informe Pisa 2006, hacen un diagnóstico del sistema educativo mexicano del cual afirman que ha sufrido un deterioro educativo. Proponen nuevos caminos pedagógicos para mejorar la enseñanza de la lengua materna como el del socioconstructivismo y el enfoque comunicativo que pueden llevar a un aprendizaje más eficaz.

El segundo trabajo lleva el título de “Propuesta para la enseñanza del español en México”. Es una muestra retrospectiva de los esfuerzos que se han hecho para mejorar la enseñanza del español, incluyendo algunos proyectos ambiciosos con sus logros y fracasos. En él se guarda una conclusión: la de “proponer un camino para mejorar la enseñanza del español” (p. 681). La propuesta, de gran interés, parte de que la enseñanza de la lengua está dentro de la enseñanza de los conocimientos generales que se adquieren en la escuela, que no es una enseñanza aislada y que se basa en la función de seis factores: los profesores, los contenidos curriculares, la participación de la madre, la participación de la familia y la sociedad, la calidad de los centros escolares y las evaluaciones. La propuesta es sin duda muy completa y marca un camino con precisión y claridad, además de que cierra este libro lleno a su vez de propuestas nuevas y de críticas a vicios e ineficacias escolares.

Este material cumple su objetivo al describir un panorama amplio y generoso de la enseñanza del español a lo largo del tiempo y ofrece amplias veredas de investigación; deja abiertas también múltiples puertas a explicaciones sobre diversos fenómenos que se desprenden de la compleja situación que vive el español; llena un vacío importante y muestra que hay que seguir investigando en un amplio contexto de varias áreas del conocimiento; y, desde luego, invita a reflexionar sobre cómo motivar a los estudiantes para que se apasionen con el aprendizaje de la lengua, portadora de la palabra para designar todo lo que nos rodea y sus múltiples significados; ¿cómo hacerles saber que el español es su lengua, que con ella aman, piensan y transforman la realidad dándole un uso creativo?

En suma, el libro está redactado con sabiduría y espíritu crítico y en él se reconocen los logros, pero también las carencias; lo que se ha hecho y lo que falta por hacer. Dato importante es que los autores tienen muy en cuenta el contexto extralingüístico, es decir, la realidad social y cultural de México durante los últimos cinco siglos de su historia. Y, desde luego, conocen bien el devenir de las nuevas corrientes de la lingüística, que son muchas y que tienen mucha fuerza en el campo del pensamiento. Por el contenido, el método y la reflexión que en este texto se guarda, esta Historia y presente de la enseñanza del español en México es, a un tiempo, un trabajo académico de consulta y a la vez de fácil lectura para todos aquellos interesados en la enseñanza de la lengua española.

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