Introducción
La prevalencia de obesidad excede a 20% en el hemisferio occidental, siendo más elevada entre las mujeres en la mayoría de los países.1 La obesidad es un trastorno complejo que se acompaña de un estado crónico de estrés oxidativo,2 lo que podría explicar las comorbilidades asociadas al exceso de peso corporal.
La modificación oxidativa de la lipoproteína de baja densidad (LDL) tiene un rol fundamental dentro de la aterogénesis, debido a que la LDL oxidada (LDLox) es captada de forma incontrolada por macrófagos en la pared arterial, conduciendo a la formación de células espumosas y de placas ateromatosas.3 La LDLox no solamente es pro-aterogénica y pro-inflamatoria, también tiene carácter inmunogénico, provocando la generación de autoanticuerpos séricos (Anti LDL ox).4 Los anticuerpos anti LDLox se demuestran tanto en individuos sanos como en pacientes con enfermedad cardiovascular (EC ) y su función aún no está clara, generando controversia al atribuírseles propiedades aterogénicas así como también anti-aterogénicas.4
Se conoce relativamente poco sobre la biología de la LDLox; sin embargo, la obtención de anticuerpos monoclonales contra ésta ha permitido detectarla en circulación a través de inmunoensayo, considerándose un firme indicador del estrés oxidativo in vivo y marcador de aterosclerosis.5 Hasta el momento no se cuenta con datos amplios sobre una posible asociación de los niveles de LDLox circulante y de anti LDLox con las cifras de ácido úrico (AU) en sangre. El AU es un producto de desecho del metabolismo de los nucleótidos purínicos eliminado a través de la orina. Su aumento en sangre es una alteración metabólica frecuentemente observada en la población general,6 que en varios estudios se ha relacionado positivamente con el índice de masa corporal.7 Existe debate sobre el hecho de si las cifras altas de AU constituyen un marcador o un verdadero factor de riesgo cardiovascular independiente. Un meta-análisis reciente reveló que la hiperuricemia puede aumentar ligeramente el riesgo de eventos cardiovasculares, al margen de los factores de riesgo tradicionales para cardiopatía coronaria.8 Por otra parte, en grupos de pacientes con alto riesgo de EC , los estudios han mostrado una asociación independiente del AU sérico con EC y mortalidad.9 El mecanismo potencial a través del cual el AU ejercería efectos deletéreos podría estar relacionado con el estrés oxidativo, porque aunque éste funciona como un antioxidante, pudiera comportarse paradójicamente como un pro-oxidante dentro del ambiente ateroesclerótico.10 Cabe entonces la reflexión acerca de que el AU se asocie con un mayor riesgo cardiovascular, especialmente en las mujeres;11 sin embargo, la importancia de dicha asociación sigue siendo controvertida.
Objetivo
Establecer si el aumento de AU sérico se asocia con niveles más elevados de LDLox y de Anti LDLox, así como de los índices de oxidación de la LDL, en mujeres con exceso de peso.
Métodos
Estudio descriptivo de corte transversal y de muestra intencional que incluyó 114 mujeres adultas, aparentemente sanas, con índice de masa corporal (IMC) mayor o igual a 25 kg/m2, las cuales asistieron a un centro ambulatorio urbano de atención primaria de salud, ubicado en la población de San Diego, Estado Carabobo, enezuela, durante el periodo comprendido entre enero a julio de 2008. El centro de salud atiende fundamentalmente individuos de estrato socioeconómico medio/bajo residentes de la población antes nombrada; estudios previos12 han indicado elevada prevalencia de factores de riesgo cardiovascular asociados a síndrome metabólico (SM) en los individuos de dicha localidad. Se excluyó toda mujer gestante o que presentase patología que pudiese alterar su peso o talla; con hipertensión arterial (HTA) no controlada, diabetes mellitus (DM), enfermedad renal, cáncer, antecedente de enfermedad cardiaca isquémica (ECI) o accidente cerebrovascular (AC ), feocromocitoma, terapia hipolipemiante, diurética o antioxidante. Se solicitó consentimiento informado a la paciente y el estudio contó con la aprobación del Comité de Ética del centro de salud.13
Mediante encuesta, se establecieron antecedentes personales y familiares en primer grado de consanguinidad sobre DM, HTA, ECI y AC así como hábito tabáquico y fecha de última menstruación. Se definió como fumadora a toda participante con este hábito al momento del estudio o que los hubiera abandonado cinco años previos a la evaluación.14 Se definió menopausia como el cese de menstruaciones durante el año anterior al día en cual se aplicó la encuesta, de este modo se categorizaron como premenopáusicas a aquellas mujeres que no experimentaron menopausia, es decir, a aquellas que declararon tener menstruaciones dentro del año anterior al día de aplicación de la encuesta, mientras que como postmenopáusicas se definieron a aquellas mujeres que declararon no tener menstruaciones por un lapso mayor de un año anterior al día de la encuesta.
Luego de 15 minutos en reposo, se midió la presión arterial empleando un esfigmomanómetro de mercurio calibrado mediante método auscultatorio.15 Se estableció HTA cuando la presión sistólica (PAS) fue mayor a 140 mmHg o la presión diastólica (PAD) fue mayor a 90 mmHg para el momento del examen o cuando el paciente refirió tratamiento hipotensor.15 Adicionalmente se midió peso y talla siguiendo los protocolos recomendados.16 La circunferencia de cintura (CC) se determinó con una cinta métrica no extensible colocándola a la altura del punto medio entre la última costilla y la cresta ilíaca, con el paciente en bipedestación al final de la espiración no forzada. Las mediciones antropométricas se realizaron sin zapatos y con ropa mínima. Se calculó el IMC como peso (kg)/(talla)2 (en metros), agrupándose a las mujeres estudiadas en sobrepeso (25 a 29.9 kg/m2) u obesidad (≥ 30 kg/m2).17
Se extrajo muestra de sangre venosa (8 mL) previo ayuno de 12 a 14 horas. A través de métodos enzimáticos-colorimétricos se determinaron en suero AU, glucosa, creatinina, colesterol total (CT), triglicéridos (TGL) y colesterol HDL o HDLc (éste último previa precipitación con fosfotungstato); los coeficientes de variación intra e inter-ensayo para estas determinaciones fueron: 2.5% y 3.7%, 1.2% y 1.6%, 1.0% y 2.6%, 1.5% y 2.9%, 2.4% y 2.9%, 2.5% y 2.8% respectivamente. El colesterol LDL (LDLc) se calculó a través de la fórmula de Fridewald. LDLox se midió mediante inmunoensayo enzimático de fase sólida de dos puntos, manufacturado por Mercodia AB (Uppsala, Suecia); dicho ensayo emplea el anticuerpo monoclonal 4E6, el cual está dirigido contra un epítope conformacional en la molécula Apo B-100 de la LDL que es generado como consecuencia de la sustitución aldehídica de los residuos de lisina de la apo B-100. Los anticuerpos Anti LDLox se determinaron mediante ELISA de fase sólida producidos por IMMCO Diagnostics, mientras que las concentraciones de Apolipoproteína B (ApoB) se obtuvieron empleando un método inmunoturbidimétrico de LabKit. Se calculó la ApoB asociada a LDL (Apo B LDL) como Apo B LDL=Apo B-10 mg/dL- triglicéridos/32.18 Se calcularon los siguientes índices de oxidación de LDL: LDLox/CT, LDLox/LDLc, LDLox/HDLc, LDLox/ApoB, LDLox/Apo B LDL y LDLox/ Anti LDLox. Los coeficientes de variación intra e inter-ensayo para LDLox, anti LDLox y ApoB fueron los siguientes: 4.2% y 5.8%, 4.0% y 8.2%, 2.8% y 4.1% respectivamente. También se midió insulina por método inmunoenzimático (los coeficientes intra e inter-ensayo para esta determinación fueron: 3.0% y 4.6% respectivamente). La sensibilidad a dicha hormona se estimó mediante HOMA-IR (homeostasis model assessment insulin resistance), calculado como HOMA-IR = insulina (mU/mL) x glucosa en ayunas (mmol/L)/22.5.19 Se diagnosticó SM de acuerdo a lo propuesto por NCEP/ATP III.20
Los datos se expresaron como media aritmética ± desviación estándar (DE) o como porcentajes. Se aplicó el test de Kolmogorov - Smirnov para conocer si las variables se distribuyeron en forma normal. Se calcularon terciles (T1, T2, T3) de AU para el grupo total de mujeres evaluadas, para el grupo con sobrepeso y para las obesas. Se obtuvieron coeficientes de correlación de Pearson o Spearman, según el caso, entre AU, LDLox y otras variables estudiadas. Se empleó t de student para muestras independientes para comparar los indicadores medidos entre mujeres con sobrepeso y obesas. Para comparar los indicadores medidos según terciles de AU se aplicó análisis de varianza de un factor y la prueba de la máxima diferencia significativa de Tukey como test post hoc; para las variables que no siguieron la distribución normal se utilizó la prueba de Kruskal Wallis. Se empleó la prueba de Ji cuadrada para asociar la distribución de los valores de LDLox por debajo y por encima percentil 75 (calculado en la muestra total) según terciles de AU así como la distribución de pre y posmenopáusicas, hipertensas y no hipertensas, fumadoras y no fumadoras, mujeres con y sin SM entre los grupos estudiados. Se realizó análisis de regresión logística para establecer las variables asociadas al aumento de la LDLox circulante por encima del percentil 75. Con base a que sólo 24 mujeres mostraron niveles de LDLox por encima de dicho percentil, el modelo de regresión se construyó introduciendo tres variables independientes continuas: colesterol total, ApoB y ácido úrico; se codificó LDLox mayor a P75 de la siguiente manera: Presente = 1, Ausente = 0 y se empleó el método de selección por pasos hacia delante para la introducción/remoción de las variables en el modelo. Se empleó un nivel de significancia de p <0.05, y PASW Statistics 18 versión 18.0.0 como paquete estadístico.
Resultados
Se estudiaron 114 mujeres cuyas edades oscilaron entre 19 y 76 años (44.8 ± 12.2 años), 51.8% de ellas tenía sobrepeso y el resto eran obesas. La mayoría de las mujeres (87.7%) fueron menores de 56 años. Ninguna de ellas presentó antecedente familiar en primer grado de DM, mientras que 21% tenía antecedente familiar en primer grado de HTA, 15% de ECI y 6.1% de AC . La Tabla1 muestra las características de la muestra total, del grupo con sobrepeso y del grupo con obesidad. En el grupo total 61.5% de las mujeres se categorizaron como premenopáusicas, 38.5% posmenopáusicas, 30.8% fueron hipertensas, 52.4% eran fumadoras y 66.7% presentó SM; sólo la frecuencia de SM entre las mujeres obesas fue significativamente mayor en relación a las mujeres con sobrepeso, hallazgo que fue previsto dado que uno de los criterios diagnósticos de SM fue CC elevada. Como se esperaba, las mujeres obesas presentaron valores promedios de PAS, IMC, CC, CT, LDLc, TGL, glicemia, insulina, HOMA-IR, AU, ApoB y ApoB LDL significativamente más elevados así como concentraciones más bajas de HDLc, en comparación con las mujeres que presentaron sobrepeso.
Los niveles séricos de AU se correlacionaron positiva y significativamente con la edad, PAS, IMC, CC, CT, LDLc, TGL, creatinina, insulina, HOMA-IR, LDLox circulante, LDLox/HDLc, LDLox/ApoB y LDLox/ApoB LDL e inversamente con las concentraciones séricas de HDLc (Tabla2). Por su parte, las concentraciones séricas de LDLox circulante se correlacionaron de modo directo con CT, LDL, insulina, ApoB, ApoB LDL, LDLox/CT, LDLox/LDLc, LDLox/ HDLc, LDLox/ApoB, LDLox/ApoB LDL y LDLox/Anti LDLox.
En el grupo total y en el grupo con sobrepeso, sólo el índice LDLox/HDLc promedio de las mujeres que se encontraron en el T3 de AU fue significativamente mayor al observado en las mujeres ubicadas en T2 o T1 de AU (Tabla3). En el grupo de obesidad, la concentración plasmática de LDLox circulante y los índices LDLox/CT, LDLox/HDLc, LDLox/ApoB, LDLox/ApoB LDL de las mujeres ubicadas en el T3 de AU fueron significativamente más elevados en comparación a los hallados en las mujeres situadas en el T2 y T1 de AU; los índices LDLox/LDLc y LDLox/Anti LDLox tendieron a comportarse de la misma forma, aunque no se alcanzó significancia estadística. En ninguno de los dos grupos de mujeres se evidenciaron diferencias significativas para anti LDLox según terciles de AU.
El porcentaje de mujeres con niveles de LDLox >55.7 U/L (percentil 75 en la muestra total) fue de 9.1%, 13.6% y 42.9% en el primer, segundo y tercer tercil de AU respectivamente, encontrándose una asociación estadísticamente significativa entre los terciles de AU y la elevación de LDLox por encima de 55.7 U/L (p = 0.014). El análisis de regresión logística demostró que los niveles séricos de ApoB y de AU predijeron significativamente la elevación de la LDLox por encima de 55.7 U/L en las mujeres estudiadas (Tabla 4); cuando se adicionaron otras variables al modelo, como IMC y edad, estos resultados no se modificaron.
Discusión
La oxidación de las partículas de LDL se ha señalado como un factor clave en la iniciación y aceleración de la ateroesclerosis. Entre individuos aparentemente sanos, así como en individuos con factores de riesgo para EC , se ha indicado una relación directa entre las concentraciones sanguíneas de LDLox y el grosor intimo-medial de la carótida,21,22 un marcador sucedáneo de ateroesclerosis subclínica. Estudios previos han demostrado una fuerte correlación entre los niveles de LDLox circulante y ApoB, LDLc, CT e insulina,23,24 tales hallazgos fueron confirmados en la presente investigación, reflejando la gran influencia del número de partículas de LDL, de la concentración de colesterol total y no solamente del asociado a LDL así como del estado metabólico sobre las concentraciones de LDLox circulante.
Diversas evidencias apuntan a que la medición de las concentraciones de AU en suero o plasma puede ser útil para mejorar la predicción del riesgo de enfermedad cardiaca coronaria, considerándose que se asocian con un perfil de riesgo más adverso. En este orden de ideas, en el grupo de mujeres estudiadas se observaron correlaciones significativas entre AU y diversos indicadores asociados con mayor riesgo cardiometabólico, como son PAS, IMC, CC, perfil lipídico, insulina y HOMA-IR, tal como otros autores previamente lo han demostrado.25,26
El AU actúa como un antioxidante al reducir metales de transición y barrer radicales libres como el peroxinitrito.27 El urato, forma aniónica bajo la cual circula el AU, es capaz de atenuar la oxidación de la LDL nativa provocada por el hipoclorito y también el estallido respiratorio de los neutrófilos inducido por la lipoproteína.28 Sin embargo, dependiendo de las condiciones ambientales, el urato tendría un efecto antioxidante cuando se trata de LDL nativa pero se tornaría prooxidante cuando la lipoproteína se encuentra parcialmente oxidada o cuando en su forma nativa está cebada con hidroperóxidos lipídicos.29,30 Los resultados encontrados en este estudio, demostraron que la elevación de las concentraciones séricas de AU en mujeres obesas se asoció a mayor oxidación de la LDL, reflejada no sólo por una mayor concentración absoluta de LDLox a través de los terciles de AU sino por el aumento de cuatro de los seis índices de oxidación de LDL evaluados. Este hallazgo está en concordancia con dos líneas de observaciones relacionadas al efecto prooxidante que ejercería el AU cuando se encuentra presente en concentraciones sanguíneas supranormales31 y también al incremento del riesgo cardiovascular al elevarse el AU.32
Al margen de la controversia en torno a la calificación del AU como un marcador de riesgo o como factor independiente de riesgo cardiovascular, los datos arrojados en esta investigación se encuentran en línea con las evidencias que señalan que las concentraciones elevadas de AU están asociadas a mayor riesgo de eventos cardiovasculares, especialmente en presencia del SM, una entidad en la cual está directamente implicada la obesidad y que especialmente en las mujeres se relaciona con el AU.33 En el presente trabajo se evidenció una correlación directa significativa entre AU e IMC. Otros estudios también han demostrado una relación entre el incremento de los niveles de AU y la obesidad,34 señalándose a la insulino-resistencia como la base fisiopatológica de esta asociación, dado que la hiperinsulinemia compensatoria asociada a obesidad contribuiría al desarrollo de hiperuricemia al disminuir significativamente la excreción urinaria de AU.35 Otra explicación alternativa sería que el aumento de los niveles de AU se asociaría a una mayor concentración de CT, LDLc, triglicéridos y ApoB así como a menor concentración de HDLc, tal como fue observado en el presente estudio. De este modo, la elevación de AU se acompañaría de más sustrato y número de partículas de LDL oxidables así como de la disminución de las partículas de HDL, las cuales además de cumplir con su rol dentro del transporte inverso de colesterol también poseen propiedades antioxidantes.36 En tal sentido, en este trabajo, los niveles de LDLox tendieron a correlacionarse negativamente con el HDLc y se correlacionaron positivamente con el CT, LDLc, ApoB y ApoB LDL.
Es difícil comparar los resultados obtenidos, puesto que trabajos anteriores no han evaluado los índices de oxidación de LDL estudiados en relación a los niveles sanguíneos de AU. Entre pacientes diabéticos con y sin enfermedad macrovascular no se han demostrado diferencias significativas en los niveles de LDLox pero si para los índices LDLox/LDLc y LDLox/ApoB, encontrándose más elevados entre los individuos con la enfermedad.37 Hallazgos parecidos para LDLox/LDL y LDLox/HDL reportó Girona y colaboradores.38 Por su parte Huang y colaboradores39 observaron el aumento significativo de los índices LDLox/ CT y LDLox/LDLc entre pacientes con enfermedad coronaria. Similarmente, Fredrikson y colaboradores40 evidenció un mayor riesgo para infarto al miocardio entre sujetos con LDLox/LDLc elevado.
Otro aspecto a destacar es que la elevación del AU en este trabajo se relacionó más con el grado relativo de oxidación de LDL que con el nivel absoluto de LDL oxidada circulante, no observándose diferencias significativas para dicho valor absoluto en el grupo total de mujeres ni en el grupo con sobrepeso, pero si para el índice LDLox/ HDLc en estos mismos grupos. En el caso de las mujeres obesas no solamente la concentración de LDLox fue mayor entre los terciles de AU sino también los índices LDLox/CT, LDLox/HDLc, LDLox/ApoB y LDLox/ApoB LDL. Después de ajustar por factores de riesgo tradicionales, an der Zwan y colaboradores41 demostró en una cohorte de ancianos holandeses una asociación inversa entre la dilatación de la arterial braquial dependiente de endotelio y los índices LDLox/LDLc y LDLox/ApoB (sobre todo este último), mientras que los niveles de LDLc y ApoB resultaron fuertes determinantes de la LDLox. Considerando en conjunto los hallazgos del presente estudio y de otros trabajos, se confirma la importancia de valorar los niveles de LDLox circulantes en el contexto de otros indicadores del perfil lipídico y no aisladamente, sugiriéndose el ajuste de los valores absolutos de LDLox por el número de partículas de LDL, expresado a través de ApoB total e incluso de ApoB asociada a LDL, a los fines de alcanzar una interpretación más correcta de los resultados de estudios que intenten asociar las cifras LDLox con otras variables de cualquier índole.
En esta investigación las mujeres obesas mostraron una elevación más pronunciada de la oxidación de la LDL entre los terciles de AU que las mujeres con sobrepeso, alcanzándose diferencias significativas sólo para el índice LDLox/HDLc en estas últimas. Tales observaciones podrían obedecer a un carácter más pronunciado del estrés oxidativo entre las mujeres obesas, ya que tanto en humanos como en ratones se ha demostrado que la acumulación de grasa se correlaciona con estrés oxidativo sistémico, lo que se explicaría por un incremento selectivo de la producción de especies reactivas de oxígeno en el tejido adiposo acumulado y una disminución de la expresión de las enzimas antioxidantes.42 Sin embargo, en este trabajo no se demostró la correlación positiva entre LDLox y CC o IMC que otros autores han reportado.24,43 No existe una explicación aparente para esta ausencia de correlación en la presente investigación, aunque no siempre se ha evidenciado.23 Otros estudios deberán profundizar en este aspecto.
Como se ha mencionado anteriormente, aun constituye un aspecto controversial si los anti LDLox son aterogénicos o anti-aterogénicos, puesto que existen evidencias en ambos sentidos. En esta investigación, los niveles séricos de LDLox tendieron a correlacionarse negativamente con los de Anti LDLox (r = -0.231, p = 0.062), apoyando el rol anti-aterogénico de dichos anticuerpos que otros autores le han atribuido al observar tal correlación de manera significativa.44 Para nuestro conocimiento no existen antecedentes amplios del estudio de la relación entre Anti LDLox y AU. Tsutsumi y colaboradores45 evidenciaron concentraciones séricas de Anti LDLox más elevadas en individuos con gota primaria en comparación con hombres sanos, las cuales disminuyeron después de tratamiento con alopurinol. No obstante, en este trabajo no se demostraron diferencias significativas en las concentraciones de anti LDLox entre el primer y tercer tercil de AU. Más bien se observó una tendencia al descenso de dichos anticuerpos así como un aumento de la relación LDLox/ Anti LDLox a través de los terciles de AU, lo cual fue más evidente entre las mujeres obesas, el grupo que precisamente tiene un perfil de riesgo cardiovascular elevado, debido a que en él confluyeron perfil lipídico adverso, resistencia a la insulina, mayor frecuencia de SM y valores más elevados de AU. Chen y colaboradores demostraron la importancia de la relación LDLox/Anti LDLox en un grupo de individuos clínicamente sanos, al observar mayor grosor íntimo-medial en aquellos que tenían dicha relación elevada en comparación con aquellos en los que tal relación era baja.21
Strazzullo y Puig46 señalaron que la elevación ligera del AU, frecuentemente observada en condiciones como la obesidad, no sería un hallazgo de gran importancia. Por su parte, para Johnson y Tuttle47 la medición de AU es una prueba útil para los médicos, dado que provee información pronóstica, subrayando en particular su asociación con el riesgo cardiovascular y mortalidad en mujeres. En tal sentido, aunque Kim y colaboradores8 en un reciente meta-análisis señala que la hiperuricemia sólo incrementa marginalmente el riesgo de eventos cardiovasculares (riesgo relativo = 1.12), cuando los autores analizan diferencias por género demuestran un incremento del riesgo de mortalidad por EC al elevarse el AU (riesgo relativo = 1.67) entre las mujeres, hallazgo que no observan entre los hombres. Al considerar lo antes expuesto y que en este estudio se evidenció un progresivo aumento de los índices de oxidación de la LDL a través de los terciles de AU entre las mujeres estudiadas, parece válido sugerir la ejecución de otros estudios con un tamaño muestral mayor y de diseño prospectivo a objeto de confirmar los resultados encontrados. En este orden de ideas Hayden y Tyagi,10 han propuesto que niveles séricos de AU mayores de 4 md/dL deben considerarse como un alerta en pacientes a riesgo de EC , como claramente lo están los individuos que tienen un exceso de peso corporal, en quienes frecuentemente se observa el SM. En este estudio más de la mitad de las pacientes evaluadas presentaron SM.
Por último, es preciso indicar que esta investigación tiene limitaciones para la interpretación de los resultados obtenidos. En primer lugar, y debido al diseño transversal del estudio, no es posible establecer una relación causal entre AU y LDLox ni eliminar la interacción de otros factores sobre las concentraciones de LDLox y anti LDLox. En segundo lugar, se desconoce la influencia que pudieron ejercer la ingesta de alcohol y el estatus hormonal sobre la asociación evidenciada, por lo que en futuros estudios deben incluirse tales variables, ya que se conoce que el alcohol influye sobre las concentraciones de AU y los estrógenos, por su parte, tienen efectos antioxidantes.
Conclusión
El aumento del AU sérico se asoció con valores absolutos de LDLox e índices LDLox/CT, LDLox/HDLc, LDLox/ApoB y LDLox/ApoB LDL significativamente mayores entre las mujeres obesas, sugiriendo la importancia que tendría el control periódico de los niveles sanguíneos de AU en dicho grupo poblacional al considerarse el papel clave que tiene la oxidación de la LDL en la ateroesclerosis. Otras investigaciones deberán analizar los efectos de la disminución terapéutica de las concentraciones de AU sobre los niveles de LDLox circulantes y los índices de oxidación de LDL en mujeres con exceso de peso.
Agradecimiento
A todas las participantes del estudio que con gran espíritu de colaboración se sometieron a las evaluaciones previstas.
Correspondencia: Nelina Ruíz Fernández,
Acuario N° 88-20, Urb. Trigal Norte, alencia, Estado Carabobo, enezuela.
Correo elecenezuela.
Correo electrónico: nruiz@uc.edu.ve; nelinaruiz@yahoo.com
Recibido el 25 de enero de 2010;
aceptado el 12 de enero de 2011.