Non-infectious retinal disease, even in the HAART era, continues to be one of the most common diagnoses in patients with HIV, with prevalences of up to 27% of cases. This study aims to characterize the association between demographic variables and their role. As a risk factor for the development of non-opportunistic non-infectious retinal disease in patients with HIV/AIDS.
MethodsAn integrative review of the literature was carried out according to Arksey O’Malley’s approach, based on the PICO methodology and following the PRISMA recommendations; An exhaustive search was carried out in databases of articles that were filtered using established criteria, with their extraction and analysis carried out qualitatively.
ResultsOcular manifestations from any cause develop from 35 years of age in patients with HIV/AIDS, with the highest risk for age-related macular degeneration over the fourth decade of life and for the development of neuroretinal disorder on the fifth decade of life; some studies report a slight tendency to diagnose macular degeneration in women and those who acquired AIDS through sexual contact; data contrasted with increased risk for diagnosing neuroretinal disorder in homosexual men who also use intravenous drugs, possibly due to oversampling in studies; non-Hispanic whites and African Americans were the races most commonly affected by neuroretinal disease; the means between the 11.3–14.5 years elapsed since the HIV diagnosis were more frequently associated with cognitive impairment and both in those with high or low CD4 counts, and in patients with high or low viral loads, neuroretinal disease without Statistically significant differences. Adherence and early initiation of HAART had a modest impact on the development of neuroretinal disease.
DiscussionEven in the HAART era, non-infectious neuroretinal disease and cytomegalovirus retinitis remain the most frequent ocular diagnoses, however, different studies argue an increase in age-related non-infectious retinal diseases in patients with HIV, theories that are may explain by the increase in life expectancy, the metabolic effects of HAART itself or the generalized pro-inflammatory state in this group of patients, it is essential to recognize this new diagnostic challenge in order to direct preventive efforts through the use of cost-effective sociodemographic risk predictors towards that technological tools for diagnosis and treatment can be targeted.
ConclusionsHIV/AIDS patients who present at the ophthalmological consultation with the suggested sociodemographic predictors have a high risk of visual impairment due to non-infectious retinopathy, therefore prevention, diagnosis and treatment efforts directed at these diseases should be increased.
La enfermedad retiniana no infecciosa, aún en la era TARGA, continúa siendo uno de los diagnósticos más comunes en pacientes con VIH, con prevalencias hasta del 27% de los casos, este estudio se propone caracterizar la asociación entre unas variables demográficas y su papel como factor de riesgo para el desarrollo de enfermedad retiniana no infecciosa no oportunista en pacientes con VIH/SIDA.
MétodosSe realizó una revisión integrativa de la literatura según el planteamiento de Arksey O’Malley, partiendo de la metodología PICO y siguiendo las recomendaciones PRISMA; se realizó una búsqueda exhaustiva en bases de datos de artículos que se filtraron mediante criterios establecidos, con la extracción y análisis de los mismos realizada de forma cualitativa.
ResultadosLas manifestaciones oculares por cualquier causa se desarrollan desde los 35 años de edad en los pacientes con VIH/SIDA, con el mayor riesgo para degeneración macular relacionada con la edad sobre la cuarta década de vida y para el desarrollo de trastorno neurorretiniano sobre la quinta década de vida; algunos estudios reportan una ligera tendencia para diagnosticar degeneración macular en mujeres y aquellos que adquirieron el SIDA por contacto sexual; datos contrastados con un mayor riesgo para diagnosticar trastorno neurorretiniano en los hombres homosexuales que tambien usan drogas intravenosas, posiblemente por un sobremuestreo en los estudios; los blancos no hispánicos y los afroamericanos fueron las razas más comúnmente afectadas por la enfermedad neurorretiniana; las medias entre los 11,3 a 14,5 años transcurridos desde el diagnostico de VIH se asociaron más frecuentemente a trastorno cognitivo y tanto en aquellos con recuentos CD4 altos o bajos, como en pacientes con cargas virales altas o bajas se presentó enfermedad neuroretiniana sin diferencias estadisticamente significativas. La adherencia y el inició temprano de TARGA presentaron un modesto impacto en el desarrollo de enfermedad neuroretiniana.
DiscusiónAún en la era TARGA, la enfermedad neurorretiniana no infecciosa y la retinitis por citomegalovirus siguen siendo los diagnósticos oculares más frecuentes, sin embargo, diferentes estudios argumentan un aumento de enfermedades retinianas no infecciosas relacionadas con la edad en los pacientes con VIH, teorías que se pueden explicar por el aumento en la expectativa de vida, los efectos metabólicos del propio TARGA o el estado proinflamatorio generalizado en este grupo de pacientes, es esencial reconocer este nuevo reto diagnóstico para dirigir esfuerzos preventivos mediante el empleo de predictores de riesgo sociodemográficos costoefectivos hacia los que se puedan focalizar herramientas tecnológicas de diagnóstico y tratamiento.
ConclusionesLos pacientes VIH/SIDA que se presenten en la consulta oftalmológica con los predictores sociodemográficos sugeridos tienen un alto riesgo de discapacidad visual por retinopatía no infecciosa, por tanto se deben incrementar los esfuerzos de prevención, diagnóstico y tratamientos dirigidos a estas enfermedades.
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