determinar la frecuencia de trastorno disocial en adolescentes hijos de madres trabajadoras del Instituto Mexicano del Seguro Social (imss) que asistieron a guardería, comparados con los que no asistieron.
Métodosse realizó un estudio transversal descriptivo en el Centro Médico Nacional del Noroeste, Ciudad Obregón, Sonora, México; en el que se incluyó aleatoriamente a adolescentes entre 10 y 19 años de edad, hijos de madres trabajadoras, excluyendo aquellos con trastornos psiquiátricos o capacidades diferentes; se conformaron dos grupos: uno, de aquellos que asistieron a guardería; y otro, con los que no asistieron. Se aplicó un cuestionario validado, cuyas variables fueron: edad, sexo, asistencia a guardería, presencia de trastorno disocial (td), así como ocupación, turno de trabajo y duración de la jornada de ambos padres. El análisis se realizó con: pruebas de tendencia central y dispersión; χ2 y Wilcoxon.
Resultadosse formaron dos grupos de 90 adolescentes cada uno; el promedio de edad fue de 13.8±2.6 años. La frecuencia de td para los asistentes a guardería fue de 7.8% contra 1.1% de quienes no asistieron. Las ocupaciones del padre y madre fueron significativas (p<0.05).
Conclusionesel td fue más frecuente en adolescentes que asistieron a guardería y la ocupación de ambos padres es importante para su desarrollo.
to determine the frequency of antisocial disorder in adolescents of working mothers of the Instituto Mexicano del Seguro Social (imss) who attended a day care, compared to those who did not attend.
Methodsa descriptive cross-sectional study was carried out in the Centro Médico Nacional of the Northwest, in Ciudad Obregon, Sonora, Mexico; which randomly included adolescents between 10 and 19 years of age, children of working mothers, excluding those with psychiatric disorders or disabilities; two groups were formed: one, those who attended a day care; and another, with those who did not attend. It was applied a validated questionnaire, whose variables were: age, gender, assistance to day care, presence of antisocial disorder (ad), as well as occupation, working shift and length of working time from both parents. The analysis was performed with: central tendency testing and dispersion; χ2 and Wilcoxon.
Resultstwo groups were formed of 90 adolescents each; the average age was 13.8±2.6 years. The frequency of ad for daycare attendees was 7.8% against 1.1% for those who did not attend. The profession of both, father and mother were significant (p<0.05).
Conclusionsad was more frequent in adolescents who attended a day care and the profession of both parents is important for their development.
determinar a freqüência de transtorno de conduta em crianças de mães adolescentes trabalhadoras do Instituto Mexicano de Seguro Social (imss) que estiveram na creche, em comparação com aqueles que não compareceram.
Métodosestudo descritivo transversal foi realizado no National Medical Center Northwest, Ciudad Obregon, Sonora, México; em que aleatoriamente incluiu adolescentes entre 10 e 19 anos de idade, filhos de mães que trabalham, excluindo aqueles com transtornos psiquiátricos ou deficiência; dois grupos foram formados: um daqueles que participaram do jardim de infância; e outro, com aqueles que não compareceram. Aplicou-se um questionário validado, cujas variáveis foram: idade, sexo, presença na creche, presença de transtorno de conduta (tc), e ocupação, trabalho por turnos e duração da jorrnada de trabalho quando ambos os pais trabalhavam. A análise foi realizada com: evidência de tendência central e dispersão; χ2 e Wilcoxon.
Resultadosdois grupos de 90 adolescentes cada foram formados; a média de idade foi de 13.8±2.6 anos. A freqüência de tc para os participantes do jardim de infância foi de 7.8% contra 1.1% dos que não compareceram. As ocupações do pai e da mãe foram significativos (p<0.05).
Conclusõestc foi mais comum em adolescentes que assistiram ao jardim de infância e a ocupação de ambos os pais é importante para o seu desenvolvimento.
Resulta necesario entender el proceso que contribuye al desarrollo de los trastornos de la conducta, primero por su posible gravedad y, en segundo término, porque su prevalencia se ha incrementado significativamente en un corto periodo de tiempo. Las razones de este incremento no son claras, pero se han atribuido a múltiples factores psicológicos y sociales.1
El trastorno disocial (td) es una alteración psiquiátrica definida como un patrón repetitivo y persistente de la conducta, que conduce a la violación deliberada de los derechos de los demás o de las normas sociales y las leyes establecidas acordes a la edad del sujeto.2
Los rangos en la prevalencia de los td varían de acuerdo con la edad, sexo y estrato socioeconómico entre 1 y 10% en poblaciones abiertas de niños y adolescentes, y hasta 28% en muestras clínicas, dependiendo de las definiciones operacionales (dsm-iii-r contra dsm-iv); con una relación hombre-mujer de 4:1.3 La prevalencia del riesgo de td aumenta de 25%, a la edad de 13 años, a 47% a los 19 años y declina a 23% a los 25 años.4 Además, aproximadamente entre 15 y 25% de los jóvenes con td también presentan depresión mayor; y de 15 a 35% de aquellos con depresión tienen td.5
Una historia de problemas de la conducta en la niñez es un predictor de delincuencia juvenil; cada año, 2% de los niños y adolescentes tiene contacto con sistemas de justicia juvenil, de estos una minoría continúa delinquiendo repetidamente y representa un porcentaje desproporcionado de los que aparecen en los tribunales. El td y la delincuencia tienen múltiples factores de riesgo que pueden ser clasificados como genéticos, biológicos y/o ambientales, están además los factores familiares que pueden ser consecuencia de problemas sociales como la pobreza, deserción escolar, desempleo e inadecuadas relaciones interpersonales.6
Existen diversos factores que pueden influir en el desarrollo del td; se han encontrado los siguientes: biológicos: genéticos (historia paterna de comportamiento antisocial); neurotransmisores (la presencia de altos niveles de serotonina en el hombre se asocia con violencia en el adolescente); sistema nervioso autónomo (hay evidencia de asociación entre bradicardia y td); y prenatales y perinatales (tabaquismo durante el embarazo). Entre los factores funcionales se encuentran: falta de control del temperamento; problemas con la lectura; conducta impulsiva; crisis de identificación personal; cambios físicos en la mujeres y fisiológicos en ambos sexos (incremento de estrógenos y testosterona) con un aumento en la agresividad y problemas de conducta. Finalmente, entre los problemas psicosociales están: paternidad irresponsable; disfunción familiar; pertenencia a grupos delictivos; abuso sexual o psicológico durante la infancia; falta de interrelación social; y exposición a actividades altamente estresantes.7
El td suele estar relacionado con un ambiente psicosocial desfavorable; las formas de comportamiento en las que se basa el diagnóstico pueden ser: grados excesivos de “peleas” o intimidaciones, crueldad hacia otras personas o animales, destrucción grave de pertenencias ajenas, incendio, robo, mentiras reiteradas, faltas a la escuela y fugas del hogar, rabietas frecuentes y graves, provocaciones, desafíos y desobediencia grave y persistente.8 Se considera a los síntomas de emergencia del td en niños como el mejor predictor de riesgo para presentar este problema en el futuro junto a una amplia gama de resultados de salud y factores sociales negativos que incluyen infamia y violencia, pobre desarrollo escolar, deserción, adicciones, depresión, suicidio y desempleo.9
La definición de td establece que los síntomas deben ser persistentes y repetitivos a lo largo de un periodo extenso, en otras palabras, la conducta anómala debe tener una mayor frecuencia que la observada en los otros adolescentes de la misma edad (tiempo mínimo de un año); además, requiere que tres síntomas se manifiesten muchas veces durante este año y que, por lo menos, uno esté presente de manera casi continua durante los últimos seis meses. Los síntomas deben aparecer antes de los 18 años y después de los 10, su presencia suele interferir de manera significativa en las actividades familiares, sociales y escolares.10,11
Una cuestión crucial en el diagnóstico del td es que si el problema del comportamiento es causado por un mecanismo interno deberá establecerse el diagnóstico, pero, si es consecuencia de una reacción al medio ambiente deberá omitirse de acuerdo con el dsm-iv.12
La atención dada al estudio de antecedentes de td en mujeres ha sido limitada en comparación con los hombres, aunque se trata de uno de los diagnósticos psiquiátricos más comunes entre las adolescentes; en estos casos su comportamiento incluye abuso y dependencia de drogas, desordenes de la personalidad, muerte temprana y violenta, cargos criminales, dificultad para concluir determinado ciclo escolar y mal estado de salud. No obstante, hay estudios que documentan la presencia de un umbral bajo en el sexo femenino, dado el menor grado de agresividad y violencia física de este género, por lo que se ha sugerido agregar a las encuestas para el diagnóstico reactivos que aborden el rompimiento de reglas y agresión social, puesto que este tipo de violaciones a las normas sociales suelen ser cometidos por las mujeres.13,14
Dada la amplia gama de factores que pueden favorecer el desarrollo del td, es necesario conocer la prevalencia de este desorden psiquiátrico. En México existen pocos estudios sobre este padecimiento, sin embargo, creemos que los cambios sociodemográficos a los que se exponen nuestra sociedad en estos días, pueden incrementar la frecuencia del td, sobre todo en aquellos casos en que ambos padres trabajan o en familias seminucleares, en las cuales el cuidado de los niños queda a cargo de otras personas o dependencias como las guarderías. El propósito de este estudio es determinar la frecuencia de td en adolescentes hijos de madres trabajadoras del imss que asistieron a guardería, comparados con otros que no lo hicieron.
MétodosSe realizó un estudio transversal analítico en las unidades médicas, hospitalarias y administrativas del imss ubicadas en Ciudad Obregón, Sonora. Se incluyeron de manera aleatoria hijos de madres trabajadoras con edades de 10 a 19 años, de sexo indistinto, tanto aquellos que asistieron a guardería como los que no lo hicieron, y en los que se contó con autorización de sus tutores para participar en el estudio; se excluyeron los que presentaron trastornos psiquiátricos diferentes o capacidades diferentes, que les impidieran contestar el cuestionario. El tamaño de la muestra se determinó a través de la fórmula de dos proporciones tomando un valor de significancia de 5% y un poder estadístico de 80%.
Se conformaron dos grupos, uno con adolescentes que asistieron a guardería y otro con los que no lo hicieron, a ambos se aplicó el mismo cuestionario ya validado,15,16 el cual tiene una confiabilidad de 0.86, de acuerdo con el alfa de Cronbach; se agregaron a este preguntas estructuradas respecto a la ocupación de los padres, el turno de trabajo y el tiempo de la jornada de trabajo, así como la edad, sexo del entrevistado y si asistió o no a guardería. Por tanto, se tomaron como variables: la edad, el sexo, la asistencia a guardería, la presencia de td, la ocupación de ambos padres, su turno de trabajo y la duración de su jornada.
Los datos se procesaron con la ayuda del paquete estadístico de spss versión 10.0, aplicando frecuencias y porcentajes en variables nominales; medidas de tendencia central y dispersión en las cuantitativas. La comparación entre grupos se realizó con χ2 para las nominales y para las cuantitativas Wilcoxon.
ResultadosSe entrevistaron 180 adolescentes para conformar dos grupos de 90 cada uno; el primero, formado por aquellos que asistieron a guardería, incluyó a 36 hombres (40%) y 54 mujeres (60%) con promedio de edad de 13.7±2.6 años y el segundo, con 54 varones (60%) y 36 mujeres (40%), con edad media de 13.8±2.7 años (resultados no significativos, tabla 1).
Distribución de la edad de la población estudiada
Asistieron a guardería | No asistieron a guardería | p | |||
---|---|---|---|---|---|
Edad promedio | Desviación estándar | Edad promedio | Desviación estándar | ||
Hombres | 13.7 | 2.6 | 13.7 | 2.6 | ns |
Mujeres | 13.6 | 2.7 | 14.1 | 2.7 | ns |
ns=no significativo cuando p>0.05
Fuente: entrevistas directas, unidades médicas, hospitalarias y administrativas, imss, Sonora
La frecuencia de td en los adolescentes que asistieron a guardería fue de 7.8%, significativo al comparar por sexo (p≤0.05); en tanto que, en aquellos que no lo hicieron fue de 1.1% resultado no significativo, entre sexo y entre grupos (p>0.05). Mientras que el riesgo para presentar td en el primer grupo se presentó en tres casos (3.3%) y en el segundo en uno (1.1%) como se puede ver en la tabla 2.
Frecuencia de trastorno disocial (td) por sexo
Hombres | Mujeres | p | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Trastorno disocial | n | % | n | % | ||
Asistieron a guardería | No hay | 29 | 32.2 | 51 | 56.7 | 0.05* |
Riesgo para presentar td | 3 | 3.3 | 0 | 0 | ||
td | 4 | 4.4 | 3 | 3.3 | ||
No asistieron a guardería | No hay | 53 | 58.9 | 35 | 38.9 | ns |
Riesgo para presentar td | 0 | 0 | 1 | 1.1 | ||
td | 1 | 1.1 | 0 | 0 |
ns=no significativo, cuando p>0.05
Fuente: entrevistas directas, unidades médicas, hospitalarias y administrativas, imss, Sonora
En las diferentes ocupaciones de las madres predominaron las secretarias en el grupo de los que asistió a guardería con 16 (17.8%) y en el de aquellos que no lo hicieron, las enfermeras con 24 (26.7%); en el caso de los padres se reportaron 16 empleados en el primer grupo (17.8%) y 17 en el segundo (18.9%). Resultados significativos (p<0.05).
El turno matutino predominó en las madres de adolescentes que asistieron a guardería con 47 (52.2%) y con 51 (56.7%) en aquellas cuyos hijos no asistieron a guardería; mientras que para los padres de los primeros fue el matutino con 32 casos (35.6%), por 35 de los segundos (38.9%). Resultados no significativos (p>0.05, figura 1).
El promedio de horas de trabajo para el grupo de madres de adolescentes que asistieron a la guardería fue de 7.99±0.66 contra 8.2±2.1 del grupo de aquellos que no asistieron; mientras que en el caso de los padres, para los que acudieron fue de 8.9±1.8 horas contra 8.6±1.8 de los padres con hijos que no asistieron. En ambos casos los resultados fueron no significativos (p>0.05).
Respecto al instrumento, para el grupo de adolescentes que asistieron a guardería la confiabilidad fue de 0.94 según el alfa de Cronbach y para los que no lo hicieron fue de 0.81. Respecto a las puntuaciones para el primer grupo fue de 0 a 26 y para el segundo de 0 a 16.
DiscusiónLos costos de las enfermedades de salud mental son enormes, sobre todo debido a las manifestaciones en el caso del td: delincuencia, actividades criminales, uso y abuso de sustancias ilegales, entre otras.17 En este estudio, de acuerdo con los resultados obtenidos, la frecuencia del td se presentó dentro de los porcentajes reportados por Peña Olvera,3 y en el caso de los adolescentes que no asistieron a guardería, la cifra fue similar a la reportada por Sengupta y cols.,18 no así en aquellos que asistieron a guardería, en la que fue mayor.
Llama la atención el hecho de que la frecuencia fuera mayor en los adolescentes que asistieron a guardería que en los que no lo hicieron; esto puede atribuirse, como Young y cols., sustentan en su estudio, consecuencia de los malos tratos recibidos durante la infancia o amenazas de abandono presentes en 7.3% de su población.19 Biederman y cols. reportan divorcio o separación en 10% de los casos con td,20 así como la investigación de Thomas, de medicina basada en evidencia, en la cual se aborda el divorcio en los padres.21 En esta investigación en tres de los casos (37.5%) se reportó ausencia del padre.
El td predomina en el sexo masculino.3,22 Risë reporta su presencia en 70.3% de los hombres estudiados;23 Wolfenden y col., afirman que puede deberse a la presencia de un genotipo ambiente desfavorable;6,19 por su parte, Burt y cols. estudiaron la posibilidad de que la menarca fuese un factor protector en las adolescentes.24
El promedio de edad en que se presenta el td de acuerdo con los resultados de Whittinger y cols., es de 14.5±1.7 años,25 en tanto, en esta investigación fue de 13.2±1.9 años, esto puede ser resultado de las diferencias socioculturales de ambas poblaciones.
Respecto a la ocupación de los padres, en los cuales las diferencias fueron significativas, no se encontraron estudios para su comparación ni tampoco los hubo para el turno de trabajo de estos y la duración de la jornada, datos que de acuerdo con los resultados son importantes; este hallazgo abre camino para otras investigaciones en nuestra población u otras similares.
Finalmente, el instrumento de medición utilizado para determinar la presencia de td en esta investigación, en el grupo de adolescentes que asistieron a guardería, tuvo una mayor confiabilidad que en los resultados de Pineda y cols.,16 no como en aquellos que no asistieron, en el cual fue similar, por lo que se confirmaría la validez interna del mismo.
ConclusiónEl td es más frecuente en adolescentes que asisten a guardería, sin ser esto significativo; además predomina en el sexo masculino. Por otra parte, tanto la ocupación de la madre, como la del padre son importantes para el desarrollo del trastorno. No obstante ser baja la frecuencia del td, se deben realizar programas de detección en la fase final de la infancia y comienzo de la adolescencia, para de esta manera realizar un diagnóstico precoz y poder dar un tratamiento oportuno en aquellos que lo requieran a fin de evitar las complicaciones de este trastorno en los jóvenes.
Este artículo debe citarse: Reynoso-Arenas MP, Soberanes-López IC, León-Félix J, Castañeda-Sánchez O. Frecuencia de trastorno disocial en adolescentes que en su infancia asistieron a guarderías. Aten Fam. 2015;22(3):87–91.