El herpes genital es una enfermedad de transmisión sexual, causada habitualmente por el virus herpes simple tipo 2,1 que pertenece a la familia Herpesviridae.
Esta patología constituye un importante problema de salud pública; tiene un impacto psicosocial desfavorable para quienes la padecen; y condiciona múltiples visitas médicas. Se encuentra distribuida mundialmente, con un seroprevalencia elevada, que varía entre 10 y 60% de la población en países desarrollados.2 En Chile, hay una seroprevalencia de 43% en pacientes con enfermedades de transmisión sexual,3 y en México, una seroprevalencia de 29.3% en pacientes con Papanicolaou negativo,4 llamando la atención que sólo se manifiesta clínicamente en 20% de los infectados5 y que la mayoría de los pacientes es asintomática.
El grupo etario con mayor riesgo de padecer esta enfermedad se encuentra entre los 15 y los 30 años, y los factores de riesgo más evidentes son promiscuidad, nivel educativo, uso de drogas e inmunodeficiencias.
Esta virosis se transmite por contacto personal cercano, preferentemente sexual; clínicamente, las lesiones se manifiestan al principio por un brote de vesículas y después de úlceras, acompañadas de secreción y sintomáticamente muy dolorosas. En la mujer afecta genitales externos, mucosa de la vulva, vagina y cuello uterino, mientras que en el hombre, glande, prepucio y piel del pene. Además puede existir fiebre, cefalea y malestar general los tres o cuatro primeros días del brote; con una recurrencia de cinco veces al año.6
El diagnóstico diferencial se establece predominantemente con sífilis, chancroide, escabiasis, candidiasis genital y prurigo por insectos. Dada la sinergia entre herpes genital y sida se debe siempre descartar esta última patología.
En la práctica, el diagnóstico se establece clínicamente, ya que las lesiones resultan ser muy evidentes e inconfundibles y no se miden anticuerpos ni antígenos. Como medida preventiva debe haber abstención de vida sexual mientras duren las lesiones, y el uso de preservativos nunca debe olvidarse en cualquier tipo de relación sexual.
El tratamiento deberá iniciar lo antes posible, de preferencia en las primeras 72 horas, usando antivíricos. Se recomienda el uso de aciclovir 400mg cada ocho horas durante 7–10 días o aciclovir 200mg cinco veces al día durante 7–10 días consecutivos;7 en formas graves como el eccema herpético se recomienda usar valaciclovir 1g cada ocho horas durante 7–10 días.8
Este artículo debe citarse: Antonio-Valdiviezo A, Guerrero-Zulueta A. Herpes genital. Aten Fam. 2013;20(2):64–65.