La investigación en tabaquismo desde la atención primaria se ha basado tradicionalmente en la denominada «intervención breve», y esto es explicable dadas las características de su factibilidad debido al bajo «coste» y a la tradición histórica que iniciara Russell en 1979. Por otra parte, se trata de la intervención más ampliamente estudiada, como muestra la revisión en la última edición de la base Cochrane (Silagy et al, 2002)1, que incluye 34 ensayos clínicos realizados con más de 27.000 fumadores, y en la que los profesionales de enfermería han demostrado un papel importante (Rice et al, 2002)2.
Más recientemente, las recomendaciones de diferentes agencias (CDC 20003 y WHO 20014) señalan la necesidad de incorporar la entrevista motivacional en la intervención breve y el uso de terapias farmacológicas (terapia sustitutiva de nicotina-TSN y bupropión) como estrategias de primera elección; pero además indican la necesidad de incorporar en la intervención a todos los profesionales sanitarios (médicos, enfermería, farmacéuticos, comadronas, etc.), que son partes fundamentales en la atención primaria.
En este número M. Alonso et al nos presentan un interesante trabajo, en el que tiene especial interés el esquema de intervención mínima sistematizada, con apoyo de enfermería y el uso apropiado de TSN. Destaca que un 27% ha dejado de fumar, porcentaje más elevado que en estudios similares pero que, como indican los autores, probablemente se deba a una coordinación mejor entre los profesionales (médicos y enfermería) y a la utilización de fármacos (TSN). Los autores señalan algunas limitaciones de su estudio, por ejemplo no disponer de un grupo control, pero este tipo de estudios que no son estrictamente experimentales, y que valoran los resultados en las condiciones "normales" de la consulta, tienen el inmenso valor de hacerlos más creíbles y aplicables en nuestras consultas.
Por otra parte, el artículo ayuda a señalar alguno de los ámbitos de futuras investigaciones, como por ejemplo la valoración de una intervención específica para prevenir recaídas o el apoyo telefónico dentro de los programas de ayuda. Estas mismas líneas de trabajo las encontramos en una revisión de intervenciones comunitarias, realizada por la Task Force on Community Preventive Services5, la cual apoya con el máximo nivel («strongly recomended») las «estrategias del sistema de salud para mejorar la disponibilidad de terapias eficaces de cesación», y especialmente las intervenciones que den soporte telefónico, en el contexto de intervenciones multicomponentes.
Por último es destacable la autocrítica que realizan los autores, con relación a la cobertura del programa, que en su caso valoran en sólo un 4%. Pero es evidente que entre las estrategias para ampliar la atención a este problema los profesionales de atención primaria tienen un papel fundamental, tanto porque atienden y dan cobertura a toda la población, como por ser el lugar más adecuado. Probablemente son necesarias, por una parte, políticas educativas más activas, que incluyan formación específica tanto en pregrado como en posgrado o formación continuada (CNPT 2001)6. Pero además es preciso incorporar sistemas que permitan aumentar la frecuencia de identificación de los pacientes fumadores e incrementar la oferta de ayuda y soporte, y probablemente los soportes informáticos puedan ser muy útiles (por ejemplo, programas informáticos de recuerdo, durante el seguimiento, en las historias clínicas)3,5.