Conocer los hábitos y factores de riesgo de adolescentes atendidos por los centros de salud de 2 poblaciones semiurbanas mediante una entrevista clínica estructurada con respuestas abiertas.
DiseñoEstudio descriptivo transversal.
EmplazamientoDos poblaciones semiurbanas de la provincia de Málaga.
ParticipantesAdolescentes de 16 a 18 años. De los 19 cupos médicos se seleccionaron 5 mediante muestreo aleatorio estratificado por centro de salud. Se incluyeron 204 adolescentes.
ResultadosTienen sobrepeso u obesidad 42,3%. La relación entre IMC y TAM fue R=0,4. Consumen fruta, verdura o lácteos menos de una vez al día el 54,2%, 57,8% y 24,5% respectivamente. No practican deporte regularmente 32,3 de los hombres y 63,5% de las mujeres. Fuman 21,8% estando asociado al nivel socioeconómico bajo (OR: 3,38 p=0,01 IC95%: 1,27–9) y abandono de los estudios (OR: 2,88 p=0,015 IC95%. 1,20–6,86). Beben el 56,3% estando asociado a haber abandonado los estudios (OR: 3,5 IC95%: 1,43–8,94). Consumían drogas ilegales el 10,6% y su grupo de amigos 36,6%. Mantuvieron relaciones sexuales sin método anticonceptivo 12,1%. No se ponen casco o cinturón el 12,4% y 13,4% respectivamente Han conducido alguna vez bebidos el 24,2%. Se han sentido alguna vez deprimidos el 20,4%.
ConclusionesLas prevalencias de factores de riesgo y hábitos de vida referidos al peso, consumo de frutas, verduras y lácteos, ejercicio físico, tabaco, alcohol y trastornos de ánimo han sido semejantes a otros estudios que utilizan encuestas anónimas. Las prevalencias de consumo otras drogas ha sido menor.
To investigate the habits and risk factors of adolescents from two Health Centres in two semi-urban populations using a structured clinical interview with open questions.
DesignCross-sectional descriptive study.
SettingTwo semi-urban populations from the Malaga area.
ParticipantsAdolescents aged between 16 and 18 years old. We selected 5 medical clinics out of the 19 clinics in the Health Centres, using stratified random sampling. A total of 204 adolescents were included, with 62 (30.39%) of them not attending.
Outcomes42.3% were overweight or obese. The BMI and MBP ratio was R=0.4 They ate fruit, vegetables or dairy products at least once a day 54.2%, 57.8% and 24.5%, respectively. 32.3% of the male teenagers and 63.5% of females did not exercise regularly. 21.8% were smokers, and this was related to a low socio-economical level (OR: 3.38 P=0.001 95% CI: 1.27 to 9) and with abandoning education (OR: 2.88 P=0.015 CI 95%. 1.20 to 6,86). 56.3% usually drink and this habit was also related to abandoning education. (OR: 3.5 95% CI: 1.43 to 8.94). 10.6% of the teenagers consumed illegal substances and their group of friends in 36.6% of the cases. 12.1% had unprotected sex. 12.4% and 13.4% did not use a crash helmet or seat belt, respectively. 24.2% have driven in a drunken state at some point. 20.4% have felt depressed at least once.
ConclusionsRisk factors and life style habits prevalent in reference to weight, fruit, vegetables and dairy products consumption, sport, smoking, alcohol and depression problems have been similar to the ones found in other studies that have used anonymous surveys. Prevalence of substance abuse has been lower.
En la práctica diaria del médico de familia los adolescentes consultan por problemas banales, casi siempre ajenos a su interés. Los estudios de utilización de los servicios de urgencias por los adolescentes son escasos y realizados en el ámbito hospitalario. En ellos, obviando la patología traumatológica que ocupa alrededor del 50%, existe un porcentaje muy importante de trastornos psiquiátricos y cuadros de dolor inespecífico1,2 que hace pensar en problemas relacionados con su etapa de la vida que no son abordados ni conocidos por su médico. Los médicos de familia no podemos permanecer ajenos a estas conductas cuando nos entrevistamos con el adolescente. El grupo de expertos del PAPPS recomienda preguntar periódicamente y registrar en la historia clínica sus estilos de vida3,4 a partir de los 14 años.
La Ley General de Sanidad especifica la prioridad de la promoción y educación para la salud, así como la colaboración estrecha del personal de atención primaria con la comunidad en que está inmerso el centro de salud5. Independientemente de que se sigan realizando actividades de tipo comunitario, pensamos que no se debería de perder la atención individualizada, periódica y personalizada, en esta etapa tan importante de la vida.
El objetivo del estudio es conocer los hábitos de vida y factores de riesgo de los adolescentes atendidos en los centros de salud de 2 poblaciones semiurbanas, utilizando en la entrevista una encuesta estructurada con respuestas abiertas. Los objetivos secundarios fueron ofrecer consejo y atención a sus demandas de salud.
Material y métodosDiseñoSe ha realizado un estudio descriptivo transversal. La población de estudio fueron los adolescentes entre 16–18 años atendidos en 2 centros de salud semiurbanos, Torre del Mar y Torrox., poblaciones vecinas de la costa de Málaga con características sociodemográficas y culturales semejantes. La población atendida es de 28.522 habitantes, y el número total de adolescentes de 4.378.
El tamaño de la muestra se calculó para una proporción esperada de 40%, con un nivel de confianza del 95% (α=0,05) y una precisión de±8% (i=0,08), resultando en 144 individuos. Se estimó un 30% de pérdidas esperables, lo que supone un tamaño final de 205 adolescentes.
La unidad de muestreo fue el cupo médico. De los 19 cupos (12 de Torre del Mar y 7 de Torrox), se seleccionaron 5 por muestreo aleatorio estratificado (3 y 2, respectivamente). El número de adolescentes de los 5 cupos era de 231. Excluidos los que tenían una dirección incompleta o un trastorno cognitivo, se obtuvo una muestra de 204 adolescentes.
Se les convocó mediante una carta remitida por su médico de familia explicando el contenido de la entrevista y la hora de la cita. Se citaron cada 15min. Previamente a la entrevista se les explicaba el motivo del estudio, las medidas de confidencialidad adoptadas y la libertad de no responder a alguna pregunta, y se les entregaba una hoja con el consentimiento informado para firmar si estaban de acuerdo. Médico y adolescente estaban solos en la entrevista. A los no respondedores se les volvía a citar en una segunda convocatoria, excepto si la carta había sido devuelta por dirección incorrecta. El diseño fue aprobado por la Comisión de Ética e Investigación del Área de Gestión Sanitaria de Málaga Este-Axarquía.
Recogida de datosLa entrevista recoge las dimensiones del modelo propuesto por García-Tornel6 y las preguntas adaptando el modelo propuesto por la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria7 y el propuesto por Cohen et al8 (disponible en la versión electrónica).
Se consideró que consumían fruta, verdura y lácteos si lo hacían mínimo una vez al día. Agrupamos las notas en buenas si manifestaban ser «buenas» o «muy buenas» y malas si referían que eran «regulares», «malas» o «muy malas». Practicaban deporte si lo hacían mínimo 2 veces al mes fuera de los obligatorios del instituto. El nivel socioeconómico lo agrupamos en medio cuando eran los niveles 1, 2 y 3, y bajo cuando correspondía al 4–5. Fumaba siempre que fuese cualquier cantidad. El consumo de alcohol lo valoramos en unidades básicas de alcohol (una UBA equivale a 10g) por día de fin de semana. Cuando decía que alguna vez no se ponía casco o cinturón, aunque fuese raramente, lo anotábamos como que no lo usaba. Registrábamos que era consumidor de drogas aunque dijese que solo lo hacía ocasional o raramente; y que consumía su grupo de amigos aunque dijese que solo lo hacían algunos.
Análisis estadísticoLa edad, el índice de masa corporal (IMC) y la tensión arterial media (TAM) se recogieron como variables cuantitativas y se describen como media aritmética y desviación estándar. El resto de las variables se recogieron como cualitativas y se describen porcentajes.
Para comparar las variables cualitativas utilizamos la prueba chi-cuadrado o en su caso la prueba exacta de Fisher. Empleamos la regresión lineal simple para estudiar la relación entre el IMC y la TAM. Calculamos el IC y fijamos el nivel de significación estadística en p<0,05. Comparamos el grupo de respondedores y no respondedores con las variables, edad, sexo y nivel socioeconómico, utilizando la prueba chi-cuadrado. El análisis estadístico se hizo mediante el paquete estadístico SPSS 11.5
ResultadosDe los 204 adolescentes, respondieron a la convocatoria 142 (30,4% de pérdidas). El número de excluidos por dirección incompleta fue del 16% (n=23) y por déficit cognitivo el 2,8% (n=4). Las características de los sujetos respondedores se pueden ver en la tabla 1. No se encontraron diferencias significativas entre el grupo de respondedores y no respondedores en función de la edad, sexo y nivel socioeconómico.
Características de los adolescentes de la muestra que respondieron a la encuesta (n=142)
n | % | |
Sexo | ||
Varones | 68 | 47,9 |
Mujeres | 74 | 52,1 |
Edada | ||
16 años | 50 | 35,2 |
17 años | 57 | 40,1 |
18 años | 35 | 24,7 |
Nivel socioeconómico | ||
Medio | 121 | 85 |
Bajo | 21 | 15 |
Acompañante padre y/o madre | 107 | 75,4 |
No estudian | 32 | 22,5 |
Notas si estudian | ||
Buenas | 92 | 55 |
Malas | 50 | 45 |
No confianza con los padres | 38 | 27 |
Fuma padre y/o madre | 67 | 47,2 |
Información sobre anticonceptivos | 132 | 93 |
Relaciones sexuales | 66 | 45,5 |
Amigos fumadores | 100 | 70,4 |
Amigos consumidores otras drogasb | 52 | 36,6 |
Conducen moto | 37 | 26,1 |
Índice de masa corporal: media (DE) | 23,3 (3,7) | |
Tensión arterial media: media (DE) | 93,8 (9,2) |
La tabla 2 resume los principales resultados. La prevalencia de sobrepeso y obesidad fue del 42,2% (IC95%: 34,1–50,4%), sin diferencias significativas según el sexo y la edad. El IMC y la TAM presentaban una correlación positiva (r=0,4; p<0,01).
Prevalencias de hábitos y factores de riesgo
n | % | IC95% | |
Sobrepeso | 17 | 12,0 | 10,6–13,4 |
Obesidad | 43 | 30,3 | 22,7–37,9 |
Consumo fruta <1 vez al día | 77 | 54,2 | 46–62 |
Consumo verduras <1 vez al día | 82 | 57,8 | 49,8–65,8 |
Consumo lácteos <1 vez al día | 35 | 24,5 | 20,5–34,5 |
No practican deporte con regularidad | 69 | 48,6 | 47–54 |
Fumadores | 31 | 21,8 | 15–29 |
Bebedores | 80 | 56,3 | 48–64 |
Bebedores ≥5UBA/fin de semana | 17 | 21,3 | 12,3–30,2 |
Consumidores de otras drogas | 15 | 10,6 | 6–16 |
Relaciones sexuales sin anticonceptivo | 17 | 12,1 | 4–20 |
Conductores sin uso del casco | 5 | 12,4 | 7–17 |
Conducción alguna vez bebido | 9 | 24,2 | 19–29 |
Montado con conductor bebido | 28 | 19,8 | 13–27 |
Algunas veces no uso cinturón de seguridad | 19 | 13,4 | 7–19 |
Síntomas depresivos | 29 | 20,4 | 13,8–27,1 |
Ideas de suicidio en síntomas depresivos | 5 | 17,2 | 3,5–31 |
UBA: la unidad básica de alcohol equivale a 10grs.
Consumen fruta ≥2 veces al día el 25,9% y verduras todos los días el 42,2%, sin diferencias significativas según el sexo y la edad. Solo consumen frutas y/o verduras ≥3veces/día el 21,1%, no siendo significativas las diferencias en función del sexo (p=0,28). Toman lácteos ≥3veces/día el 42,2%, no existiendo diferencias significativas según sexo (p=0,07).
La práctica regular de deporte es más frecuente en los varones (OR: 4,83; IC95%: 2,36 – 9,91) y a los 16 años (p=0,008).
Los factores que influyen en los hábitos de beber y fumar pueden verse en la tabla 3. Todos los adolescentes fumadores tenían amigos fumadores en su grupo. No encontramos diferencias significativas en la frecuencia de fumadores según el sexo (p=0,33), las notas en los estudios (p=0,71) ni el consumo en los padres (p=0,14). Sin embargo, la asociación con el nivel socioeconómico bajo (p=0,012) y que los amigos fuesen fumadores (p<0,005) fue significativa.
Factores que influyen en los hábitos de fumar y beber de los adolescentes
OR | p | IC 95% | |
Tabaco | |||
Sexo: varón vs. mujer | 1,48 | 0,334 | 0,67–3,30 |
Nivel socioeconómico: bajo vs. medio | 3,38 | 0,012 | 1,27–9 |
Notas estudios: buenas vs. malas | 1,2 | 0,71 | 0,46–3,18 |
Consumo amigos: si vs. no | <0,005 | ||
Abandono estudios: sí vs. no | 2,88 | 0,015 | 1,20–6,86 |
Consumo padres: sí vs. no | 1,82 | 0,144 | 0,81–4 |
Alcohol | |||
Sexo: varón vs. mujer | 1,46 | 0,27 | 0,75–2,84 |
Nivel socioeconómico: bajo vs. medio | 1,31 | 0,58 | 0,51–3,39 |
Notas estudios: malas vs. buenas | 1,10 | 0,81 | 0,51–2,33 |
Abandono estudios: sí vs. no | 3,57 | 0,005 | 1,43–8,94 |
No han bebido nunca el 43,5% (IC95%: 36–52%). El 34,1% de los varones beben ≥5UBA/día de fin de semana y el 61%≥3UBA, frente al 7,7% y 33,3% de las mujeres, respectivamente. No se encontraron diferencias significativas en la frecuencia de consumidores de alcohol según la edad, nivel socioeconómico ni notas en los estudios. El consumo de alcohol se asoció a haber abandonado los estudios (OR: 3,57; IC95%: 1,13–8,94). La asociación entre el hábito de beber y el de fumar tenía una OR: 2,23 (IC95%: 0,95–5,29).
La asociación entre adolescente consumidor de drogas y consumo en el grupo de amigos tenía una OR: 2,35 (IC95%: 0,92–6,00). Habían recibido información sobre infecciones de transmisión sexual el 88,03% (IC95%: 83–93%) y sobre anticonceptivos por sus padres el 37,3% (IC95%: 29–45%). Pidieron consejo anticonceptivo 24,3% (n=18) de las mujeres, ofrecimos apoyo emocional al 19,7% (n=28) y consejos dietéticos al 11,8% (n=16).
DiscusiónNos hemos basado para la entrevista clínica en la integración de distintos cuestionarios6–8 utilizados habitualmente en el ámbito de atención primaria, sin haber sido validados ninguno de ellos ni tampoco el nuestro. No conocemos el nivel de sinceridad de los adolescentes en la entrevista clínica presencial con su médico comparado con un cuestionario anónimo.
Al ser tan pequeño el número de adolescentes con nivel socioeconómico bajo y menor también el número de adolescentes respondedores de 18 años, pensamos que estos factores pueden haber influido en nuestros resultados.
Pensábamos que si acompañaba alguno de los padres al adolescente, la participación iba a ser menor pues requería acordar la agenda entre ambos. Sin embargo, a diferencia de otros estudios en que acudieron mayoritariamente solos9, la participación fue mayor, quizás por factores de tradición cultural.
Si los adolescentes con sobrepeso tienen un aumento del IMC con los años mayor que aquellos con normopeso10,11, y existe una correlación positiva entre el IMC y la TAM12, deberíamos colaborar como médicos de familia en implantar estrategias para prevenir la obesidad y detectar las cifras tensionales elevadas en esta etapa. Las prevalencias de sobrepeso son más altas en nuestro estudio que en nuestra comunidad autónoma (19,71%) y que en España (16,99%). Puede deberse a que hemos utilizado como referencia tablas americanas que parten de cifras ligeramente inferiores y ajustadas a cada edad13. La prevalencia de obesidad de nuestro estudio se iguala a la de Andalucía para la franja de edad de 15–17 años11.
Los adolescentes comen menos porciones de fruta y verdura de las recomendadas14 y conforme aumentan en edad consumen cada vez menos15, abandonando nuestros hábitos alimentarios tradicionales por los de comida rápida17. Casi la mitad de nuestros adolescentes tenían un bajo consumo de lácteos16, lo que es importante dado que es menor en los niveles socioeconómicos inferiores18 y la repercusión en el capital mineral óseo conseguido.
Sospechamos una tendencia a hábitos sedentarios con significación de género pues la práctica de ejercicio físico regular disminuye conforme se aumenta en edad, siendo mayor su práctica en los varones que en las mujeres, datos que concuerdan con otros trabajos realizados19.
El porcentaje de fumadores se aproxima al de otras encuestas referidas a la franja de 18–24 años (26,89%)17, pero es mayor al encontrado en la franja de 15–18 años (15,6%)21 tal vez por incluir una edad menor a nuestro estudio. Observamos que algo más de la mitad de los adolescentes habían probado el tabaco alguna vez, coincidiendo con encuestas de nuestro entorno22. El hábito tabáquico de los adolescentes en nuestro estudio se relaciona significativamente con el nivel socioeconómico bajo22,23, el abandono de los estudios y la pertenencia a un grupo de amigos con el mismo hábito, pero no encontramos diferencias significativas según el habito de fumar de los padres como en otras encuestas23, ni tampoco en función del sexo, confirmando la tendencia a igualarse el hábito de consumo e incluso ser superado por las mujeres en la franja de 16–24 años12.
El porcentaje de bebedores en otras encuestas de nuestro entorno (58,5%)24 se aproxima a los datos de nuestro estudio, siendo un año mayor la edad más frecuente de inicio del consumo en las mujeres que en la encuesta antes referida. No encontramos diferencias según el nivel socioeconómico, pero tal vez sea debido al pequeño porcentaje en nuestra muestra del nivel bajo que otros estudios asocian con el consumo de alcohol. Los varones bebían más unidades básicas de alcohol que las mujeres, confirmando los datos de otras encuestas23. Creemos importante señalar que un tercio de las bebedoras consuman al menos 3UBA/d de fin de semana, pues en la evolución de la prevalencia de borracheras en las mujeres jóvenes se aprecia una tendencia al aumento20 siendo actualmente casi igual entre sexos24. Es de esperar que con la tendencia a que se igualen las UBA consumidas entre los sexos, la prevalencia de borracheras en mujeres aumente debido a su peculiar sistema de metabolización hepática.
Debido a que nuestra pregunta se refería a haber conducido bebido alguna vez, el porcentaje de adolescentes de nuestro estudio que lo ha hecho es un 10% mayor que en otros estudios en que la pregunta se refiere al último año24. Sin embargo, cuando se refiere a haber montado con un conductor bebido, la prevalencia es ligeramente menor en nuestros resultados, tal vez por un sesgo de memoria al referirse a alguna vez.
Pensamos que el bajo porcentaje obtenido de consumidores de otras drogas comparado con otras encuestas anónimas24 y la falta de asociación significativa con el consumo en el grupo de amigos, se puede deber a que manifestar su consumo en la entrevista individual desvelaría su condición de ilegalidad. Preguntar sobre consumo en el grupo de amigos nos ha acercado algo más a los datos de estas encuestas anónimas siendo más fiable este dato pues la disponibilidad en el ámbito donde se relaciona el adolescente es un factor de riesgo para su consumo25.
A pesar de que la mayoría habían recibido educación sobre anticonceptivos e infecciones de transmisión sexual, solo un tercio de ellos manifestaron educación sexual en la familia. Los padres tienen un papel fundamental en la educación sexual de sus hijos y la prevención del VIH26. La mitad de los entrevistados solo supieron mencionar el SIDA como única infección de transmisión sexual haciéndonos sospechar que la asimilación de los contenidos educativos sea escasa.
Al ser la respuesta abierta cuando les preguntamos si se ponen casco, puede haber ocurrido que la contestación afirmativa, no abarcase a siempre y por eso el bajo porcentaje de conductores sin uso de casco si lo comparamos con otros estudios27. Tal vez la medida hubiese sido más fiable si las respuestas hubieran sido cerradas.
La depresión en los adolescentes es frecuente en atención primaria a pesar de que cuesta identificarla28 porque el joven apenas expresa su problemas emocionales, suele ser leve y el médico focalizarla en una sola dimensión29. Los resultados de nuestro estudio son semejantes a los de otros realizados en parecido ámbito30 en que se utilizó el test de Beck como cribado. Pensamos que al haber utilizado la entrevista individual en su conjunto y recoger en preguntas simples las dimensiones de humor, anergia y discomunicación, puede haber contribuido a su mejor detección.
No se ha conseguido detectar una mejora significativa en hábitos de riesgo después de una breve intervención realizada por los médicos de familia en la consulta a demanda31 y tampoco sabemos la efectividad de nuestras intervenciones dentro del contexto de la entrevista específica para el adolescente. Pero las demandas más expresadas en la entrevista, –planificación familiar y dieta–, así como las patologías más frecuentes detectadas, –sobrepeso y trastornos de ánimo–, acordes con otros estudios parecidos30 puede que justifiquen nuestro rol activo.
- •
Los adolescentes suelen consultar por procesos banales en la consulta y por problemas relacionados con su etapa de la vida en los servicios de urgencia.
- •
La mayoría de los estudios para conocer los factores de riesgo y hábitos de vida de los adolescentes utilizan encuestas anónimas en grandes grupos de población.
- •
La prevalencia de factores de riesgo y hábitos de vida nocivos para la salud de los adolescentes es muy alta.
- •
La entrevista clínica estructurada adaptada a los adolescentes puede ayudar a conocer los factores de riesgo y hábitos de vida no detectados en otros entornos de atención sanitaria.
- •
La entrevista clínica estructurada nos proporciona prevalencias de los factores de riesgo y hábitos de vida nocivos semejantes a las encuestas anónimas salvo en consumo de drogas ilegales.
- •
La entrevista clínica estructurada puede facilitar otras demandas de salud y permitir el consejo breve individual.
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Al Dr. José Manuel Santos Lozano y Francisco Téllez por sus consejos. A los Drs. Jose Antonio Pérez Lorente y Fernando Ávila por la colaboración que han prestado en sus cupos.