Sr. Director: Hemos leído con detenimiento el interesante trabajo sobre calidad de vida profesional (CVP) de Jubete et al recientemente publicado1. En él se hace referencia a un estudio realizado en el año 2000 sobre la satisfacción laboral de los profesionales del Área 10 de atención primaria (AP) de Madrid2 y, sin embargo, no se menciona un trabajo posterior sobre calidad de vida profesional (CVP) realizado también en el Área 10 y que utiliza el mismo instrumento de medida, el cuestionario validado para AP CVP-353. Dada la similitud en el objetivo, el diseño, el ámbito y las mediciones, consideramos enriquecedor realizar algunas consideraciones comparativas. Nuestra tasa de respuesta al cuestionario autocumplimentado fue menor que la del Área 1 (el 57,5% frente al 64,2%), a pesar de ser un área sanitaria más pequeña y haber utilizado mecanismos para minimizar la no respuesta, pero no podemos valorar las características sociodemográficas comparativas de la población respondedora al no presentarlas Jubete et al como resultado.
La percepción media de la CVP es superior entre los profesionales del Área 10 (5,28 frente a 4,66), aunque ambas están en el límite bajo de lo que puede considerarse aceptable. Resulta llamativo el hecho de que en nuestra área son los médicos los que perciben peor CVP y los auxiliares de clínica los que mejor, mientras que en el Área 1 es el grupo de auxiliares administrativos y de enfermería, celadores e higienistas dentales el que refiere peor CVP global. La media del factor «apoyo directivo» es superior en el Área 10 (4,70 frente a 4,66), mientras que son menores las medias de los factores «motivación intrínseca» (6,96 frente a 7,16) y «carga de trabajo» (5,94 frente a 6,45) en nuestra área. A pesar de estas diferencias, se puede comprobar la similitud, en ambas áreas sanitarias, en los ítems de mayor puntuación («capacitación para el trabajo que realizo», «cantidad de trabajo» e «importancia del trabajo que realizo») y menor puntuación («posibilidad de promoción», «mi empresa trata de mejorar mi calidad de vida» y «reconocimiento de mi esfuerzo»).
A pesar de las limitaciones de ambos estudios, queda una vez más de manifiesto que los profesionales de atención primaria de nuestra comunidad no perciben que sus directivos ni la organización a la que pertenecen se aproximen a sus necesidades de participación y reconocimiento, que las cargas de trabajo son vividas como elevadas y que la principal motivación de los profesionales es la intrínseca. Los datos referidos a aspectos laborales negativos, sobrecarga de trabajo, escaso reconocimiento profesional y falta de identificación con la empresa se relacionan con insatisfacción y desarrollo de burnout4. Coincidimos con Jubete et al en la opinión de que el desgaste profesional y el deterioro de la atención prestada serán la evolución natural de la merma continua de la CVP en atención primaria si la organización sanitaria no toma en consideración la opinión de sus profesionales e introduce las medidas correctoras necesarias con cambios eficientes de estilo directivo y aumento de recursos.