La mortalidad en la fase aguda de los pacientes con síndrome coronario agudo (SCA) se ha reducido de forma notable en los últimos años1. Sin embargo, no es despreciable la tasa de recurrencias de nuevos eventos isquémicos tras el alta y, por ello, es fundamental organizar de forma adecuada la prevención secundaria en estos pacientes. Las guías de práctica clínica vigentes recalcan el papel fundamental de la atención primaria y de la continuidad asistencial en estos pacientes, así como de la rehabilitación cardíaca2. Un componente muy importante de la prevención secundaria es el control lipídico, por lo que en la actualidad se recomienda alcanzar unos niveles de colesterol LDL <55mg/dl3. Sin embargo, estudios recientes siguen indicando que el control de la dislipidemia, en prevención secundaria, continúa siendo muy deficiente. Datos del EUROASPIRE V indican que, aunque el 84% de los pacientes tomaban tratamiento hipolipidemiante, el 71% no alcanzaban un colesterol LDL <70mg/dl4. Y en el estudio REPAR, publicado en 2016, solo lo hacía el 26% de los pacientes5. Una de las posibles causas para estos malos resultados es la falta de modelos organizativos con protocolos coordinados entre cardiología y atención primaria que garanticen una correcta continuidad asistencial. Nuestro objetivo es analizar cuáles son los modelos organizativos de continuidad asistencial tras un SCA en España.
Para ello, se seleccionaron 20 servicios de cardiología de segundo (10 centros) y tercer nivel (10 centros), que contestaron a un cuestionario enfocado al seguimiento precoz tras un SCA no complicado (con revascularización completa, sin isquemia residual ni insuficiencia cardíaca y con función ventricular normal). Según las respuestas, solo el 40% de los centros remitían a todos los pacientes tras un SCA a un programa de rehabilitación cardíaca en los 3 primeros meses tras el alta, para remitir, a continuación, al paciente a seguimiento en atención primaria (15%) o a consultas generales de cardiología (20%). El 35% de los centros realizaban el seguimiento de todos sus pacientes en consultas de cardiología durante el primer año y el 20% solo durante los primeros 3 o 6 meses, y derivaban después a atención primaria. Solo el 5% de los centros daban directamente el alta tras el ingreso a atención primaria, sin seguimiento en cardiología. En la figura 1 se muestran los resultados sobre la organización del control de los niveles de colesterol LDL tras el alta. Solo el 20% de los centros declaran tener protocolos consensuados y firmados con atención primaria para ello (fig. 1 A). En el 65% de los centros no existe un protocolo definido sobre cuándo se realiza el primer control de colesterol LDL tras el alta (fig. 1 B), mientras que un 5% lo hace al mes, un 15% a los 3 meses y el restante 15% a los 6 meses tras el alta. En más de la mitad de los centros no está tampoco establecido quién es el responsable del control de colesterol LDL (fig. 1 C y D). En los que sí lo tienen definido, es responsabilidad del cardiólogo en las 2/3 partes de los centros (fig. 1 C y D).
La organización de la prevención secundaria tras un SCA, al menos en lo que se refiere al control lipídico, parece, pues, deficiente en España, dado que no existen modelos organizados y bien definidos en más de la mitad de los centros. En cuanto a la continuidad asistencial, en el 80% de los casos no existen protocolos consensuados con atención primaria. Todos estos déficits pueden explicar, al menos en parte, la escasa consecución de los objetivos de colesterol LDL4,5, además de disminuir los beneficios pronósticos para los pacientes en el seguimiento. Parece necesario mejorar esta situación mediante programas y modelos organizados y consensuados entre los servicios de cardiología y atención primaria.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener conflicto de intereses con respecto a este trabajo.