Sr. Director: Habitualmente las vías de comunicación entre atención primaria y atención especializada son los informes de alta, las hojas de interconsulta, la comunicación «informal» entre profesionales y la poco recomendable utilización del paciente como transmisor de la información1,2. La descoordinación entre niveles asistenciales supone molestias para el paciente, desmotivación de los profesionales, un uso inadecuado de los recursos y, sobre todo, una merma de la continuidad y de la calidad asistencial3,4.
Presentamos el caso de una paciente de 66 años de edad con pluripatología atendida por atención primaria y por distintos facultativos de atención especializada. Dada la incapacidad de clarificar la medicación, a petición del médico de atención primaria procedimos a conciliar el tratamiento de la paciente mediante la revisión de la historia clínica de atención especializada y de atención primaria. La evolución temporal del tratamiento se expone en la tabla en versión electrónica, en la que no se han incluido los tratamientos puntuales.
Constatamos que no existe un sistema adecuado de comunicación entre las consultas externas de atención especializada y el médico de atención primaria. Muchas veces o no existe comunicación o la responsabilidad de la misma recae sobre el paciente, que generalmente transmite la información por vía oral.
En este caso muchos de los cambios de medicación que se reflejan en la historia de atención primaria se deben a la demanda de la paciente, que alega que ha sido una modificación realizada en atención especializada o en urgencias, información de difícil verificación por los profesionales de atención primaria. Tampoco la vía de comunicación por escrito al alta hospitalaria ha sido suficiente para evitar errores en la actualización farmacológica. No sólo la falta de coordinación internivel origina problemas, también se constata descoordinación dentro del «microequipo» de atención primaria (médico-enfermera), pese a disponer de la misma historia clínica. Detectamos también que, en el momento de pasar el tratamiento al nuevo sistema de receta electrónica dentro de la misma historia de atención primaria, se produce la omisión de una prescripción importante. Todo lo anterior ha generado multitud de errores de medicación, como duplicidades, medicamentos omitidos o incorrectos, dosis o intervalos posológicos erróneos, duraciones inadecuadas de tratamientos y retrasos en la actualización de la historia farmacoterapéutica del paciente.
La comunicación interniveles a través del paciente, a menudo por vía oral, provoca errores que comprometen, sobre todo, su seguridad y abren la puerta a la autoprescripción. Existen diversos estudios que demuestran que la mitad de los errores de medicación se producen en procesos relacionados con la transición asistencial5. Una de las soluciones que se ha propuesto para evitar esta situación es la creación de profesionales de «enlace» que encauzan y aseguran la comunicación entre niveles2, que en lo referente a medicamentos son los farmacéuticos en nuestra área de salud.
Las administraciones competentes deberían priorizar la utilización de una única historia de salud electrónica6. En su defecto alertamos sobre la importancia de que la información clínica y terapéutica relevante se transmita en ambos sentidos mediante la correspondiente hoja de interconsulta (o método similar) correctamente cumplimentada3, en lugar de utilizar al paciente como vehículo comunicador.