Le escribo para opinar sobre un punto de la nueva ley del aborto que creo que no es tratado en el editorial de los doctores Bailón et al1. Soy médico de familia y trabajo en un centro de salud. Como bien dicen los autores, por nuestro trabajo, en este tema del aborto, al igual que en tantos otros aspectos, hemos de ser extremadamente respetuosos pero «no podemos ser neutrales».
La nueva ley del aborto (art. 17, punto 4) dice que «se habrá de informar a la mujer […] específicamente sobre las consecuencias médicas, psicológicas y sociales de la prosecución del embarazo o de la interrupción del mismo».
¿Cómo lo hacemos? Si una mujer solicita abortar y «lo tiene claro» deberemos informarle de las consecuencias psicológicas (depresión, etc.) descritas en el síndrome post-aborto aunque parezca poco probable que esta mujer en concreto lo vaya a padecer (¿habrá que tranquilizarla y decirle que tiene buen pronóstico?). En cambio, si está dubitativa, esto sí que será un problema y tendrá peor pronóstico ¿Habrá que profundizar en las causas de sus dudas? ¿Es que acaso considera que el embrión y el feto es una vida humana? En ese caso, ¿deberemos informar sobre las diferentes opiniones o teorías de «cuando comienza la vida»? ¿Seremos nosotros los que prejuzguemos si el daño social de continuar el embarazo justifica el «mal menor» del aborto?
En definitiva, ¿podemos «no ser neutrales»? ¿Se nos puede pedir a los médicos que tenemos «dudas» que actuemos delante de la mujer como si no las tuviéramos?