4 years, who live in the communities selected for the study. Principal measurements. Evaluation of the overall development level was based on the Jalisco Scale for Evaluation of Overall Development, which is designed especially for socioeconomically and culturally depressed groups in Mexico. Results. The average development score found in the children was 71.7, which is considered moderately low according to the 3 classification levels of adequate, moderately low, and low. Only 30.4% of the children achieved scores in the adequate category. All the children are considered to live in a high-risk psychosocial environment, which explains the low scores in overall development as evaluated. Conclusions. Differences were observed in some variables within the uniformly low social level of the subjects studied. These differences could be considered as an indication of greater risk within a group that is already high-risk. In cases of overall development that is very low, mothers do not perceive that children have any problems at the time the study is being conducted. This could imply that these mothers do not respond proactively to community education and/or health programs that focus on early intervention.
Introducción
En México hay oficialmente 42 millones de personas pobres en una población de casi 100 millones de personas, de los cuales «26 millones viven en estado de extrema pobreza»1. Extraoficialmente podrían ser muchos más, lo que representa alrededor de 4.349.779 niños de
0 a 4 años con una carencia social importante, entre los cuales más de 4 millones se encuentran en estado de desnutrición2, cifras que representan una gran cantidad de población infantil de alto riesgo para el bajo desarrollo madurativo.
Son numerosos los estudios que han mostrado que si el niño vive en un medio social pobre en estímulos y experiencias, el rendimiento en su desarrollo será bajo en relación con el de los niños de ambientes más estimulantes3-6. Brand señala que en un ambiente psicosocial pobre en estímulos y en experiencias, los niños rinden menos que los que viven en ambientes estimuladores, y se puede afirmar que cuanto menor es el peso de nacimiento mayor es el riesgo de deterioro psicomotor futuro7.
González8 menciona, en 1985, que cada niño es una combinación especial de factores hereditarios e influencias ambientales. Las cualidades que el niño recibe de sus padres y los eventos que ocurren a su alrededor forman parte del desarrollo de su propio lenguaje; según Fitzgerald et al9 y Gessel y Bates10, los factores principales que influyen en la adquisición del lenguaje son: a) biológicos; b) base genética; c) factores sociales y emocionales; d) factores culturales; e) características individuales, y f) el nivel intelectual del individuo.
Hay evidencias provenientes de numerosas investigaciones que indican que en los niños de grupos socioeconómicos en desventaja se observa con más frecuencia un retraso en el desarrollo psíquico y un índice de coeficiente intelectual (CI) bajo4,11-13,14.
Se ha demostrado que los servicios que detectan los factores de riesgo en el desarrollo infantil presentan una derivación tardía de un porcentaje de niños en riesgo biológico y riesgo ambiental6, a pesar de que se sabe que hay una respuesta favorable a las intervenciones de estimulación temprana en la comunidad6,15.
Material y métodos
Este estudio fue realizado con el objetivo de determinar el nivel de desarrollo madurativo en niños de 0 a 4 años que viven en condiciones socioeconómicas y culturales muy deprimidas en las zonas rurales, indígenas, urbanas marginales y de migrantes en el estado de Jalisco, constituyéndose así cuatro grupos poblacionales que hemos llamado «grupos culturales» precisamente por pertenecer a condiciones culturales muy diferentes:
1. Niños «migrantes» pertenecen a familias que son de fuera del estado de Jalisco y llegan aquí para participar de las actividades del corte de caña o la pisca de tomate.
2. Niños «indígenas», que son los que pertenecen a algún grupo indígena de la zona y que habitan en una zona donde predomina su cultura.
3. Niños «rurales» habitan en comunidades que viven de la producción agrícola.
4. Niños «urbanos marginales» que habitan en la periferia de las grandes ciudades, en zonas marginadas de muchos de los servicios básicos.
El total de sujetos participantes fue de 1.277, que fueron distribuidos de la siguiente manera: 55 migrantes, 95 indígenas, 974 rurales y 153 urbanos marginales. Es importante aclarar que ninguno de los niños que participaron en este estudio había recibido estimulación especial alguna.
Para la construcción del principal instrumento de medición (Escala Jalisco de Evaluación del Desarrollo Madurativo) señalaremos que en la Dirección de Educación Inicial, dependiente de la Secretaria de Educación Pública de México, se encuentra situado el «Programa de Desarrollo del Niño de 0 a 4 años a través de padres de familia y miembros de la comunidad», que está dirigido a llevar las bondades de la estimulación temprana a los niños que viven en zonas deprimidas social y económicamente y con una baja estimulación ambiental. Este programa se dirige a niños que habitan en zonas rurales (tanto estacionarias como de migrantes), indígenas y urbanos marginales.
Para la constitución de este programa se examinaron algunos de los principales teóricos internacionales del desarrollo infantil y se efectuaron las adaptaciones necesarias para una población mexicana en las condiciones señaladas; el programa ha funcionado con éxito durante más de 20 años.
Fueron estas razones las que nos llevaron a basar el diseño de la escala Jalisco en los principios de este programa, estableciendo así una medición lo más cercana posible a la propia población estudiada. La escala Jalisco fue elaborada en 198216 y aplicada en grupos más reducidos en esa ocasión. Consta de 10 niveles de edad que van desde los 0-3 meses hasta los 5-6 años y de la que se usaron sólo los primeros 8 niveles, correspondientes a los 0-4 años.
La escala Jalisco, además de tener la virtud de haber sido diseñada especialmente para ser aplicada en zonas socioculturalmente deprimidas, está elaborada con un esquema de aplicación sencillo para poder ser usada por promotores comunitarios sin requerir de la intervención directa de un experto.
Cada uno de los niveles de edad contiene una serie de ítems (que pueden variar entre 5 y 10), en los que se solicita al aplicador que verifique personalmente (no es válida la referencia de la madre u otro familiar) si el niño es capaz de realizar la actividad que se solicita; ésta puede ser calificada como «lograda» cuando el niño la desarrolla de manera satisfactoria, «en adquisición» cuando el niño logra ejecutarla después de varios ensayos o con alguna pequeña ayuda, y «no lograda» cuando el niño no ejecuta la actividad solicitada.
Cada niño contesta tres grupos de ítems: los correspondientes a su grupo de edad (edad correspondiente), los del nivel de edad inferior al suyo (nivel anterior) y los del nivel superior a su edad (nivel posterior). Así, un niño de 7 meses de edad, por ejemplo, deberá responder al nivel 3 (6-9 meses) como «correspondiente a su edad», al nivel 2 (3-6 meses) como «nivel anterior» y al nivel 4 (9-12 meses) como «nivel posterior».
Como aplicadores participaron los «promotores comunitarios» de educación inicial, quienes contaban previamente con una capacitación especial en desarrollo infantil y programas de estimulación temprana, por lo que los investigadores sólo capacitamos a estos promotores en los aspectos propios del manejo de los instrumentos y el registro de datos. La revisión de los instrumentos y la elaboración de la base de datos fue llevada a cabo por personal auxiliar de investigación del Instituto Regional de Investigación en Salud Pública de la Universidad de Guadalajara.
Resultados
La población participante, de acuerdo con los grupos de edad que contempla la escala Jalisco, quedaron divididos tal como consta en la tabla 1.
El promedio de desarrollo madurativo encontrado en los niños que participaron en el estudio fue de 71,7 (recordando que la escala utilizada medía el desarrollo en el 0-100% de aciertos en las actividades propias del desarrollo correspondiente a la edad del niño), lo que debe ser estimado como moderadamente bajo, ya que considerando que las actividades pedidas al niño en su período correspondiente a la edad eran las que debería dominar, construimos tres niveles de clasificación: adecuado (de 90 a 100 puntos), moderadamente bajo (de 89 a 70 puntos) y bajo (menos de 69 puntos).
Sólo el 30,4% de los niños logró insertarse en la clasificación de desarrollo madurativo adecuado (tabla 1).
Por grupos culturales, el promedio mayor lo presentaron los niños migrantes, con el 75,4%, y el menor promedio fue para los niños rurales, con el 71,2%. Si tenemos en cuenta los grupos de edad, el promedio más alto se registró en los niños de 6 a 9 meses del grupo migrante, con un 90,0%, y el más bajo en los niños de 6 a 9 meses del grupo indígena, con un 40,0% (tabla 2).
Por niveles ya clasificados, el grupo de migrantes aparece como el mejor calificado, con un 41,8% de los sujetos en el nivel adecuado, frente al grupo indígena, que sería el de más baja calificación, con solamente el 25,2% de sus sujetos en el nivel adecuado (tabla 3).
El municipio y la localidad en la que habita el niño se asociaron con la calificación general de puntuación en su desarrollo (p = 0,0000), pero no cuando el desarrollo del niño se analizó agrupándolo en alto, medio y bajo. Sin embargo, el desarrollo madurativo así agrupado estuvo asociado con la situación de las relaciones de la pareja durante el embarazo (p = 0,0153) y con haber sido atendido en el parto por una partera (p = 0,1547).
No hubo asociación del desarrollo madurativo de la población general, en ninguna de sus dos clasificaciones, con: haber planeado el embarazo, que el parto hubiera sido por cesárea, que se utilizaran fórceps en el parto, haber contado con atención médica profesional, haber nacido sin atención de ningún tipo de especialista, nacer antes de tiempo, haber presentado algún problema en el embarazo, haber notado algún problema en el niño al nacer, haber sufrido alguna enfermedad grave en el embarazo o que el niño mostrara algún problema que los padres hubieran notado en el momento de la evaluación.
De los factores estudiados, no todos influyen de la misma manera en todos los grupos de edad. Al analizar las calificaciones generales de desarrollo obtenidas en la escala aplicada, el «municipio y la localidad en que se vive» presentaron una asociación significativa en todos los grupos de edad; la «situación de las relaciones de la pareja» durante el embarazo presenta asociación significativa en los 3 grupos de mayor edad: 18-24 meses, 2-3 años y 3-4 años. «Presentar algún problema durante el embarazo» y «haber sido atendida por partera» se relacionaron con el desarrollo madurativo de los niños en un solo grupo de edad cada uno, el de 2 a 3 años y el de 12 a 18 meses, respectivamente (tabla 4).
Discusión
Si consideramos válidos los criterios establecidos por autores como Piaget, Wallon y Gessell (en los que se sustenta el Programa de Desarrollo del Niño de 0 a 4 años a través de padres de familia y miembros de la comunidad con el que se trabajó en esta experiencia), el promedio de los niños examinados debería lograr el 100% de aciertos en lo correspondiente a su edad; sin embargo, los datos han revelado que un gran número de niños presenta un desarrollo madurativo menor al esperado.
Esta situación sería considerada como grave si se hubiera utilizado una escala general de desarrollo, pero debe ser valorada con mayor atención, dado que los resultados provienen de una escala ya diseñada para niños de zonas socioeconómica y culturalmente empobrecidas.
Ontiveros et al17 señalan que la edad en que los niños controlan sus movimientos se utiliza con frecuencia como un indicador del nivel de desarrollo. En su trabajo realizado con 82 niños de 0 a 3 años, estos autores evaluaron el desarrollo motor grueso de los niños en función del sexo, el nivel socioeconómico y la estimulación disponible en el hogar. Sus resultados indican que los niños con un nivel socioeconómico alto tienen mejores calificaciones, a iguales edad y sexo, que los niños de familias con menor nivel socioeconómico. Las niñas abandonan el gateo antes que los niños e inician la conducta de correr más tarde que éstos; en cuanto a la disponibilidad de estimulación en el hogar, los niños con una calificación alta abandonan antes el gateo e inician la conducta de correr más tempranamente.
Las condiciones socioeconómicas y culturales han mostrado ser un factor base para el desarrollo adecuado del niño. En la década de los ochenta se señalaba que entre las variables con mayor peso o influencia sobre la aparición de estas estructuras de desarrollo se encuentran las de tipo psicosocial, como la interacción madre-hijo y el grupo social y cultural en que vive. Mussen et al18 y Cravioto4 confirman que, en un ambiente psicosocial pobre en estímulos y en experiencias, los niños rinden menos que los que viven en ambientes estimuladores.
En los noventa Valdez5 confirma esta relación al encontrar que el nivel de desarrollo alcanzado por los niños clasificados como de bajo riesgo psicosocial fue siempre mayor en todas la distintas subáreas que evalúa el instrumento (perceptual, motor fino, cognición, lenguaje, social emocional, autocuidado y motor grueso), en comparación con el nivel alcanzado por los pequeños considerados de alto riesgo psicosocial.
Todos los niños participantes en nuestra investigación son considerados como pertenecientes a un ambiente psicosocial de alto riesgo, lo que explica las bajas calificaciones obtenidas en el desarrollo madurativo evaluado por nuestra escala. Sin embargo, aun dentro de este grupo se observaron diferencias en algunas variables que pueden ser consideradas como de mayor riesgo dentro de un grupo ya de alto riesgo.
Así, encontramos que los municipios y localidades de mayor marginalidad presentaban promedios de desarrollo más bajos, y que situaciones como «haber sido atendida por una partera» estuvieron asociadas con los niños de 12-18 meses; debemos tener en cuenta que la atención de la partera se da principalmente en los municipios y localidades más pobres, lo que podría explicar la asociación y no tanto el trabajo mismo de la partera (que en general es muy buen apoyo).
Para nosotros resulta llamativo que, incluso en los casos de un desarrollo madurativo muy bajo, la madre no comunique que el niño tenga algún problema en el momento del estudio. Esto significa que, desde la percepción de la madre, el bajo desarrollo madurativo no es un problema o no se da cuenta de que existe un retraso en el desarrollo del niño. Esto tiene importantes implicaciones en la respuesta no proactiva que se puede esperar de estas madres ante programas comunitarios de educación y/o de salud destinados a la intervención temprana en estos niños, lo que resulta especialmente grave, ya que los programas de estimulación temprana han mostrado ser un buen camino para tratar de paliar el efecto de la carestía que acompaña al bajo nivel económico6,15.