Queremos felicitar a Pérez et al. por su estudio nutricional en ancianas con y sin fractura de cadera1, recientemente publicado en su revista, y nos gustaría hacer algunas observaciones prácticas.
Desde el punto de vista metodológico, sería interesante saber si la medición de las variables antropométricas fueron realizadas por un solo observador o por varios, ya que está descrita la existencia de problemas de reproducibilidad y sesgos interobservador e intraobservador en las mediciones antropométricas, especialmente en las medidas de los pliegues cutáneos2; también sería útil conocer los valores registrados de dichos pliegues cutáneos. Por otro lado, es destacable que la altura y peso del grupo de pacientes con fractura se obtengan a través de estimaciones, y en el grupo de pacientes control a través de mediciones reales. El empleo de 2 métodos de medida completamente diferentes en cada grupo puede haber sesgado los valores de peso, altura e índice de masa corporal (IMC).
En los resultados obtenidos por Pérez et al.1 llama la atención que haya diferencias significativas entre ambos grupos en los parámetros antropométricos y en la ingesta de micro y macronutrientes, pero no en la puntuación del Mini Nutritional Assessment (MNA). El MNA es el método de cribado y valoración nutricional recomendado en ancianos por las guías de la Sociedad Europea de Nutrición Enteral y Parenteral3, e incluye variables antropométricas, dietéticas, de evaluación global (estilo de vida, fármacos, movilidad) y de autopercepción de salud y nutrición. La puntuación media de MNA en el grupo con fractura es de 23,4 y de 23,6 en el grupo control, orientando a una buena situación nutricional de ambos grupos (MNA 17 a 23,5 representa riesgo de desnutrición, MNA menor de 17 es malnutrición). Dado que el MNA incluye variables en las que los autores sí han evidenciado diferencias significativas entre ambos grupos (antropométricas como peso, talla, IMC, circunferencia braquial y de la pantorrilla, y dietéticas como el consumo de frutas, verduras y agua), también parecerían esperables diferencias significativas en la puntuación del MNA que no se han producido. Sería interesante conocer si hubo diferencias entre ambos grupos en el resto de ítems de la encuesta dietética del MNA, en concreto en el número de comidas diarias, en el consumo de carne, pescado o aves, huevos o legumbres, y, especialmente, en el consumo diario de lácteos. Además, ayudaría a valorar la concordancia de la encuesta dietética del MNA con los otros métodos de valoración dietética utilizada en el estudio (cuestionario dietético consensuado y recuerdo de 24 h).
Los parámetros antropométricos, de forma aislada, no son una herramienta adecuada para la valoración nutricional de los pacientes ancianos, ya que no son indicadores precoces de desnutrición, pueden originar problemas de reproducibilidad y están influidos por cambios en la composición corporal asociados al envejecimiento (sarcopenia) o a ciertas enfermedades no relacionadas con la malnutrición2. Si además sus valores pueden estar sesgados por el uso de métodos de medida diferentes en cada grupo de estudio, la estimación de la prevalencia de malnutrición basada en datos antropométricos debe ser interpretada con cautela. Dado que en el estudio se ha empleado el MNA, sería útil conocer cuántos pacientes son clasificados por esta herramienta de cribado nutricional como malnutridos, a riesgo nutricional y normonutridos, de forma global y en cada grupo, y si hubo diferencias significativas entre ellos.
En resumen, conocemos que hay una mayor prevalencia de desnutrición en los pacientes con fractura de cadera1, y que la desnutrición se asocia con una peor recuperación funcional de los mismos4, por lo que se deben introducir medidas preventivas y correctoras de la desnutrición en este grupo de edad. Se ha demostrado que la administración de suplementos nutricionales reduce la mortalidad en las personas de edad avanzada con desnutrición5. Sin embargo, solo existen pruebas débiles de su efectividad en la asistencia post-operatoria de la fractura de cadera en pacientes de edad avanzada, siendo precisos ensayos aleatorios con un tamaño adecuado y una metodología sólida6.