Introducción. Los trastornos del sueño figuran entre los problemas del comportamiento más frecuentes en la lactancia y la primera infancia1. La medicina del sueño es una especialidad con poco más de 30 años de existencia y que en la actualidad se encuentra en proceso de elaboración y estudio. Cada vez se conocen más las influencias de las alteraciones del sueño en la infancia en el estado de salud física y psíquica de nuestros pacientes y su entorno familiar2. La clínica de dichos trastornos es muy rica y variada en todas las edades, y tienen gran importancia las alteraciones precoces del sueño infantil3,4.
Objetivo. Conocer la prevalencia puntual de los trastornos del sueño en una población pediátrica de atención primaria de nuestro medio y de los diferentes hábitos relacionados con el sueño infantil. Observar su impacto en el descanso familiar.
Tipo de estudio. Observacional y transversal.
Emplazamiento. Área básica de salud urbana.
Sujetos. Muestra aleatoria de 135 niños de 6 meses hasta 10 años calculada con un riesgo alfa de 0,05 y una precisión ± 8%.
Mediciones e intervenciones. Mediante una encuesta de elaboración propia se recogen datos sobre el hábito del sueño (vivencia del niño al ir a dormir: agradable, desagradable o indiferente, la necesidad de un elemento de transición para conciliar el sueño, tiempo de demora en dormirse, número de despertares nocturnos por noche, cambio de cama al despertarse, repercusiones en la familia por interrumpir el sueño y conciencia familiar del problema).
Resultados. Por sexos, 75 (55,6%) eran varones. La edad media fue de 4,3 ± 2,7 años. El 26,7% de los padres considera que sus hijos presentan algún problema del sueño. El 22,2% de los niños vive el hecho de ir a dormir como una experiencia desagradable, y el 56,3% precisa un elemento de transición para poder conciliar el sueño. El 70,4% de los niños tarda menos de 20 min en dormirse, pero el despertar nocturno se produce una vez por noche en el 25,2% de los casos, 2 veces por noche en el 10,4% de los casos, >= 3 veces por noche en el 14,1% de los casos; no se despiertan en toda la noche en el 50,4% de los casos. El 20,7% de los niños se cambia de cama más de 4 veces a la semana. Los despertares nocturnos crean una sensación de descanso insuficiente en el 22,2% de las familias. Se observan diferencias estadísticamente significativas por grupos de edad, siendo de 6 meses a 2 años los que se despiertan más (p < 0,004).
Conclusiones. La prevalencia de los despertares nocturnos por hijo es del 49,6% en nuestro estudio, lo que indica una alta incidencia de problemas con el sueño en niños sanos. Conlleva un descanso insuficiente en la mitad de las familias con hijos que presentan trastornos del sueño pero, a pesar de ello, sólo 1 de cada 4 consultan el problema. Sería conveniente incrementar la enseñanza de los hábitos correctos de sueño en la práctica clínica de atención primaria.