La consulta de atención primaria, como primer nivel asistencial, permite la detección precoz de conductas inadecuadas en relación con la salud, así como problemas que aparecen por actividades o usos que inicialmente se suponen saludables y que pueden no serlo.
La reciente observación en nuestro centro de 3 pacientes con tendinitis y dolores de extremidades inferiores, que tenían en común el uso de unas populares zapatillas de suela redondeada, nos ha llevado a revisar las evidencias existentes.
Las llamadas Masai (shape-ups, toning shoes) son unas deportivas con suela especial que fueron inventadas en 1990 por Karl Muller, un biomecánico suizo. Pretenden cambiar la manera en que una persona camina, reforzando grupos musculares diferentes a los habituales, como al caminar descalzo (como los Masai). Además, al crear inestabilidad postural, forzarían a los músculos a hacer un esfuerzo mayor y los fabricantes dijeron que favorecían la pérdida de peso, mejoraban la postura y daban un mayor tono muscular de extremidades inferiores y nalgas. En 1996 se inició su comercialización en Suiza, extendiéndose rápidamente a todo el mundo1.
Uno de los principales fabricantes, Skechers, decidió pagar recientemente 40 millones de dólares en reclamaciones a consumidores por el contencioso que tiene la marca con la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos, y así no continuar con el proceso judicial que tenía en marcha por supuesta publicidad engañosa. El acuerdo prohíbe que en sus anuncios vuelva a mencionar que su calzado favorece el fortalecimiento muscular, la pérdida de peso o cualquier otro beneficio relacionado con la salud o el estado físico2. Este acuerdo judicial llega después del acordado en el 2011 con Reebok que aceptó pagar 25 millones de dólares en reembolsos a sus clientes3.
En un estudio del año 2010, con amplia repercusión en Estados Unidos, financiado por The American Council of Exercise (ACE) y realizado por la Universidad de Wisconsin La Crosse, se compararon entre 2 grupos de 12 mujeres cada uno de edades entre 19 y 27 años, uno con calzado deportivo y otro con calzado tipo shape-ups. Valoraron el consumo de oxígeno, la frecuencia cardíaca, el consumo energético, el cansancio percibido y la actividad muscular en 6 grupos musculares diferentes. No hubo diferencias significativas entre los 2 grupos en ninguno de los parámetros4.
En la literatura científica encontramos diversos estudios, siempre con grupos muy reducidos de pacientes. En el estudio más numeroso, de 123 sujetos, se valora la reducción del dolor para sujetos artrósicos, sin establecerse diferencias significativas entre los 2 grupos5.
Hay estudios en los que se valoran cargas articulares, cinética y cinemática, activación muscular, variabilidad del movimiento, actividad extensora muscular, postura del pie y presión plantar, pero cuentan con un número muy reducido de pacientes.
No existe constancia de si este calzado pudiera favorecer algún tipo de lesión muscular o caídas, aunque en Estados Unidos, en la base de datos de consumo, de la Consumer Product Safety Commission, aparecen 326 incidentes relacionados con este tipo de calzado6. La mayoría son lesiones menores como tendinitis y algias musculares, pero hay algunos casos de fracturas por caídas y lesiones articulares.
Actualmente, el fabricante recomienda su uso inicialmente en paseos cortos, incluyendo, en algunos casos, un CD de consejos, pero no se incluye información sobre las posibles lesiones que se podrían sufrir al cambiar la manera de caminar. Las personas de mayor edad o con lesiones preexistentes podrían tener mayor riesgo de lesiones.
Todo lo expuesto nos hace plantearnos que deberíamos tener en cuenta la posible implicación de este tipo de calzado, de manera directa o indirecta, en el desarrollo de lesiones de extremidades inferiores y alertar respecto a un uso del mismo de manera más responsable.