El desempeño del rol de cuidador ha sido asociado repetidamente con un mayor riesgo para el desarrollo de afecciones de naturaleza física, social y/o emocional en la persona que cuida1. Sin embargo, se conoce menos acerca de cuáles son los factores que se relacionan con un mayor nivel de sobrecarga de los cuidadores, y la influencia que el género puede tener sobre la vivencia de cuidar. En respuesta a estas lagunas se planteó esta investigación, cuyo objetivo principal fue describir el perfil del cuidador principal de nuestro medio, y comparar el nivel de sobrecarga y sus determinantes en función del género del cuidador.
Se realizó un estudio descriptivo transversal durante el 1.er semestre del año 2015. Los participantes fueron 392 (336 mujeres y 56 varones) cuidadores principales de personas con algún grado de dependencia (determinada a través de la escala de Barthel) pertenecientes a 9 centros de salud de la Comunidad de Aragón.
La sobrecarga del cuidador fue evaluada a través de la versión española de la escala auto-administrada de Zarit2, que consta de 22 ítems que se valoran de 1 a 5 y, por tanto, otorga una puntuación final entre 22 y 110 puntos. El resto de variables incluidas en el análisis, relativas tanto al cuidador como al dependiente, fueron recogidas a través de entrevista clínica y revisión de historias médicas.
El perfil de cuidador de la muestra fue el de una mujer de alrededor de 55 años, hija del dependiente y con estudios básicos o medios. Alrededor de la mitad de los cuidadores presentaba algún tipo de morbilidad siendo la hipertensión arterial, la diabetes mellitus tipo 2 y la dislipemia las enfermedades más incidentes. El tiempo medio dedicado al cuidado del dependiente se situó cerca de las 16h al día.
La puntuación media de sobrecarga de los cuidadores se situó en 55,13 puntos, un valor crítico en esta escala para la consideración de sobrecarga entre leve e intensa. Por géneros, se observó una sobrecarga superior en el grupo de mujeres respecto al de varones cuidadores, 56 y 49,98, respectivamente (p<0,05). Los modelos de regresión múltiple, únicamente muestran 2 variables explicativas de sobrecarga comunes en ambos géneros, a saber, la morbilidad del cuidador/a y la severidad de la dependencia del ser cuidado (tabla 1).
Modelos de regresión (mujeres y varones) para la sobrecarga del cuidadora
Variable | B | Error típico | β | |
---|---|---|---|---|
Mujeres cuidadorasb | F=27,587; R2=0,371 | |||
Constante | 39,612 | 3,744 | ||
Nivel de dolor de la cuidadora | 2,009 | 0,260 | 0,361 | |
Morbilidad de la cuidadora | 10,825 | 1,362 | 0,390 | |
Percepción de ayudas a la dependencia | 5,444 | 1,300 | 0,194 | |
Severidad de la dependencia | 6,667 | 1,514 | 0,217 | |
Edad del dependiente (años) | −0,108 | 0,039 | −0,141 | |
Tiempo como cuidadora (años) | −0,170 | 0,063 | −0,130 | |
Relación de parentesco | 4,384 | 1,848 | 0,111 | |
Varones cuidadoresb | F=21,104; R2=0,623 | |||
Constante | 35,305 | 3,763 | ||
Morbilidad del cuidador | −15,110 | 2,166 | 0,686 | |
Severidad de la dependencia | 10,650 | 1,904 | 0,513 | |
Edad del cuidador (años) | 0,287 | 0,057 | 0,509 | |
Reconocido nivel de dependencia | −6,196 | 1,831 | −0,299 |
Solo se incluye para cada modelo los factores independientemente asociados con la sobrecarga (p<0,05).
Significación estadística del modelo p<0,01.
Nivel de dolor de la cuidadora: puntuación escala visual analógica.
Morbilidad del cuidador: No: 0; Sí: 1.
Percepción de ayudas a la dependencia: No: 0; Sí: 1.
Severidad de la dependencia (escala de Barthel): dependencia escasa/moderada: 0; dependencia severa/total: 1.
Relación de parentesco: familiar 1.er grado: 0; familiar 2.° grado: 1.
Reconocido oficialmente nivel de dependencia: No: 0; Sí: 1.
El perfil del cuidador principal de esta muestra es similar al descrito para otros autores en España3. Nuestros resultados muestran importantes diferencias en los factores que afectan a la experiencia de cuidar, de varones y de mujeres. Tal y como se ha señalado en estudios previos4,5, se infiere que las características asociadas a los roles de género determinan un mayor nivel de sobrecarga en las mujeres cuidadoras que en los varones. A la luz de estos hallazgos parece necesaria la inclusión de la perspectiva género en la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de la sobrecarga del cuidador por parte de los profesionales sanitarios.
La principal limitación de este estudio es su diseño transversal que permite explorar asociaciones, pero limita la deducción de asociaciones causales. La realización de nuevos estudios de naturaleza prospectiva permitiría identificar relaciones causales, y evaluar las consecuencias de estados mantenidos de sobrecarga sobre la salud y el pronóstico vital del cuidador. Pese a ello, consideramos que los datos obtenidos en este estudio responden plenamente a los objetivos marcados, y pueden ser útiles con objeto de identificar a los cuidadores con mayor riesgo dentro de las estrategias de prevención y apoyo al cuidador principal.