El estudio de la función tiroidea es muy habitual en la rutina diaria, y el hallazgo de hipertirotropinemia es cada vez más frecuente debido a factores como el sobrepeso-obesidad, toma de distintos fármacos (litio, amiodarona, fenobarbital, estrógenos…), enfermedades intercurrentes o como inicio de un trastorno tiroideo1–3.
El objetivo del trabajo es detectar factores de riesgo de enfermedad tiroidea en pacientes remitidos a una consulta especializada por hallazgo de hipertirotropinemia, analizar las características epidemiológicas, clínicas y analíticas, así como valorar la prevalencia de hallazgos de disfunción tiroidea. Se trata de un estudio retrospectivo, observacional, descriptivo y analítico, en pacientes remitidos desde enero 2013 hasta marzo 2015, por hallazgo de TSH elevada en analítica sanguínea y controlados hasta el momento actual. Los criterios de inclusión fueron TSH>5,6μUI/ml, niveles de T4-libre normales (0,58-1,64ng/dl). Criterios de exclusión: tratamiento con L-tiroxina previo, y/o presencia de síndrome o factor que aumente el riesgo de padecer patología tiroidea (enfermedad celíaca, diabetes mellitus, síndrome de Turner…)
La muestra incluye 138 pacientes, de los que finalmente se recogen datos de 129, debido a que 9 presentaban algún criterio de exclusión. Se analizó el sexo, antecedentes personales y familiares, datos auxológicos (peso, talla, IMC), presencia/ausencia de bocio (grados de bocio OMS) y estadio puberal; datos analíticos (TSH, T4-libre, anticuerpos antitiroideos); edad ósea y ecografía tiroidea.
La relación mujer-varón fue 1,2:1. La edad media fue de 8,32±4,02 años. El síntoma más frecuente era astenia (N=39), siendo en 23 el único síntoma. El 40,31% presentan antecedentes familiares (n=52), siendo lo más frecuente la tiroiditis autoinmune. La mayoría presentan normopeso (13,2% sobrepeso-obesidad). El bocio estaba presente en el 34,1%.
La TSH en la primera determinación fue 9,64±6,62μUI/ml y T4-libre 0,93±0,21ng/dl. Tras 4-6 meses, se reevaluó la función tiroidea observando un descenso de la TSH a 6,22±5,48μUI/ml (p<0,05) con T4-L 0,91±0,88ng/dl. Hay anticuerpos antitiroideos positivos en el 46% del total de la muestra.
La ecografía tiroidea fue normal en el 59%; se encontró bocio en 18 pacientes (9 simples, 6 multinodulares y 3 nódulos aislados) e imagen sugestiva de tiroiditis en 28.
Los diagnósticos finales fueron: hipertirotropinemia transitoria 48,06%, hipotiroidismo por tiroiditis autoinmune 27,13%, hipotiroidismo adquirido no autoinmune 14,73%, tiroiditis autoinmune eutiroidea 5,43% e hipertirotropinemina en seguimiento no autoinmune 4,65%, similar a lo descrito en otras series4,5.
En las hipertirotropinemias transitorias se ha observado un tiempo medio de normalización de 4,81±3,53 meses (1-15 meses). El 52% presentaron normalización de la cifra en la segunda determinación.
Para evaluar el punto de corte óptimo sobre el riesgo de desarrollo de enfermedad tiroidea, se analizaron la sensibilidad y la especificidad de los valores a partir de 5,6μUI/ml, y resultó ser ≥8,75μUI/ml el que presenta la mejor relación (S: 78,18%, E: 75,68%) para realizar el despistaje.
La hipertirotropinemia en la edad pediátrica es con frecuencia, un proceso benigno que parece tener un bajo riesgo de evolución hacia un hipotiroidismo. Los factores de riesgo encontrados para el desarrollo de enfermedad tiroidea han sido el sexo femenino, la presencia de bocio o de alteraciones ecográficas tiroideas, una TSH al diagnóstico ≥8,75μUI/ml, la presencia de anticuerpos antitiroideos positivos y la presencia de síntomas sugestivos de hipotiroidismo. Tanto el sexo masculino como la presencia de sobrepeso-obesidad no añaden mayor riesgo, por lo que es recomendable realizar acciones encaminadas a disminuir el peso antes de repetir una segunda determinación, que se realizará a los 3-4 meses de la primera6.
A la vista de los resultados hallados, se plantea un algoritmo de manejo de las hipertirotropinemias desde atención primaria (fig. 1).
FinanciaciónEste trabajo no ha recibido ningún tipo de financiación.