Con el aumento de la esperanza de vida, en las sociedades occidentales se viene observando desde hace décadas un envejecimiento demográfico de la población. Por su magnitud y permanencia, el cuidado informal es la columna vertebral de los sistemas de cuidados de larga duración en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, ya que se atribuye a la familia la responsabilidad del cuidado no remunerado de sus miembros y dentro de ella a las mujeres1.
Es frecuente encontrarnos con que las personas mayores no solo son receptoras de cuidados sino también proveedoras de tales cuidados. En España, el 13,6% de las personas mayores de 65 años cuidan regularmente a una persona con una dependencia debida a una enfermedad o discapacidad2. Por lo tanto, el propósito de nuestro estudio fue analizar el impacto en la salud y sus determinantes de las personas mayores cuidadoras.
Se realizó un estudio descriptivo transversal. El tamaño muestral alcanzado fue de 152 pacientes, el tipo de muestreo fue aleatorio estratificado. Los sujetos fueron mayores de 65 años, seleccionados durante 3 meses, y según iban apareciendo en las agendas de enfermería y la disposición a participar en el estudio.
Se utilizó una entrevista semiestructurada, tomando como referencia la información del cuestionario de salud de la Comunidad Valenciana Adaptado3. Se consideró como variable resultado el nivel de salud y sus determinantes (biológicos, sociales, culturales) de los cuidados informales y el sexo como principal variable explicativa.
Tras el informe favorable del Comité Ético de Investigación (CEI) del departamento 21, con el código de registro TFM-2021-010, se les entregó una hoja informativa del estudio a los participantes y se les solicitó el consentimiento informado.
La muestra total fue de 152 usuarios/as con edades comprendidas entre los 65 y 94 años y una media de años (DE 7,45). El 40% refirieron que vivían 2 miembros en el hogar de media, seguido de un único miembro por hogar con un 36,1%.
Se observó en ambos grupos una mayor comorbilidad en los hombres, así como un mayor hábito tabáquico (p<0,001). Con respecto a la variable de convivir en pareja (p<0,009), se observó asociación significativa por sexo.
En la figura 1 se describe la valoración de la salud autopercibida por los/las pacientes. Se observan valores superiores en las mujeres respecto a la salud autopercibida como regular.
Con respecto a la salud en los últimos 12 meses, el 81% de las mujeres refirieron tener peor salud. En relación con el grado de satisfacción de los servicios sanitarios, destacan las mujeres con valores superiores respecto a la satisfacción de los servicios sanitarios.
En relación con el número de horas de cuidados informales y la edad de la persona a su cargo, se observan los valores más altos en las mujeres. Sobre todo, en el número de horas de cuidados de lunes a viernes a los menores de 15 años (p<0,025).
La provisión de cuidados informales ha mostrado un impacto en la salud de las personas mayores cuidadoras, siendo más acusado en las mujeres. En nuestro estudio observamos que las mujeres tienen una peor salud autopercibida y en los últimos 12 meses. Al igual que otros estudios donde también refieren tener peor salud y más sobrecarga que los hombres4.
A pesar del mayor riesgo de sobrecarga que corren las personas mayores cuidadoras, observamos en nuestro estudio, y concretamente en el grupo de las mujeres, un mayor grado de satisfacción con los servicios sanitarios.
Con respecto al número de horas de cuidados informales y la edad de la persona a su cargo, observamos valores más elevados en las mujeres, a pesar de su autopercepción de la salud. Al igual que otros estudios, las mujeres mayores cuidadoras que conviven con la persona a la que cuidan brindan horas intensivas de diferentes tipos de atención y tienen una relación emocional más fuerte con la persona a la que cuidan5.
Nuestros hallazgos sugieren que ciertas intervenciones relacionadas con la educación, el apoyo y los cuidados de relevo podrían ayudar a reducir la carga de los cuidadores informales mayores.
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Con el aumento de la esperanza de vida, en las sociedades occidentales se observa desde hace décadas un envejecimiento demográfico de la población.
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El perfil más frecuente de cuidadora informal es el de mujer, con una edad media superior a 50 años, que suele ser hija o cónyuge de la persona que necesita cuidados.
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Es común encontrar que las personas mayores no solo son receptoras de atención sino también proveedoras de dicha atención.
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Nuestros hallazgos sugieren que ciertas intervenciones relacionadas con la educación, el apoyo y el cuidado de relevo podrían ayudar a reducir la carga de los cuidadores informales mayores.
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Es importante promover el uso de los recursos sociales para mejorar la asistencia y el cuidado de las personas mayores, y así prevenir posibles efectos relacionados con las normas, valores, estereotipos e identidades de género.
Este trabajo no ha recibido ningún tipo de financiación.
Consideraciones éticasLa aprobación del estudio se obtuvo del Comité de Ética en Investigación del departamento de salud 21 (código de registro TFM-2021-010).
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.