Introducción
El tabaco parece tener un efecto adverso sobre el rendimiento deportivo1 y, aunque en esfuerzos intensos los efectos de la nicotina en el organismo en reposo parecen neutralizarse2, los demás efectos adversos del tabaco sobre el rendimiento físico se evidencian más con el aumento de la intensidad del esfuerzo3.
Según esto, parece que la carrera a pie, que es un esfuerzo intenso, debería ser incompatible con el hábito tabáquico y se podría utilizar como una ayuda para dejar de fumar. Sin embargo, contamos con escasos estudios sobre la asociación entre la carrera a pie y el hábito tabáquico. Apenas se han publicado 2 estudios de observación transversal4,5 sobre dicha asociación, llevados a cabo en los participantes en sendas carreras de competición. En el primero4 se estudió a 428 mujeres corredoras suizas, participantes en una carrera popular de 16 km, mediante cuestionario y se encontró una asociación positiva entre el hábito de correr y dejar de fumar, aunque el objetivo principal del estudio no era la búsqueda de esa asociación. En el segundo5, se estudió a 688 varones y 725 mujeres estadounidenses participantes en una carrera de competición de 10 km mediante cuestionario, con un objetivo que no era la búsqueda de esa asociación, aunque se encontró que el 81% de los varones y el 75% de las mujeres que fumaban cuando comenzaron a correr habían dejado de fumar tras comenzar a practicar la carrera recreativa. Además, entre los que se mantenían corriendo un año después (el 89% de los varones y el 79% de las mujeres) era significativamente más común dejar de fumar que entre los que habían dejado ya de correr. Por tanto, no hay ningún estudio que haya investigado de forma específica la influencia que el hábito de correr regularmente puede tener en el hábito de fumar.
A la vista de lo anterior, el objetivo del presente estudio era investigar la influencia de la carrera a pie en el hábito tabáquico, con la hipótesis de que las personas que corren regularmente fuman menos y correr les ha ayudado a dejar de fumar.
Sujetos y método
Diseño y ámbito del estudio
Se trata de un estudio de casos y controles, con emparejamiento 1:1, de observación longitudinal retrospectiva, llevado a cabo en población de la ciudad de Toledo.
Población de estudio
Voluntarios de una asociación de corredores recreativa en la que se realizó un reconocimiento médico que incluía preguntas sobre hábitos de vida (tabaco, alcohol y ejercicio) y mediciones del peso, la talla, la presión arterial y la frecuencia cardíaca de reposo, con la inclusión de 58 sujetos corredores, de los que se excluyó a 10 por: antecedentes de hipertensión arterial (3 sujetos), diabetes (4 sujetos), enfermedad cardíaca (2 sujetos) o llevar menos de un año corriendo (1 sujeto). De los 10, 8 eran ex fumadores y 2, no fumadores. Por tanto, quedaron 48 sujetos corredores sanos para formar el grupo de casos.
El grupo de controles se formó con sujetos sanos, emparejados por sexo y año de nacimiento, elegidos al azar (mediante una tabla de números aleatorios) entre la población adscrita al médico investigador del estudio. De los sujetos inicialmente elegidos, hubo que excluir a 5 por enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) (1 sujeto), hipertensión arterial (HTA) (2 sujetos) y diabetes (2 sujetos). De los 5, 3 eran fumadores y 2, ex fumadores, y fueron sustituidos por sujetos de reserva elegidos también al azar.
Mediciones
En ambos grupos se hicieron las siguientes preguntas: ¿es o ha sido fumador?, ¿desde cuándo?, ¿hasta cuándo?, ¿cuánto fuma o fumaba? Además, se les midió el peso, la talla, la presión arterial (PA) y la frecuencia cardíaca (FC) de reposo, y se les preguntó por las bebidas alcohólicas que tomaban a la semana y la cantidad.
El peso se midió con los sujetos descalzos y ligeros de ropa, sin objetos metálicos en los bolsillos, en una báscula estándar de consulta. La talla se midió también con los sujetos descalzos, con el tallímetro incorporado a la báscula, y con la cabeza en una posición que mantuviera alineados la punta de la nariz con el lóbulo de la oreja. Con el peso y la talla se calculó el índice de masa corporal (IMC) dividiendo el peso en kilogramos por la talla en metros elevada al cuadrado. La PA se les midió en el brazo derecho, con un tensiómetro de mercurio, en posición de sentados y tras haber transcurrido más de 3 min en esa posición, de acuerdo con las recomendaciones al respecto. La FC de reposo se midió en la misma posición, después de la PA, contando el número de latidos en 15 s y multiplicándolo por 4.
A los corredores se les hizo también las siguientes preguntas: ¿cuándo comenzó a correr?, ¿cuántos días por semana corre?, ¿durante cuánto tiempo?, ¿con qué intensidad de 1 a 10?
Validación de los cuestionarios
Las preguntas sobre el tabaco figuraban en un cuestionario que se volvió a administrar a 41 sujetos (34 casos y 7 controles; 42,7%), para una validación test-retest de las respuestas, con una correlación de 1 para el estado de fumador, ex fumador o no fumador; 0,95 para los años de fumador; 0,96 para el número de cigarrillos diarios fumados, y 0,99 para los años que hacía desde que abandonaron el tabaco.
También se volvió a hacer las preguntas sobre la carrera en 18 casos (37,5%), para una validación test-retest de las respuestas, con una correlación de 1 para el estado de corredor; 0,88 para los años que llevaban corriendo; 0,84 para la frecuencia semanal con que lo hacían; 0,15 para la duración de la sesión, y 0,38 para la intensidad subjetiva con la que corrían.
Análisis estadístico
Para el análisis de los datos se utilizó el programa informático STATA, versión 6.0. Se obtuvieron las proporciones de sujetos que fumaban o habían fumado alguna vez, así como las de los que fumaban en la actualidad, y se compararon entre los dos grupos mediante el cálculo de la odds ratio (OR) por el método de Mantel-Haenzsel. También se calculó la OR de las probabilidades de dejar el tabaco de cada grupo. Se obtuvieron las medias y las desviaciones estándar (DE) de los años de hábito de los fumadores, los años de abandono del tabaco de los ex fumadores, el número de cigarrillos diarios que fumaban los que habían fumado alguna vez, el número de gramos de alcohol consumidos a la semana, el IMC, las cifras de PA sistólica y diastólica y la FC de reposo. Todos estos parámetros se compararon entre los dos grupos mediante el test de la t de Student para muestras independientes y el test de la U de Mann-Whitney cuando no se cumplían los supuestos de normalidad y homogeneidad de las varianzas.
En el grupo de corredores se obtuvo la correlación r de Pearson entre el número de años que llevaban corriendo y el que llevaban sin fumar los ex fumadores; también se obtuvieron las proporciones de corredores que habían dejado de fumar desde que empezaron a correr y de los que lo dejaron en el momento de empezar a correr.
Resultados
En cada grupo se reunió una muestra de 47 varones y una mujer, de una edad media de 47 ± 7,8 años (intervalo, 26 a 66 años).
Las principales características de los 2 grupos, así como su comparación, se muestran en la tabla 1.
Los corredores llevaban manteniendo el hábito de correr una media de 11,4 ± 7,7 años (intervalo, 2 a 32 años), corrían durante 63,7 ± 9,8 minutos (intervalo, 45 a 90 min), con una frecuencia de 2 a 7 días por semana (mediana, 5 días) y con una intensidad de 4 a 8 (mediana, 5) en la escala del 1 al 10.
En la figura 1 se muestra la proporción de sujetos fumadores o ex fumadores en ambos grupos. La OR de la comparación entre los 2 grupos era 0,486 (intervalo de confianza [IC] del 95%, 0,205-1,149; *2 = 2,81; p = 0,0934). También se muestra la proporción de sujetos que seguían fumando en ambos grupos, cuya OR para la comparación era 0,127 (IC del 95%, 0,035-0,456; *2 = 14,07; p = 0,0002). Entre los corredores, 22 sujetos (45,83%) habían dejado de fumar, frente a sólo 14 (29,17%) en el grupo control (OR para la comparación de 7,85; IC del 95%, 1,897-32,526; *2 = 11,89; p = 0,0007). De los 26 corredores fumadores o ex fumadores, 13 (50%) habían dejado de fumar desde que comenzaron a correr y 10 de ellos (76,9%) habían dejado de fumar justo en el momento de iniciar el hábito de correr. La asociación entre el hábito de la carrera y el abandono del tabaco daba una correlación de r = 0,4564 (p = 0,0328) entre los años de corredor y los de ex fumador en los corredores ex fumadores.
FIGURA 1. Proporción de sujetos fumadores en algún momento de su vida y que siguen fumando en los 2 grupos.
Discusión
Correr a pie regularmente puede constituir una buena ayuda para dejar de fumar, al menos en los varones, como lo prueban el mayor número de sujetos que había abandonado el tabaco en el grupo de corredores respecto del grupo control, que los corredores, en este estudio, tengan 9 veces más probabilidades de haber abandonado el tabaco que los controles, la correlación significativa entre los años de corredor y los de ex fumador y el hecho de que el 50% de los corredores que fumaban había abandonado el hábito desde que comenzó a correr, habiéndolo abandonado más del 75% de éstos justo al decidir adoptar el hábito de correr a pie.
La explicación más coherente para esto es que la carrera a pie es un ejercicio de mayor intensidad que el utilizado para dejar de fumar en los estudios realizados sobre el tema6,7, que resulta en cierta manera incompatible con las restricciones a la capacidad física que el tabaco produce en los fumadores3,8-11, aunque también podría deberse a que la preocupación general por la propia salud lleve, por un lado, a correr regularmente y, por otro, a dejar de fumar. Para correr con regularidad se precisa que el sistema transportador de oxígeno funcione mejor que en otros tipos de ejercicio y las dificultades que el tabaco impone en el transporte de oxígeno10,11 puede que hagan de la carrera a pie un esfuerzo más penoso para los que corren, que les obliga a optar por uno de los dos hábitos.
Los ensayos clínicos realizados hasta el momento para valorar si el ejercicio físico puede ayudar a dejar de fumar no han demostrado que se produzca una mayor tasa de abandonos del tabaco entre los que reciben la intervención del ejercicio6,12, salvo en mujeres que realizan un ejercicio vigoroso7. Esta falta de respuesta puede deberse, por una parte, a que el ejercicio utilizado sea de una intensidad que haga compatible el hábito de fumar con el aumento del grado de actividad física y, por otra, a que los sujetos elegidos para esos estudios no sean personas motivadas para alguna de las conductas o para las dos, ya que tanto dejar de fumar como aumentar el grado de actividad física son dos cambios de conducta para los que hay que estar en un estadio de motivación que contemple esos dos posibles cambios.
Una debilidad de este estudio puede ser haber recogido ambos hábitos mediante cuestionario. Sin embargo, la validación test-retest realizada para las preguntas que recogían los 2 hábitos demuestra una buena fiabilidad. Las preguntas sobre el tabaco mantienen correlaciones, entre los 2 cuestionarios realizados a las mismas personas, de 0,95 a 1, ya que todo el mundo contesta si es fumador, ex fumador o no ha fumado nunca y suele recordar bien, de forma aproximada, cuándo comenzó a fumar, cuándo lo dejó y cuántos cigarrillos fumaba. Y las preguntas sobre la carrera a pie mantienen correlaciones entre los dos cuestionarios entre 0,84 y 1, aunque las correlaciones de la duración de la sesión y de la intensidad son más bajas y no significativas, ya que son 2 características del ejercicio que varían mucho de un día para otro y las respuestas reflejan la media de la semana en que se ha realizado la pregunta. Pero esto no es relevante para el hábito de correr, ya que todas las respuestas a los 2 cuestionarios del test-retest proporcionaban duraciones superiores a los 45 min e intensidades >= 4, lo que significa que el hábito de corredor era verdadero en todos, que recordaban bien los años que llevaban corriendo y la frecuencia con la que lo hacían, y que la duración y la intensidad, aunque con respuestas variables, alcanzaban magnitudes que suponían un ejercicio intenso. Esto lo corroboran también las diferencias entre los corredores y los controles en el IMC y la FC de reposo.
Otra debilidad podría ser la representatividad de los controles, que no han sido elegidos entre toda la población de la ciudad de Toledo, sino sólo entre una parte. Pero al pertenecer a un mismo médico y recibir las mismas influencias ambientales que los casos, es muy probable que tengan las mismas tasas de ex fumadores, o incluso más, que el resto de sedentarios de esa edad y sexo de la ciudad.
Un punto fuerte podría ser la pertenencia a la misma ciudad de los corredores y los controles, que hace que hayan recibido las mismas influencias ambientales respecto a los cambios de hábitos y, posiblemente, también hayan recibido influencias parecidas de sus médicos de familia. Esto aumenta la probabilidad de que la carrera haya sido el factor que ha influido en el abandono del tabaco.
En conclusión, se puede decir que hay una asociación negativa entre el hábito de correr a pie y el de fumar, de manera que si un fumador decide comenzar a correr regularmente tiene muchas probabilidades de abandonar el tabaco y mantenerse sin fumar.
Agradecimientos
Queremos agradecer su contribución en la recogida de datos a los siguientes residentes y exresidentes de MFyC: María Teresa Lorente (Santa Cruz de Tenerife), Manuel Bernardo (Talavera de la Reina), Nieves Viedma (Pontevedra), Javier González (Basauri), Oscar Peña (Badalona), Nieves Domínguez (Madrid), Julia Barco (Salamanca) y Ana Acevedo (Pontevedra), Rosana del Amo (Valladolid), Idoya Barca (Toledo), Carolina Burgos (Valladolid), Carmen Reina (Valladolid) y Luis Alfonso Marcos (Salamanca).
Este trabajo ha sido realizado dentro del marco de la redIAPP.