Sr. Director: Coincidimos con los Dres. Garmendia y Aguilar en la consideración de que el objeto de nuestro articulo1 no era entrar en un debate ideológico. Nuestra legislación vigente define que la vida empieza tras la implantación y, desde el punto de vista científico, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el embarazo se inicia cuando se produce la implantación del blastocisto. Según esto la píldora poscoital no es abortiva, y su reciente debate creemos que es síntoma de un problema mucho más amplio. La «píldora del día después» está considerada como medicación esencial por la OMS2.
¿Está embarazada una mujer que se encuentra en Tenerife y tiene ovocitos en una clínica de Barcelona, donde se realiza una microinseminación, que resulta exitosa, y desde la que se le telefonea para que acuda a implantárselos?
Prevención del embarazo e interrupción desde luego no es lo mismo, y las fronteras pueden no ser siempre nítidas. Los diferentes mecanismos de acción3-4 de la «píldora del día después» actúan antes de la implantación, de hecho se ha podido comprobar que una vez producida la implantación no tiene ninguna acción sobre ésta5, constatándose además, en estos casos, que tampoco tiene acción teratógena6 .
Para evitar un embarazo existen distintos grados de actuación, desde el uso de cualquier método anticonceptivo hasta el aborto en la semana 22, límite permitido por nuestras leyes. Pero, ¿por qué tener los óvulos inhibidos en los ovarios? ¿Por qué prescribir la píldora poscoital?7. ¿Por qué estrellar espermios en membranas de látex? ¿Por qué colocar dispositivos de cobre o levonorgenstrel en el útero? ¿Por qué interrumpir un embarazo? Porque hay mujeres o parejas que lo necesitan. Lo verdaderamente preocupante es no reconocer el derecho de las mujeres a la anticoncepción, como lo define la Asociación Médica Mundial8. La anticoncepción es una oferta de la sanidad pública en nuestro país.
Los médicos que prescriben o manejan cualquier método anticonceptivo tocan o rozan un terreno «muy vital», pero probablemente son más respetuosos con las ideas de los demás, a los que pueden ayudar a decidir mejor tras una información adecuada, en la que caben incertidumbres, como las hay en otros campos de la medicina. La decisión final siempre es de la mujer o de la pareja. Sin embargo, hay médicos de familia que están imponiendo su «objeción de conciencia» sobre la información a los pacientes. El que «no pueda» que remita a la mujer a otro médico sobre la marcha y que resuelva la situación.
La señora de Tenerife hoy, tras colgar el teléfono, tiene una buena noticia, pero aún no está embarazada. ¡Ojalá lo consiga!