La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la higiene de las manos como la principal medida para reducir las infecciones asociadas a la atención sanitaria, por lo que la promueve como prioritaria dentro de sus iniciativas para mejorar la seguridad de los pacientes1,2.
El Grupo de Trabajo de Seguridad del Paciente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria3,4 se planteó realizar una adaptación para atención primaria (AP) de las recomendaciones para la higiene de las manos de la OMS5 orientadas preferentemente al ámbito hospitalario, ya que existen diferencias sustanciales entre ambos niveles, tanto en las características de los pacientes como en las condiciones de trabajo en las que se practica la atención.
Un equipo de médicos de familia y de medicina preventiva, miembros del grupo de trabajo y colaboradores, redactó una adaptación de las recomendaciones al primer nivel asistencial. La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria las publicó en su página web6,7 y las facilitó a la Agencia de Calidad del Sistema Nacional de Salud, que las remitió como material de trabajo a las consejerías de salud de las diferentes comunidades autónomas. El documento se ha difundido en distintos foros así como en cursos y talleres realizados por miembros del grupo de trabajo en diferentes entornos.
La Guía de Higiene de Manos publicada en 2002 por el Centro para el Control de Enfermedades8 ha sido el documento base utilizado en la mayoría de las guías elaboradas desde entonces, entre las que destacan por su difusión la de la OMS9 y la del National Institute for Clinical Excellence10 del Reino Unido. Sin embargo, no existe actualmente evidencia científica generada en AP y aplicable a este nivel, por lo que estas recomendaciones se han elaborado por consenso de expertos, y se han adaptado las existentes para el nivel hospitalario.
En primer lugar, la decisión de cuándo efectuar la higiene de las manos tiene mayor grado de discrecionalidad en AP que en el ámbito hospitalario. Por otra parte, algunos aspectos del modelo de los 5 momentos para la higiene de las manos de la OMS, pensados para los hospitales, han de aplicarse de manera flexible en AP. El entorno en el que se da mayoritariamente el contacto entre el paciente y el personal sanitario es la consulta. La higienización de las manos antes y después del contacto con el entorno del paciente, inexcusable en los hospitales, solo tiene sentido en AP en la atención domiciliaria.
El contacto con el paciente exigirá en AP higiene previa o posterior de las manos o uso de guantes, según el tipo de paciente, de intervención y de enfermedad. Existen 3 productos de utilidad en el entorno sanitario para higienizar las manos: el jabón líquido común, el antiséptico y los preparados de base alcohólica (tabla 1).
El método de elección para la higiene de las manos en AP es la fricción con preparados de base alcohólica, salvo que estén contaminadas por suciedad visible. El lavado con agua y jabón tiene en este último supuesto su principal indicación8,9,11. La técnica para frotar el jabón o el preparado de base alcohólica sobre las manos debe garantizar la adecuada higiene en un tiempo mínimo, de manera que sea rápida y fácil de ejecutar. La técnica propuesta por la OMS reúne estas condiciones5.
Se recomienda efectuar la higiene de las manos en los siguientes momentos y circunstancias:
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Al comenzar y al finalizar el horario de consulta.
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Antes y después de realizar exploraciones que impliquen un contacto directo y mantenido con la piel del paciente8–10.
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Cuando se haya producido una exposición a líquidos corporales, como el contacto con fluidos corporales, secreciones o excreciones, mucosas, piel no intacta u objetos visiblemente contaminados con estos líquidos8–10.
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Antes y después del uso de guantes estériles8–10. En este caso, el método de elección en AP es, también, la fricción con preparados de base alcohólica.
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Entre paciente y paciente, según el contacto directo que haya habido entre el profesional y el paciente así como la enfermedad que presente este último. Este es el punto más divergente entre AP y hospitalaria respecto a la higiene de las manos. La alta frecuentación del primer nivel asistencial y la limitación del tiempo disponible obligan necesariamente al profesional a decidir en cada caso atendido la pertinencia de la higiene de las manos. No es lo mismo efectuar un trámite asistencial burocrático, como un certificado médico a un paciente sano, que atender a un paciente con una enfermedad infecciosa en la que las manos desempeñan un papel determinante como modo de transmisión8–10. La importancia de la higiene de las manos en este caso estará relacionada con la magnitud del riesgo.
El uso adecuado de los guantes es la otra medida principal para prevenir la transmisión de infecciones en AP. Usados correctamente protegen tanto al paciente como al personal sanitario; en cambio, el uso inadecuado puede suponer un riesgo para ambos.
Se usarán guantes estériles para8–10:
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Manipulación de zonas de la piel con solución de continuidad.
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Curas e intervenciones de cirugía menor.
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Sondajes de todo tipo.
Los guantes limpios no estériles están indicados en8–10:
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Atención de urgencias.
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Tactos vaginales y rectales.
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Exploración manual de la orofaringe.
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Tratamiento de fluidos corporales y material contaminado.
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Extracciones de muestras sanguíneas.
Su uso debe limitarse al momento de su indicación, se deben quitar inmediatamente tras el acto que los hacía precisos. No deben emplearse para atender a diferentes pacientes, usar el teléfono, manejar el ordenador o escribir a mano8–10.
Los responsables de la gestión de los centros de AP deben proporcionar a los profesionales los recursos necesarios para poder efectuar una higiene de las manos adecuada con el fin de mejorar su propia seguridad y la de los pacientes en lo relativo a la transmisión de enfermedades infecciosas.