Sr. Director: Otro año más contemplamos estupefactos cómo se cierran las agendas para citarse en consultas de atención especializada hasta que decidan cuándo van a coger sus vacaciones.
Este fenómeno casi bíblico («Los últimos serán los primeros y los primeros, últimos» [Mateo 20: 16]) que acontece anualmente hace que pacientes que soliciten cita en abril pueden obtenerla en septiembre y, sin embargo, si la piden en mayo o junio pueden tener cita en 15-30 días, e incluso al día siguiente.
Además de la injusticia que supone, también representa una molestia para el paciente (disminución de la accesibilidad) y una sobrecarga para el sistema, dado que el paciente suele aceptar la cita que le dan («por si acaso») y vuelve posteriormente a ver si se la pueden adelantar o acude a su médico a quejarse e intentar buscar una solución (fig. 1).
FIGURA 1. Movimiento del paciente.
Sabiendo que está en boga la planificación y luchar contra la lista de espera, ¿es acaso mucho pedir que en atención especializada soliciten sus vacaciones con 2 meses de antelación?