Introducción
Se calcula que 7-20 millones de ciudadanos de Estados Unidos portan alguna forma de arte corporal (piercing, tatuajes...)1. Hoy día, mientras paseamos por la calle, podemos ver numerosos piercing en localizaciones muy diversas en individuos muy heterogéneos. Todavía se halla por establecer el origen de esta moda, ya presente en la antigüedad y en tribus indígenas de distintas áreas del mundo2,3; sin embargo, queda patente la no inocuidad de tal práctica, ya que cada vez son más las publicaciones en torno de las complicaciones que origina, tanto infecciosas como traumáticas o casuales (tabla 1), la mayor parte de las cuales tiene su origen en la falta de medidas higiénicas, ya sea en la colocación del piercing, en la limpieza y/o en el cuidado posterior a dicha inserción2,6.
Normas de colocación
Distintas comunidades autónomas han aprobado leyes que regulan los establecimientos donde se realiza este tipo de prácticas, así como los cursos exigibles al personal encargado de la colocación del piercing (denominado piercer en la literatura anglosajona)7,8. De manera general, queda claro que la inserción de una pieza en el organismo ha de realizarse con instrumentos estériles y en condiciones asépticas. Enfermedades como sida, tuberculosis, hepatitis B, C, D y/o G pueden transmitirse por la reutilización del material sin una limpieza adecuada9,10. Distintas organizaciones de piercer y organismos sanitarios dan una serie de detalles que han de observarse en los establecimientos antes de colocarse un piercing (tabla 2)11.
Normas higiénicas generales
Tras la colocación del piercing se debe recomendar la irrigación de la herida dos veces al día, girando al mismo tiempo la pieza en varios sentidos12, con antisépticos incoloros como la clorhexidina, que garantizan un mejor cumplimiento de las curas2,6. Hay que tener en cuenta que una limpieza excesiva, así como las medidas compresivas o la ropa ajustada, pueden producir cicatrices anómalas (incluso queloides) e infección de la herida.
Cuando un paciente consulte acerca de la posibilidad de colocarse un piercing, debería ser informado de las posibles complicaciones en función del lugar de implantación y de las medidas que deberá adoptar en relación con el piercing tras aquélla (tabla 3)12.
Es importante tener en cuenta las características de cada paciente, ya que aunque el uso de nuevos materiales hace que las complicaciones alérgicas sean raras, algunas patologías se pueden agravar como puede ser el caso de la esclerodermia, o complicar, caso de la infección de prótesis (valvulares, ortopédicas...), por lo que en estos casos la implantación estaría contraindicada13. Una de las complicaciones más frecuentes citadas en la bibliografía es la endocarditis, que se puede producir incluso en pacientes jóvenes sin prótesis valvulares14,15.
En mujeres embarazadas hay que tener en cuenta que la distensión abdominal puede rechazar un piercing umbilical; y que uno practicado en un pezón debe ser retirado al sexto mes y no reponerse antes de 3 meses de finalizar la lactancia6.
Lugares de implantación
La oreja, por tradición, es el lugar más frecuente de implantación. La condritis y la pericondritis sólo se producirán si el piercing atraviesa el cartílago. La infección de partes blandas en esta localización es muy rara6,16. Esto también es aplicable al cartílago nasal, donde se puede ocasionar la perforación del tabique o la necrosis de la pared nasal externa. La implantación interocular sobre el puente nasal no es recomendable, puesto que es una zona de paso de distintos fascículos vasculonerviosos6,17.
La supuración se considera normal el primer mes en la zona umbilical (tabla 4), y sus complicaciones más frecuentes son la cicatrización anómala y la formación de abscesos. Es importante saber que no se debe implantar un piercing en ombligos protuyentes, ya que una infección del piercing podría extenderse a órganos intraabdominales a través de los restos del cordón umbilical6.
Es difícil determinar cuál es el segundo lugar de implantación en frecuencia, aunque pudieran ser el ombligo o la lengua. Sin embargo, está claro que el lugar con más complicaciones descritas en la literatura es la lengua18,19.
Un piercing en la lengua ha de situarse en la línea media, un poco por delante del frenillo lingual y esquivando los orificios de salida de las glándulas salivales y vasos linguales principales. La hinchazón lingual inicial por inflamación puede durar hasta 10 días y dificulta tanto la ingesta como la dicción, por lo que se recomienda el consumo de productos fríos que no requieran masticación. Una variante es el piercing en el frenillo; y se pueden encontrar incluso piercing en úvula6,19.
Dado que la boca es un gran foco séptico, en este caso se hace imprescindible el uso de enjuagues antisépticos cada vez que se ingiera algo durante, al menos, esos 10 días de hinchazón inicial. Erosiones del esmalte, roturas dentarias y retracción gingival son complicaciones frecuentes de los piercing en labio, mejilla o lengua6,12,18.
En el pezón cabe destacar el efecto de protrusión (aumento de tamaño del pezón) que puede generar la implantación de un piercing en varones, mientras que en mujeres puede obstruir la salida de los conductos galactóforos2,6 o alterar el sistema endocrino (e inducir la secreción de leche por hiperprolactinemia)6,20. También se han descrito casos de infección en prótesis mamarias secundarias a piercing en pezón.
Cuando un piercing es rechazado (expulsión de la pieza de manera natural por la reacción inflamatoria que genera), hay que pensar en una implantación incorrecta por insuficiente tejido de sujeción o en un tamaño inadecuado de la pieza para el orificio y/o la zona en cuestión. Este fenómeno es frecuente tras implantación en la cola de la ceja, lo que además puede dar lugar a depilación de ésta6. Otra complicación a la larga del piercing en la ceja es el aumento de laxitud de los tejidos, que pueden llegar a caer sobre el párpado ocasionando molestias en la visión normal. No hay que olvidarse de la posibilidad de infección intraorbitaria por proximidad. La implantación debe realizarse en la parte externa de la ceja (mitad externa) para evitar las estructuras fasciculares, al igual que en el caso del puente nasal6.
La mala cicatrización y la hemorragia persistente son las complicaciones más frecuentes en el área genitourinaria. La implantación atravesando un seno cavernoso generará una hemorragia excesiva, que también puede desencadenarse postimplantación en caso de erección si se produce poco después de aquélla, por lo que habrá que evitarlas durante al menos 10 días2,12,21. Las razones que se suelen argumentar a favor de esa práctica pertenecen a la esfera de la sexualidad, sobre todo en cuanto a los piercing en clítoris, aunque existen piercing meramente decorativos, caso de los escrotales6,22.
Recomendaciones
Ante un paciente con piercing que presente alguna complicación se debe realizar un planteamiento distinto en función de la gravedad de aquélla. No siempre estará indicada la retirada del piercing, como en el caso de la protrusión del pezón o de la supuración del ombligo durante el primer mes. Ante los signos de alarma que se indican en la tabla 5 se debería proceder a retirar la pieza, así como al tratamiento sintomático de cada caso.
En ocasiones la extracción del piercing se ve dificultada por su adherencia a estructuras vecinas; en estos casos la técnica de retirada es similar a la de la implantación, y consiste en realizar una nueva perforación, mediante un catéter intravenoso de diámetro ligeramente mayor al del piercing y extraerlo a través de la guía (que se puede dejar si la retirada va a ser temporal como, por ejemplo, a la hora de realizar exploraciones radiológicas o intervenciones quirúrgicas con anestesia general)23,24. El empleo de profilaxis antibiótica para evitar las complicaciones infecciosas requiere tener en cuenta la flora implicada en cada una de las localizaciones. En este sentido se debe pensar fundamentalmente en la flora saprofita de piel y de mucosas, por lo que la cloxacilina y la amoxicilina-clavulánico podrían ser opciones válidas, respectivamente2,4,6.
Conclusiones
Hoy día no es recomendable oponerse directamente a la realización de una práctica agresiva como es la implantación de un cuerpo extraño en el organismo cuando un paciente exprese tal determinación. La gran aceptación social del piercing requiere un enfoque más bien orientador, lo que puede hacerse mediante la explicación razonada de las distintas complicaciones y medidas a tomar para evitarlas en función del lugar de implantación de la pieza.
El conocimiento de los riesgos y su aceptación previamente a la implantación pueden evitar sufrimientos innecesarios para el futuro portador de un piercing.