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Vol. 22. Núm. 9.
Páginas 580-584 (noviembre 1998)
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Prevalencia del síndrome de burnout o desgaste profesional en los médicos de atención primaria
Prevalence of burnout or professional exhaustion syndrome in primary care doctors
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R. de Pablo Gonzáleza, JF. Suberviola Gonzáleza
a Centro de Salud Arrabal. Zaragoza.
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Objetivo. Conocer la prevalencia del síndrome de burnout entre los médicos de atención primaria de las Áreas II y V de Zaragoza y comparar los resultados con la muestra original americana y con 2 muestras nacionales representativas pertenecientes a atención primaria y especializada.

Diseño. Estudio poblacional de tipo transversal y descriptivo.

Emplazamiento. Médicos de atención primaria de las Áreas II y V de la provincia de Zaragoza.

Sujetos. Doscientos ochenta y seis médicos de atención primaria, mediante muestreo aleatorio por conglomerados sobre 37 centros de salud (14 rurales y 23 urbanos).

Mediciones y resultados. Sistema de encuesta anónima autoadministrada, incluyendo el cuestionario Maslasch Burnout Inventory que valora las tres dimensiones del síndrome: cansancio emocional, despersonalización y logros personales, y 2 cuestionarios de elaboración propia que incluían datos de filiación, aspectos laborales y opinión. Se obtuvo información de 81 varones y 63 mujeres (n=144). Un 59,7% de los participantes presentó alto desgaste profesional en cansancio emocional, un 36,1% en despersonalización y un 31,2% en logros personales. Al comparar con la muestra original americana obtuvimos resultados significativos en cansancio emocional y despersonalización, mientras que en la muestra nacional de atención primaria los hallamos en cansancio emocional y logros personales, y en la muestra nacional de atención especializada en despersonalización y logros personales.

Conclusiones. Se aprecia una considerable prevalencia de profesionales «quemados» en atención primaria, especialmente en cansancio emocional. Se necesitan intervenciones en política sanitaria a corto plazo para paliar y prevenir esta situación.

Palabras clave:
Síndrome de burnout
Desgaste profesional
Atención primaria
Prevalencia
Política sanitaria

Objective. To find the prevalence of burnout syndrome in general practitioners of the Public Sanitary Service in a health area in Zaragoza (Spain) and compare the results with the original American and two Spanish samples (general practitioners and specialists).

Design. A descriptive, crossover population study.

Setting. General practitioners of the Public Sanitary Service in a health area in Zaragoza (Spain).

Participants. A sample of 286 general practitioners was selected through random conglomerate sampling in 37 health centres (14 rural and 23 urban).

Results. We used an anonymous self-administered enquiry method. It included Maslasch Burnout Inventory (MBI), which values the three syndrome dimensions: emotional exhaustion (EE), despersonalization (DP) and lack of personal accomplishment (PA), and two own questionnaries related to the job and personal beliefs. 144 people (63 female and 81 male) between 29 and 69 years old were studied. 59.7% showed high levels of burnout on EE subscale, 36.1% on DP subscale and 31.2% on PA one. Comparing with the original American sample, we obtained significantly differences on EE and DP subscales whereas comparing with the Spanish general practitioners one we obtained significantly differences on EE and PA. Comparing with the Spanish specialists one we obtained significantly differences on DP and LP.

Conclusions. There's a serious prevalence of burnout syndrome in general practitioners, particularly on EE subscale. There should be quick interventions in health policy in order to control and prevent this issue.

Keywords:
Burnout syndrome
Professional overworking
Primary health care
Prevalence
Health policy
Texto completo

Introducción

Cada vez se le da más importancia al desgaste emocional que produce el ejercicio de la profesión médica, siendo éste intenso en un importante porcentaje de los médicos, posiblemente debido a las propias características de la medicina, a las presiones empresariales y sociales que se ven obligados a soportar, lo que conduce a medio plazo a un tremendo cansancio psicológico y desmotivación, produciendo unas claras consecuencias negativas para los profesionales, sus familias, los pacientes y también para la propia empresa1-7.

Desde hace más de 2 décadas, cuando Maslasch8 publicó el primer estudio empírico sobre el síndrome de burnout, desgaste profesional o profesional quemado, este conjunto de síntomas y signos ha llegado a constituir un cuadro bien estructurado, en relación con otros términos como estrés o ansiedad, pero con una identidad propia1,5,9.

Los profesionales de atención primaria, en este caso médicos, invierten mucho tiempo en la relación intensa con los pacientes y sus propios compañeros de trabajo, de una manera continuada, trabajando con los aspectos emocionales más profundos del individuo. Estas circunstancias, junto con las características de personalidad del profesional, relación con su ambiente laboral, presión institucional y otros factores asociados pueden conducir a un estrés profesional o síndrome de burnout1-3,10.

El desgaste profesional es un proceso continuo (no un suceso)1 distinto en cada individuo, pero con 4 fases más o menos definidas, que van desde el entusiasmo, estancamiento, frustración y apatía. Esta estructuración permite estudiar detenidamente cada fase y valorar las distintas posibilidades de actuación para prevenir y/o mitigar a cada individuo afectado.

Los estudios publicados manifiestan un aumento progresivo de este fenómeno, especialmente en médicos de atención primaria1-3,8,9,11,12 y en determinadas especialidades como oncología13-15 o infecciosas16,17. Por todo lo anterior, nos hemos propuesto indagar cuál es la intensidad de este desgaste profesional entre los médicos de atención primaria de nuestra comunidad. Nuestra intención pretende ser un toque de atención ante el incremento de esta patología y la necesidad de estudio y posterior implantación de medidas preventivas.

Material y métodos

Estudio transversal descriptivo realizado sobre 144 médicos pertenecientes a 37 centros de salud de la provincia de Zaragoza (áreas II y V).

Se hizo un muestreo aleatorio por conglomerados sobre centros de salud de la provincia de Zaragoza, realizándose el estudio sobre 14 centros de ámbito rural y 23 de ámbito urbano. Se envió un total de 286 encuestas anónimas autoadministradas por correo interno sin comentar el objeto directo del estudio para no sensibilizar a los encuestados sobre el tema (recomendaciones de Maslasch & Jackson)8 en septiembre de 1997. Se recibieron 155 respuestas, de las cuales 11 fueron excluidas por no ser debidamente cumplimentadas o por ser recibidas fuera de plazo (3 meses). Por lo tanto, el número total de participantes fue de 144.

Para la realización se han aplicado 3 tipos de instrumentos:

1. Un cuestionario general, de elaboración propia, que hace referencia a datos de filiación y aspectos laborales: edad, sexo, medio de trabajo (rural/urbano), años de ejercicio en atención primaria, años de ejercicio en el puesto actual, número medio de pacientes por consulta y día, tiempo medio aproximado en minutos por paciente y día, realización de guardias (sí/no) y horario de trabajo (mañana/tarde/mañana y tarde/deslizante).

2. Cuestionario Maslasch Burnout Inventory (MBI)18: diseñado para valorar el síndrome de burnout o de agotamiento profesional en sus tres aspectos fundamentales: cansancio emocional (CE o EE del inglés emotional exhaustion), despersonalización (DP despersonalization) y logros personales (LP o AC del inglés personal accomplishment) (fig. 1). La subescala de CE, formada por 9 ítems, valora la sensación de saturamiento emocional por el trabajo. La subescala de DP, integrada por 5 ítems, mide la falta de sentimientos y la respuesta impersonal hacia los pacientes. La subescala de LP consta de 8 ítems y mide los sentimientos de competencia y consecución de logros en el trabajo.

Las puntuaciones altas en CE y DP y bajas en LP se correlacionan con un mayor nivel de burnout (tabla 1).

3. Un cuestionario de opinión, de elaboración propia, con 10 propuestas para mitigar y/o prevenir el síndrome de burnout, invitando a los participantes a marcar las 5 propuestas que consideren más importantes en su opinión. Se añade, además, un apartado de sugerencias.

 

Las variables en estudio fueron almacenadas en una base de datos D-Base IV y fueron tratadas con el paquete estadístico SPSS PC+. Se han hallado las medias y desviaciones estándares a fin de determinar el grado de desgaste profesional. Asimismo, se han comparado los resultados con los de 2 muestras nacionales11, pertenecientes a atención primaria y especializada, y con la original americana7, de la cual se han obtenido los valores medios reflejados en el MBI.

Resultados

La muestra de participantes estuvo formada por 144 médicos (tasa de respuesta del 50,3%), un 56% varones y un 44%, mujeres. La edad media fue de 43,6±7,8, con un rango de edad de 29-69 años. En cuanto al medio de trabajo, 24 (16,7%) de los participantes pertenecían a centros de salud de ámbito rural y 120 (83,3%) a centros de salud de ámbito urbano.

El tiempo medio de años en ejercicio en atención primaria fue de 15,7±8,6 y el tiempo medio de años de ejercicio en el puesto actual de 8,4±6,1.

El número medio de pacientes por consulta y día fue de 37,5±14,1 y el tiempo medio aproximado en minutos por paciente y día de 5,9±2,4.

En cuanto a la realización de guardias, 38 (26,4%) respondieron afirmativamente y 106 (73,6%) lo hicieron de manera negativa. El horario de trabajo presentó 4 tipos de respuestas: 102 (70,8%) desempeñaban su labor por la mañana, 19 (13,2%) por la tarde, 15 (10,4%) mañana y tarde y 8 (5,6%) consulta deslizante.

En el cuestionario de opinión, referente a posibles medidas para prevenir y/o mitigar el síndrome de burnout, las opciones mayoritariamente elegidas fueron: «menor burocracia» (80,6%), «limitar el número de pacientes vistos por día» y «relación más fluida y eficaz con atención especializada» (66,7% ambas) y «más cantidad y calidad en formación continuada» (57,6%) (fig. 2).

Mención aparte merece el apartado de sugerencias, con un 29,8% de participación, destacando las dirigidas a: control de demanda innecesaria (pago por visita, ticket moderador, pago por prestación de farmacia, etc.), información a los pacientes sobre sus derechos y deberes, ampliar el abanico de pruebas diagnósticas disponibles, disminución de la «ratio» número de TIS/médico, propuestas informativas (realización de charlas, jornadas, etc., para comenzar a plantear posibles soluciones), campañas de ámbito Gobierno-Estado para recuperar el prestigio profesional, remuneración económica más satisfactoria, respaldo de la empresa en situaciones conflictivas y otras muchas que manifiestan el malestar de los profesionales en distintas situaciones concretas.

En nuestra muestra se ha constatado un nivel alarmante de burnout: un 59,7% de los participantes presentó puntuaciones altas en cansancio emocional, el 36,1% en despersonalización y un 31,2% en logros personales.

En la tabla 2 se muestran las comparaciones entre el cansancio emocional, despersonalización y logros personales de los médicos de atención primaria de nuestra muestra y los de la muestra americana. Encontramos superior cansancio emocional (p<0,001) y mayor despersonalización (p<0,05) en los profesionales de la provincia de Zaragoza. La subescala de logros personales no presentó diferencias estadísticamente significativas.

Al comparar con la muestra nacional de médicos de atención primaria (tabla 3) apreciamos mayor cansancio emocional (p<0,01) y también menor puntuación en logros personales (p<0,01). No detectamos diferencias en despersonalización.

Al comparar con la muestra nacional de médicos de atención especializada (tabla 4), hallamos mayor despersonalización (p<0,01) y menor puntuación en logros personales (p<0,01). No encontramos diferencias en cansancio emocional.

Discusión

Globalmente, el síndrome de burnout o desgaste profesional afecta a uno de cada 2 médicos, a uno de cada 3 de forma importante y a uno de cada 10 de forma severa con matices de irreversibilidad. En este sentido, llama la atención que en nuestra muestra las fases iniciales del síndrome de burnout, como es el cansancio emocional, presenta mayor prevalencia respecto a las muestras americana y nacional de médicos de atención primaria. En cambio, en fases más profundas del desgaste profesional, como es la despersonalización, es inferior a la muestra americana y a la muestra nacional de atención especializada, permaneciendo similar respecto a la muestra nacional de atención primaria. En la tercera subescala o logros personales se manifiestan puntuaciones más altas en ambas muestras nacionales, permaneciendo la muestra americana en valores muy similares a los obtenidos en la nuestra.

Las consecuencias para quien padece este síndrome son graves (desmotivación, frustración, depresión, drogodependencias), pero además trasciende a sus familiares (separaciones, malos tratos), a la empresa (absentismo, reducciones importantes del rendimiento, etc.) y, lo que es más grave si cabe, a sus pacientes con iatrogenia e insatisfacción en la relación médico-paciente1-3,12,19,20. Tras la revisión bibliográfica y valoración de la encuesta de opinión de los médicos de atención primaria de Zaragoza obtenida en este estudio, podríamos decir, de forma simplista, que el síndrome de burnout asienta principalmente en 3 factores: la personalidad del médico, la cantidad y calidad de su formación y la racionalización de la organización de sus condiciones laborales.

En la personalidad del médico surge la primera paradoja de este síndrome. Si bien es cierto que personalidades obsesivas, escrupulosas, hiperordenadas, con ciertos caracteres neuróticos, están más predispuestas a presentarlo, no es menos cierto que también lo están los profesionales más ilusionados, más implicados y más responsables1,12,21.

Es en la formación continuada donde se presenta una segunda paradoja. Es incuestionable que una buena formación continuada es altamente motivadora, ilusionante, mitigadora del «quemamiento» profesional22. No solamente una formación en competencia técnica y clínica, sino también en aspectos tan básicos para prevenir el burnout como puedan ser el aprendizaje en técnicas de autocontrol emocional1, la reestructuración cognitiva23,24 (ideas irracionales sobre uno mismo, los demás, los enfermos, la medicina...), técnicas de relajación y habilidades sociales como la comunicación asertiva, técnicas de resolución de problemas y conflictos, etc. La paradoja se podría dar cuando lo aprendido sea inaplicable en el medio en que nos movemos, con la consiguiente frustración y desencanto.

En el nivel organizacional vuelve a darse otra paradoja. Si bien es cierto que el trabajo en equipo mal planteado y mal organizado es una importantísima fuente de estresores laborales1,11 (descoordinación, agravios comparativos, conflictos interpersonales y de roles...), no es menos cierto que un trabajo en equipo con objetivos claros, realistas, asumidos por todos, con un buen nivel de organización y de comunicación interpersonal es el mejor sistema de prevenir y manejar el síndrome de burnout20-22,25-28.

Es verdad que una alta presión asistencial es un fuerte estresor, pero lo es más el apreciar que el esfuerzo personal tenga poco sentido, se encuentre muy burocratizado, no sentirse apoyado, que tus problemas emocionales y profesionales no tengan salida, no sentirse valorado ni por tus compañeros ni por el sistema especializado ni por la administración, lo que sin duda hace que, subjetivamente, la carga laboral se viva como mucho más intensa de lo que pueda ser realidad1,11,29-31.

A modo de resumen, podríamos concluir que para manejar y mejor prevenir el burnout, se deberían considerar los siguientes puntos:

 

­ Personalmente, un mejor ajuste entre las expectativas e ilusiones iniciales, con nuestras limitaciones personales, profesionales y de los recursos disponibles, adaptándonos mejor a la realidad que nos ha tocado vivir, manteniendo un grado de ilusión por mejorar a pesar de todo.

­ Reivindicar una formación continuada, más acorde con las necesidades reales y de los recursos disponibles en ese momento.

­ Una coordinación más racional, eficaz y de respeto mutuo con el nivel especializado.

­ Una aproximación mayor entre los objetivos que marca la empresa con los sentidos por los equipos.

­ Una mejora notable en el nivel organizacional, que haga el trabajo más eficaz, menos burocratizado, con cargas asistenciales más compensadas y fomentando un nivel de comunicación con los compañeros de trabajo que cree un clima emocional y profesional más gratificante, de respeto mutuo, que nos haga trabajar juntos en lugar de revueltos.

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