Introducción
La exposición a contaminantes atmosféricos (ozono, humo de tabaco, etc.) es capaz de empeorar clínicamente el asma, deteriorar la función pulmonar y favorecer que se acuda a los servicios de urgencia y haya ingresos hospitalarios1.
El consumo de tabaco aumenta la inflamación en las vías respiratorias por numerosos mecanismos, con reclutamiento celular y liberación de mediadores proinflamatorios, lo que provoca un aumento de la inflamación ya presente en los pacientes asmáticos. Respecto al efecto del tabaquismo en la incidencia del asma, no existe un acuerdo unánime2,3. Al parecer, el tabaquismo influye más en una evolución desfavorable del asma que en un incremento de su incidencia4.
El tabaquismo constituye un problema de salud pública por las consecuencias que origina sobre la morbilidad y la mortalidad; en los pacientes asmáticos fumadores tiene una especial relevancia al condicionar la evolución de su enfermedad y, por tanto, un mayor consumo de recursos sanitarios, por lo que resulta prioritario aplicar medidas de prevención5,6.
El objetivo de nuestro trabajo ha sido detectar la prevalencia del tabaquismo en un grupo de pacientes asmáticos, así como el conocimiento que tienen acerca del efecto perjudicial del consumo de tabaco en su enfermedad y saber si han recibido o no consejo para dejar de fumar.
Material y método
Estudio observacional y transversal, cuya población muestral se determinó tras la selección del primer paciente asmático de cada día que acudía a revisión en las diferentes consultas del Servicio de Alergología del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza. La selección de pacientes fue sistemática, con reclutamiento consecutivo de todos los asmáticos que acudían citados a nuestra consulta. Los criterios de inclusión fueron la historia clínica de asma persistente y una edad de 14-65 años, ambos inclusive; los criterios de exclusión fueron la presencia de historia clínica de asma intermitente y persistente grave y la falta de colaboración por parte del paciente. El diagnóstico y la clasificación del asma se fundamentó en los criterios de la Global Initiative for Asthma (GINA)7.
A todos los pacientes incluidos en el estudio, que abarcó de febrero a marzo de 2002, se les realizó una encuesta en la que se registraban las variables que refleja la tabla 1. Esta encuesta constaba de una parte que debía cumplimentar el médico y otra a contestar por el propio paciente.
Se define como fumador a la persona que fuma al menos un cigarrillo al día, fumador ocasional al que consume menos de un cigarrillo al día y ex fumador al que abandonó el tabaco totalmente hace al menos 6 meses. El análisis estadístico se realizó mediante el programa SPSS-10.0. Para el estudio comparativo entre 2 grupos se utilizó el test de la ji-cuadrado y el análisis de la varianza. En todos los tests se rechazó la hipótesis nula cuando p < 0,05.
Resultados
Se obtuvo una muestra de 121 pacientes cuya edad media era de 43,62 ± 17,49 años (rango, 15-65), de los que el 37,3% eran varones y el 62,7%, mujeres; 74 presentaban asma alérgica (61,2%) y 47 asma intrínseca (38,8%). La media de años de evolución del asma era de 5,87 ± 4,99 (rango, 1-23). La edad media de los pacientes con asma extrínseca era de 35,3 ± 14,61, mientras que los pacientes con asma intrínseca tenían una media de edad de 56,86 ± 12,98 años (p < 0,001).
El 22% de nuestros pacientes fumaba a diario, el 4% era fumador ocasional, el 27% era ex fumador y el 47% no fumaba (fig. 1). El consumo de cigarrillos era de 1-5 cigarrillos/día en el 26,9%, 5-10 en el 11,5%, 10-20 en el 53,8% y el 7,7% fumaba más de 40 cigarrillos/día. La edad de comienzo del consumo de tabaco se muestra en la figura 2.
Según el tabaquismo, la media de edad de los diferentes grupos era de 47,58 ± 18,04 años para los no fumadores, 31,82 ± 11,17 para los que fumaban a diario, 37 ± 19,92 para los fumadores ocasionales y 46,41 ± 16,43 para los ex fumadores, con diferencias significativas entre los grupos (p < 0,014) (fig. 3).
Según el sexo, el 64,9% de las mujeres no fumaba, el 20,3% lo hacía a diario, el 1,4% fumaba ocasionalmente y el 13,5% era ex fumadora, mientras que en los varones la distribución era: el 20,5% no fumaba, el 20,5% lo hacía diariamente, el 9,1% fumaba ocasionalmente y el 50% era ex fumador, con diferencias significativas entre ambos grupos (p < 0,01).
El 96,8% de nuestros pacientes fumadores conocía que el tabaco es perjudicial para su salud y el 3,2% pensaba que no les perjudicaba, con una respuesta afirmativa en el 100% de los que fumaban a diario y en el 80% de los que lo hacían ocasionalmente, con diferencias significativas (p < 0,02). Respecto al grado de «disonancia» (deseo de dejar de fumar), el 16,1% no quería hacerlo y el 83,9% sí lo deseaba (tabla 2), sin diferencias significativas entre los fumadores ocasionales y los que lo hacían a diario.
En los pacientes ex fumadores encontramos que el 15,2% habían dejado de fumar por consejo médico, el 45,5% porque era perjudicial para la evolución de su asma y el 39,4% debido a otros motivos.
Respecto al consejo recibido para dejar de fumar, en el 41,9% se lo había dado el especialista, en el 12,9% el médico de atención primaria, en el 9,7% ambos médicos y un 35,5% decía que ningún médico les había recomendado dejar de fumar. No se encontraron diferencias significativas entre los 2 grupos de fumadores (a diario y ocasionales) y el consejo médico recibido (fig. 4).
Discusión
En nuestra muestra de asmáticos, el porcentaje de fumadores (25,6%) es muy inferior al detectado en la última Encuesta Nacional de Salud de 2001 en el mismo rango de edad (48,6% en el rango de 35-44 años)8. Aun así, constituye una prevalencia elevada, ya que son enfermos respiratorios en los que el consumo de tabaco puede condicionar la evolución de su enfermedad. Llama la atención que más de la tercera parte reconoce no haber recibido consejo de abandonar el tabaco ni por parte de su médico de atención primaria ni por el especialista, lo que es obligado corregir en ambos niveles asistenciales.
Respecto al consumo de tabaco, la edad media de inicio del tabaquismo es similar a lo descrito en otros estudios9. Más de la mitad (53,8%) de los fumadores consume 10-20 cigarrillos/día, lo que hace pensar que su grado de dependencia pueda ser moderado-alto y, por tanto, requiera intervenciones sobre tabaquismo repetidas o más intensivas, incluido tratamiento farmacológico (bupropión o terapia sustitutiva de nicotina10). En este sentido, todos los que fumaban diariamente (100%) creen que el tabaco les perjudica y la mayoría (83,9%) quiere dejar de fumar, por lo que es necesario facilitar a esta población el acceso al tratamiento del tabaquismo. Es significativo que el 80% de los fumadores ocasionales piense que el tabaco no les perjudica. Cabe destacar que el 45,5% de los ex fumadores había dejado de fumar porque era perjudicial para su enfermedad asmática. Se ha descrito que el humo del tabaco se asocia significativamente con el inicio de asma bronquial en adultos11,12, y además se relaciona de forma dosis-dependiente con las horas de exposición diarias13 y con la prevalencia de síntomas asmáticos14, pero cada vez se apunta más al tabaco como causante del mal control clínico del asma y no como factor etiológico15. Por ello la posible mejoría de su enfermedad debe utilizarse como un argumento válido en esta población de asmáticos fumadores para lograr que dejen de hacerlo.
Esta situación justifica la necesidad de insistir en este tipo de intervención por parte de los médicos, y sobre todo por parte de atención primaria, como escalón principal y fundamental en la prevención16.