Sr. Director: En respuesta a la carta de Barrera y Ferrer, en primer lugar deseamos agradecerles el interés mostrado y el apoyo que sus comentarios brindan para profundizar en el mundo de las interacciones farmacológicas de las estatinas.
En segundo lugar, deseamos aclarar que el objetivo de nuestro estudio1 era, exclusivamente, determinar en el ámbito de la atención primaria la frecuencia de interacciones farmacológicas de las estatinas en los pacientes consumidores de fármacos de uso prolongado.
En tercer lugar, deseamos explicar que la interacción farmacológica de las estatinas con los fármacos que se metabolizan a través del citocromo P-450 está ampliamente documentada. Así sucede con antibióticos de la clase macrólidos, diversos antihistamínicos y ciclosporina2. Específicamente, los antibióticos azitromicina y claritromicina aparecen en la bibliografía científica como los primeros casos productores de rabdomiólisis al interaccionar con lovastatina3. Parece que publicaciones más recientes exoneran al antibiótico azitromicina de estas interacciones, por lo que coincidimos con los autores de la presente carta al Director en que podría utilizarse para evitar interacciones. Otra opción sería aplazar temporalmente el uso de la estatina mientras puedan darse efectos indeseables. Sin embargo, si existen hipolipemiantes que a priori carecen de estas interacciones, parecería lógico elegirlos como primera opción terapéutica4.
Invitamos a los firmantes de la presente carta al Director a desarrollar un estudio dirigido a detectar y cuantificar las posibles interacciones farmacológicas entre macrólidos y estatinas. Por nuestra parte, la existencia de tales interacciones, lejos de ser ignorada (se cita en la introducción del artículo), simplemente constituye un aspecto diferente del propuesto en la investigación, exclusivamente centrada en el consumo de medicación crónica.