Sres. Directores: Hemos recibido la «Carta al Director» de C. A. Díaz referente a nuestro artículo «Tabaquismo pasivo y otros factores de riesgo (FR) en las afecciones respiratorias de vías bajas (ARVB) en los lactantes», publicado en esta revista. Queremos aclarar que el objetivo de nuestro estudio es, fundamentalmente, conocer cuáles son los FR más involucrados en las ARVB en nuestro entorno. De esta forma, podemos determinar cuáles de ellos son modificables, y así realizar estrategias de intervención (consejo antitabaco y promoción de la lactancia materna)1. Es evidente que el tabaquismo pasivo constituye un FR para las ARVB, hecho ampliamente demostrado en la literatura2,3.
Si bien es cierto que la revisión bibliográfica de C.A. Díaz refiere trabajos en los que el tabaquismo materno se asocia con más fuerza a ARVB que el paterno, también es cierto que existen trabajos, no incluidos en su carta, que demuestran que no existen diferencias entre tabaquismo materno pre y posparto, tabaquismo paterno e incluso si el fumador no es un progenitor pero convive en el entorno familiar. Estos hallazgos son señalados por D.P. Strachan en un metaanálisis de 698 artículos en el que concluye que, si bien hay diferencias entre tabaco materno (OR, 1,72), paterno (OR, 1,57) y otros miembros fumadores del entorno familiar (OR, 1,29), establece de forma robusta y consistente que es imposible distinguir las contribuciones independientes del fumar materno pre y posparto, paterno u otros miembros del núcleo familiar como FR para ARVB. Este estudio concluye que el tabaquismo pasivo es un FR para las ARVB4.
En la línea de los conocimientos actuales2, y siempre desde el ámbito de la atención primaria, no parece adecuado disgregar (más bien estratificar) la variable tabaquismo pasivo, puesto que la utilidad de estos trabajos es la intervención sobre los FR, y es absurdo recomendar la abstención del hábito tabáquico a uno solo de los progenitores.
Queremos dejar claro que los trabajos que sustentan estas afirmaciones no están incluidos en nuestro estudio, al igual que las referencias bibliográficas a las que C.A. Díaz alude en su carta, puesto que la recogida de los datos se realizó en el año 1994, y en todo estudio analítico observacional, al igual que otros, la recogida de bibliografía debe ser previa a la obtención y análisis de resultados. Estamos de acuerdo con C.A. Díaz que investigar en atención primaria conlleva un tiempo y un esfuerzo encomiable, y generalmente los plazos de recogida de datos y su análisis suelen dilatarse. El trabajo fue enviado para su publicación a principios de año 1997 y aceptado en marzo de 1998.
No estamos de acuerdo con C.A. Díaz en que las variables incluidas en nuestro trabajo han sido mal seleccionadas, puesto que en la línea actual de investigación, como comentamos previamente en esta carta, no se necesita estratificar el tabaquismo parental en el ámbito de la atención primaria, siendo suficiente para seleccionar las variables de estudio la entrevista de los progenitores o convivientes fumadores sin necesidad de determinaciones analíticas (detección de cotinina, etc.), como afirma P.A. Margolis5.
Podemos concluir que, según nuestra experiencia1 y las recientes publicaciones que relacionan tabaquismo y ARVB2-4 en lactantes, no importa quién y cuánto fuma, sino que no se fume en el ámbito familiar.