En relación con el estudio VIH-AP recientemente publicado en esta revista1, nos gustaría realizar los siguientes comentarios:
Las recomendaciones de nuestro Ministerio de Sanidad para el diagnóstico precoz del VIH contemplan la realización rutinaria de la prueba VIH a personas de 20-59 años sexualmente activas que, habiendo solicitado asistencia en un centro de atención primaria (CAP), se les haya indicado una extracción de sangre por cualquier motivo, y residan en provincias cuyas tasas de nuevos diagnósticos sean superiores al percentil 75 en este grupo de edad2.
El estudio VIH-AP se basa en esta estrategia y concluye que la serología VIH tiene una alta aceptación (93%) entre los usuarios que acuden para hacerse un análisis de sangre a los CAP1. Este grado de aceptación es acorde al 98% observado en 2 intervenciones llevadas a cabo en nuestro país y encaminadas a promocionar el diagnóstico precoz del VIH en atención primaria (AP) con los criterios que recomienda el Ministerio3,4. En el trabajo de Puentes Torres et al., no se analiza el grado de aceptación de esta estrategia entre los médicos de AP, pero en los estudios de Martín-Cabo et al.3 y Chocarro Martínez et al.4, es superior al 70% y conlleva un consumo de tiempo de consulta asumible.
En el estudio VIH-AP, nos parece muy relevante que más de la mitad de los sujetos no se habían realizado nunca, con anterioridad, la prueba de detección del VIH porque no consideraban que estuviesen en riesgo, y en uno de cada 3 participantes era el médico o la enfermera la que no se lo había propuesto nunca; todo ello teniendo en cuenta que solo el 21% de los participantes tenían pareja estable1. En nuestra opinión estos datos traducen que, en nuestro país, tanto la percepción de la población sobre el riesgo de adquirir el VIH como el grado de concienciación de los profesionales sanitarios de AP sobre las personas en riesgo de adquirir la infección son preocupantemente bajos.
En el estudio VIH-AP la prevalencia de infección oculta es 0,24%, que se aproxima bastante al 0,35% encontrada por Moreno et al., en la Comunidad de Madrid5. Nada se detalla sobre los 7 pacientes en los que se diagnosticó el VIH, por lo que respecta a sus características epidemiológicas, pero hubiera sido extraordinariamente interesante conocer, entre otras cosas, el motivo por el que esas personas no se habían realizado la prueba con anterioridad.
Como Puentes Torres et al., expresan, y es sobradamente conocido, el cribado de la infección VIH es coste-efectiva. Tiene interés, pues, que al comienzo de su discusión comentan que la Comunidad de Madrid (de donde provienen la tercera parte de los participantes) limitó, por razones de coste, el estudio entre sus trabajadores estableciendo un máximo recomendado de 5 pacientes a reclutar por médico1. Esta decisión puede ser cuanto menos cuestionable cuando el coste medio de una serología VIH en nuestro país es de 3€4, el mismo que, por ejemplo, la determinación de TSH, una prueba analítica que se realiza con la misma técnica y de frecuente indicación en atención primaria para cribar una enfermedad no transmisible.
Para finalizar, está demostrado que ofrecer sistemáticamente la prueba VIH en AP aumenta de forma significativa su realización3. Por consiguiente, como concluye Fauci y Marston en un reciente editorial sobre el abordaje de la pandemia VIH en el que se menciona la necesidad de diagnosticar más, «…la ciencia ha hablado. Ahora no puede haber excusa para no hacer nada»6.
FinanciaciónLos autores declaran no haber recibido financiación para la realización de este trabajo.