Sr. Director: Roberts1, en un reciente editorial de su revista, afirma que en general se asume que «los profesionales sanitarios poseen la voluntad y la formación adecuada para llevar a cabo una asistencia de calidad», pero «por desgracia esto no es siempre así».
Coincidimos con él en que tanto la adecuada formación como la actitud de los profesionales no deben darse por supuestas, sino que deben ser verificadas antes de iniciar cualquier proyecto de mejora de calidad si queremos que éste no esté condenado al fracaso.
En este sentido, queremos exponer algunos resultados parciales de una encuesta más amplia2-4, efectuada a los profesionales de nuestro centro de salud antes de iniciar un proyecto institucional plurianual de mejora de la calidad, que ha culminado con la obtención de la certificación ISO 9001:2000 para todos los servicios del centro (julio de 2006), y su inclusión en el catálogo de empresas excelentes del Govern de les Illes Balears5 al superar la evaluación de la European Foundation for Quality Management (EFQM) (agosto de 2006).
El nivel de conocimientos autopercibidos sobre calidad de los encuestados fue bajo. Un 51,5% de los profesionales lo calificó como escaso o regular; fue inferior en los médicos (57,1%) que en enfermería (50%) y personal administrativo (25%). Tan sólo el 19,9% de los encuestados valoró sus conocimientos como buenos o muy buenos (tabla 1). Asimismo, se apreció una baja participación en actividades formativas relacionadas con la calidad. Un 75% de los encuestados asistió a una o ninguna actividad formativa en los últimos 3 años; la media global fue 1,33 actividades por profesional en este período. A pesar de que el proceso de certificación de la calidad se consideró una tarea de una complejidad notable (el 47,7% de los profesionales la calificó de muy importante, importante o intermedia), el grado de interés que suscitó el proyecto fue elevado, puesto que el 72,2% de los encuestados lo calificó entre considerable y máximo. En el caso del estamento médico, este porcentaje alcanzó un 81%.
En definitiva, pensamos que antes de iniciar cualquier experiencia de mejora de la calidad es trascendente valorar la formación, la aptitud y la actitud de los profesionales, etapa frecuentemente olvidada en este tipo de proyectos. En caso de déficit importantes en cualquiera de estos aspectos, es obligatorio solventarlos en etapas iniciales del proyecto. Presuponer que los profesionales tienen la voluntad y la aptitud adecuadas para trabajar en calidad, es una hipótesis arriesgada que se debe indagar y demostrar.
Fuente de financiación: Conselleria de Salut i Consum del Govern de les Illes Balears.