Desde sus inicios, el cine ha conseguido erigirse como una vía de comunicación y de transmisión de información, convirtiéndose así en una excelente herramienta de divulgación y de lucha contra la serofobia1. Desde la aparición del VIH/sida en 1983, han tenido lugar numerosas representaciones cinematográficas sobre la infección, mostrando diferentes perspectivas y escenarios sociales. La importancia del medio audiovisual en su labor preventiva, informativa, sensibilizadora y educativa es inmensa. Kofi Annan, ex secretario general de la ONU, expresó en 2004 la importancia de los medios de difusión para frenar la evolución del VIH/sida, sobre todo entre los jóvenes2. Como ya sucediese con otras enfermedades infecciosas en el ámbito fílmico (malaria, polio, tuberculosis, etc.), el VIH/sida ha ejercido una gran influencia a este nivel, permitiendo favorecer un mayor grado de sensibilización, derribando estigmas y ejerciendo un papel educativo, dado que es considerado un vehículo de concienciación y mentalización social.
Han sido visualizadas 140 películas cuya temática principal gira en torno al VIH/sida, desde sus inicios en 1983 hasta el momento actual, utilizando para ello la base de datos Internet Movie Database –IMDb– como herramienta de búsqueda. Podemos destacar los innumerables filmes realizados en los Estados Unidos en comparación con el resto de los países, probablemente por la gran cantidad de recursos económicos de que dispone su gran industria cinematográfica. Se analizan aspectos sanitarios, educativos, divulgativos y socioeconómicos de cada película; a ello se suma un apartado de adquisición de competencias y aprendizaje donde se invita a la reflexión de ciertos aspectos de cada filme.
Se distinguen 2 períodos importantes en referencia al modo de abordar la infección en el cine. En primer lugar, el período que transcurre entre inicios de los años 80 y mediados de los años 90. En dicho período, la mayor parte de los argumentos en referencia al VIH/sida representan mayoritariamente a personajes varones homosexuales, destacando la visión pesimista de sus personajes, que se desenvuelven en un ambiente de gran emotividad y dramatismo, siendo la enfermedad el eje del argumento.
En segundo lugar, el período que transcurre desde mediados de los años 90 hasta nuestros días. En este período se da mayor visibilidad a personajes heterosexuales, el colectivo LGTBIQ+ y los adolescentes. Resalta una visión más optimista, esperanzadora y menos dramática de los personajes con respecto a la enfermedad (en gran medida por el desarrollo de los nuevos fármacos antirretrovirales); en muchas ocasiones el VIH/sida ya no constituye el tema principal, quedando relegado en diversos filmes a un segundo plano.
El VIH se proyecta al público a través de todo tipo de géneros cinematográficos. Desde la comedia en Los amigos de Peter (1992), Jeffrey (1995), Sólo con tu pareja (1991), Con plumas y a lo loco (1997) o Vivir hasta el fin (1992), pasando al género dramático, que abarca la mayoría de los filmes realizados, con ejemplos como Philadelphia (1993), Invierno en primavera (1985), The normal heart (2014), Las noches salvajes (1992), Compañeros inseparables (1989) o Miradas en la despedida (1986). También el género musical tiene representación, con obras como Jeanne y el chico formidable (1998) o Rent (2005).
Los adolescentes también juegan un papel fundamental en la concienciación y difusión de información sobre el VIH/sida. En Kids (1995), un grupo de adolescentes neoyorkinos que comienza a tener sus primeras experiencias con el sexo, frivoliza y minimiza sobre las consecuencias de mantener relaciones sin protección; en Precious (2009), una adolescente sumida en un entorno marginal y de abandono por parte de su familia, disponiendo de escasos recursos, descubre que es portadora del virus. En Juicio a un menor: La historia de Ryan White (1989), basado en hechos reales, el protagonista es un niño hemofílico de 13 años que contrae el virus mediante una transfusión. En Vivir deprisa, amar despacio (2018), un grupo de jóvenes idealistas franceses convive con el amor en los tiempos del sida a finales de los años 80. En 120 pulsaciones por minuto (2017), el movimiento estadounidense ACT-UP se afianza en Francia, liderado por grupos de estudiantes que quieren remover conciencias y sensibilizar a una población que no es consciente de la dramática situación que se vive a principios de los 90.
En las películas visionadas, centramos nuestro objeto de estudio en analizar los siguientes datos:
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Aspectos biológicos: muestran signos/síntomas de la enfermedad, infecciones oportunistas, progresión de la enfermedad desde la infección hasta evolucionar al estadio de sida3. También cabe mencionar el desarrollo de los nuevos fármacos antirretrovirales, siendo referenciados de muy diversas formas en cada filme.
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Aspectos psicológicos: enfocan las vivencias del personaje, cómo afronta la enfermedad y el entorno que le rodea. Aborda también cuestiones espirituales, religiosas, creencias, así como falsos mitos sobre el VIH.
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Aspectos sociales: representan el entorno del paciente (familia, amigos, comunidad, etc.). Cómo son sus interacciones, mecanismos de feedback, medidas de apoyo, grupos de ayuda, asociaciones y grupos de terapia4.
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Aspectos éticos: conceptos como la discriminación, la soledad, la criminalización de la enfermedad, los sentimientos de indefensión o impotencia, el grado de desarrollo de la sanidad a nivel global y las grandes desigualdades sobre el acceso a tratamientos5.
En conclusión, al igual que ha sucedido con la pandemia SARS-CoV-2, los medios de comunicación y el cine han jugado un papel fundamental frente a la infección por VIH/sida en la transmisión de información, las vías de infección, el tratamiento y la sensibilización social frente a la enfermedad. La representación de las enfermedades infecciosas en la cinematografía ha sido muy notable y generosa, encarnando personajes que han dado vida, voz y visibilidad a los pacientes, y han transmitido con gran sensibilidad los aspectos psicosociales y las barreras éticas que se han ido derribando progresivamente, y con no poco esfuerzo, a lo largo de los años. Se puede afirmar que el medio cinematográfico constituye una herramienta de gran valor didáctico, educativo e informativo, capaz de modificar perspectivas y prejuicios, y que seguirá representando ante el público el sentir y la influencia de las enfermedades infecciosas en nuestra sociedad.
FinanciaciónEste trabajo no tiene ningún tipo de financiación.
Conflicto de interesesTodos los autores declaran que no presentan ningún conflicto de intereses con relación a este documento.
Este trabajo de investigación se realiza dentro del programa de Doctorado PhD. Formación en la Sociedad del Conocimiento, de la Universidad de Salamanca, España.
