El miedo a la hipoglucemia puede ser un factor limitante en el control de la diabetes1, y afecta no sólo a los niños con diabetes sino también a sus padres. Se ha establecido previamente una relación entre hipoglucemias graves y miedo de los padres a nuevos episodios, y una relación a su vez entre ese miedo y un peor control metabólico de los hijos2,3. Según los autores de este trabajo, no se habían explorado al menos dos áreas en esta situación: una era el comportamiento que tenían los padres en relación con el miedo a la hipoglucemia, y otra el papel del padre en esta situación, ya que los estudios previos se habían realizado sobre todo en madres.
Para evaluar ambos aspectos, realizaron un estudio observacional transversal con 161 niños con diabetes tipo 1 menores de 15 años de un condado de Noruega. Los investigadores usaron datos demográficos y de la historia clínica sobre control metabólico, y enviaron dos encuestas a los padres. Una fue la encuesta de miedo a la hipoglucemia HFS-P (Hypoglycemia Fear Survey-Parent), que contiene dos subescalas: una de preocupación, que mide la ansiedad provocada por el miedo a la hipoglucemia, y otra de comportamiento, que evalúa acciones inapropiadas de los padres dirigidas a evitar hipoglucemias. La segunda encuesta fue la HSCL-25 (Hopkins Symptom Checklist-25), un cuestionario de 25 ítems para evaluar el nivel de estrés emocional de los padres.
El 71% de las familias respondieron al cuestionario, y en 85 casos lo hicieron la madre y el padre, con una alta coherencia en sus respuestas. Evaluando el grupo de 46 no respondedores, no se encontraron diferencias respecto a los respondedores. En relación con los resultados más importantes, no se constató relación entre el nivel de preocupación paterna y la edad del niño o la duración de la diabetes. En cambio, sí se halló una relación significativa entre la mayor preocupación de los padres y una peor HbA1c. La preocupación de los padres se relacionaba con el número de episodios de hipoglucemias problemáticas en el último año y con la presencia en el niño de otras enfermedades somáticas o mentales (asma, celiaquía, etc.). Asimismo, el comportamiento inadecuado era mayor en los casos de niños tratados con múltiples dosis de insulina frente a los tratados con ISCI. También se asoció el comportamiento inadecuado con la realización de un mayor número de glucemias capilares. Tanto los niveles de preocupación como los de comportamiento inadecuado (HFS-P) y los de estrés emocional (HSCL-25) fueron significativamente mayores en las madres que en los padres.
A diferencia de otros estudios, no se encontró asociación entre el miedo a la hipoglucemia y la hipoglucemia grave con pérdida de conciencia. Sí se detectaron coincidencias con la literatura en la asociación entre la subescala de preocupación de la HFS-P y el peor control metabólico. Al contrario de lo esperado, el uso de ISCI se relacionaba con un menor comportamiento inapropiado en relación con la hipoglucemia, al parecer vinculado a un control metabólico más estable y a un menor número de hipoglucemias problemáticas.
Este estudio transversal muestra, desde el punto de vista metodológico, la utilidad del uso de herramientas de medida estandarizadas mediante encuestas validadas. En cuanto a los resultados, confirman hallazgos previos de cómo la hipoglucemia provoca en los padres estrés emocional, mayores niveles de preocupación y cambios en el manejo de la enfermedad, que pueden derivar en un deterioro del control metabólico. Este estudio aporta información novedosa de cómo el padre comparte, aunque en menor grado que la madre, el estrés emocional asociado a las hipoglucemias. Sin embargo, sorprende el hallazgo de un mejor comportamiento frente a la hipoglucemia asociado al uso de ISCI. Finalmente, el estudio confirma las importantes consecuencias de las hipoglucemias tanto en el plano emocional como en el referente al control metabólico4, que deben hacernos reflexionar sobre nuestra manera de abordar las hipoglucemias en los casos de DM1 en la edad pediátrica.