La incidencia de diabetes tipo 1 (DM1) en los niños menores de 5 años se ha incrementado de manera ostensible en las últimas décadas, y las predicciones señalan que esta incidencia duplicará su número para el año 20201. Los beneficios del buen control glucémico han sido claramente demostrados2, por lo que es un reto conseguirlo también en este grupo de edad, sin incrementar el riesgo de hipoglucemia grave (HG), que es más frecuente y tiene un mayor impacto en los niños más pequeños3. En la actualidad está bien establecida la seguridad y eficacia del tratamiento con infusión subcutánea continua de insulina (ISCI) en adultos, adolescentes y escolares4. Su utilización en los niños más pequeños se ha ampliado en la última década5–7, también con buenos resultados8–11. En general faltan estudios aleatorizados en niños pequeños, y los que existen cuentan con un número de pacientes reducido y un seguimiento corto. La utilización de la ISCI desde el diagnóstico de la diabetes en los preescolares está menos extendida, aunque ha ido aumentando en algunos países y ha demostrado también ser eficaz y segura, con disminución del riesgo de HG12.
El objetivo del estudio de Sulmont et al.13 fue comparar el tratamiento con múltiples dosis de insulina (MDI) frente a la ISCI desde el diagnóstico, en una población pediátrica preescolar, y ver su impacto sobre las HG y la evolución a largo plazo. Se trata de un estudio retrospectivo de una cohorte de 66 niños con DM1 diagnosticados antes de los 6 años en los que se valoró, a largo plazo, el control metabólico (media de la HbA1c capilar, DCA 2000 de Bayer) y la satisfacción familiar tras un seguimiento superior a 5 años. De la cohorte global, 34 niños fueron tratados inicialmente con MDI (grupo A), la mayoría sin análogos de insulina, de los que 31 pasaron posteriormente a ISCI por diversos motivos (tiempo medio de evolución 3,9 ± 3,3 años); los otros 32 niños fueron tratados con ISCI desde el inicio de la terapia (grupo B), algunos inicialmente con insulina regular y el resto con análogos de acción rápida. Entre los dos grupos sólo existía diferencia significativa en la duración de la diabetes, que era superior en el grupo A. Globalmente abandonaron la ISCI el 9,1% de los niños. Los niveles de HbA1c fueron significativamente más bajos en el grupo B durante los 8 años de seguimiento. Un aspecto destacable es que la HbA1c se elevó de manera continuada en el grupo A mientras los pacientes fueron tratados con MDI, mientras que en el grupo B permaneció estable. Dentro del grupo A, los que pasaron a ISCI (frente a los que mantuvieron las MDI) tuvieron una HbA1c significativamente inferior durante los 4 años de seguimiento. En el total de los pacientes tratados con ISCI, la frecuencia de HG fue también inferior en este grupo frente al tratado inicialmente con MDI, como ya se había evidenciado en otros estudios. En parte, esta disminución puede estar también en relación con el tipo de insulina utilizada, que fue de análogos de acción rápida en la ISCI, frente a insulina NPH en las MDI. No se encontró diferencia significativa en la incidencia de cetoacidosis entre los dos grupos.
Los puntos débiles del estudio incluyen no ser un estudio aleatorizado y comparar dos poblaciones heterogéneas, diagnosticadas en distintos periodos, lo que posiblemente conlleva diferentes pautas educativas y de exigencia de control glucémico. Además, existe heterogeneidad en el tipo de insulina utilizada, insulina humana frente a análogos de insulina con un perfil más fisiológico, como ya se ha mencionado. El grupo con MDI tenía mayor tiempo de evolución, lo que en general dificulta el control glucémico.
En conclusión, y con respecto a estudios similares previos3,8–12,14, Sulmont et al.13 corroboran que el tratamiento con ISCI es una buena alternativa terapéutica en niños muy pequeños con DM1, confirmando que un adecuado control glucémico puede mantenerse a largo plazo. Además, confirman algo muy importante en este grupo etario infantil: que el tratamiento con ISCI consigue una disminución significativa del riesgo de hipoglucemia grave.