En la actualidad, la pioglitazona es el único fármaco disponible en Europa de la clase de las tiazolidindionas. Activa los «receptores activados de proliferación de los peroxisomas», por lo que aumenta la sensibilidad a la insulina y mejora el metabolismo lipídico, 2 aspectos clave en el tratamiento actual de la diabetes mellitus. Este efecto antihiperglucemiante y la mejoría en el perfil lipídico han sido confirmados en ensayos clínicos aleatorizados y comparativos, en donde se ha demostrado la eficacia de pioglitazona, tanto en monoterapia como en combinación con otros agentes antidiabéticos. Resulta especialmente relevante su potencial impacto sobre el riesgo cardiovascular, dado que pioglitazona induce cambios favorables en los valores de triglicéridos y del colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (cHDL), y con un efecto antiaterogénico. Los efectos adversos relacionados con el uso de pioglitazona son en general leves y manejables. Algunos efectos adversos potencialmente graves en pacientes susceptibles pueden requerir medidas especiales de precaución. Por ejemplo, la insuficiencia cardíaca o del cáncer de vejiga, aunque este último aspecto aún está por ser confirmado. En conclusión, pioglitazona posee un efecto antihiperglucemiante clínicamente relevante, sin riesgo incrementado de hipoglucemia, con mayor beneficio potencial en los pacientes con resistencia a la insulina predominante y que, probablemente, asocia protección cardiovascular. Teniendo en cuenta su perfil de seguridad, con efectos adversos leves y en general manejables, hace que el balance beneficio/riesgo sea positivo.
Currently, pioglitazone is the only thiazolidinedione still available for use in Europe. This compound enhances insulin sensitivity and improves lipid metabolism activating «peroxisome proliferator-activated receptors» (PPAR), these aspects are key factors in the current treatment of diabetes mellitus. This antihyperglycemic effect and its improvements on lipid metabolism, has been confirmed in randomized, comparative clinical trials, which have demonstrated the efficacy of pioglitazone as monotherapy or in combination with other antidiabetic agents. Their impact on cardiovascular risk is particularly important; pioglitazone induces favorable changes in triglyceride and HDL-cholesterol and anti-atherogenic effect. Adverse effects associated with the use of pioglitazone are usually mild and manageable. In susceptible patients, some potentially serious adverse effects may require special precautions. For instance, heart failure or bladder cancer, although the latter has yet to be confirmed. In conclusion, pioglitazone has a clinically significant antihyperglycemic effect without increased risk of hypoglycemia, with greater potential benefit for patients with predominantly insulin resistance, and a potential association to with cardiovascular protection. Taking into account its safety profile with adverse effects generally mild and manageable, confirms that the benefit-risk balance of pioglitazone remains positive.