El desarrollo infantil temprano (DIT) es la base del capital humano y social y del desarrollo de las naciones. Es por esto que el DIT es un pilar fundamental de los Objetivos de Desarrollo Sostenible1. La serie de DIT recién publicada en Lancet indica que es posible implementar programas intersectoriales de DIT basados en evidencia a gran escala1–4. La evidencia claramente muestra que estos programas deben ser multifocales, e incluir la salud, nutrición, protección social y oportunidades de estimulación y aprendizaje temprano1–4. La evidencia también apunta que estos programas deben atender las necesidades de la familia y el niño a través del curso de vida, desde la gestación, pasando por la infancia temprana (nacimiento a 5 años), la niñez y hasta la adolescencia, y los padres y tutores en la edad adulta. Debido a la alta participación de los padres y madres en la fuerza laboral, y la evidencia de la importancia de la estimulación y educación temprana estructurada, el cuidado de los niños en estancias infantiles durante la primera infancia se ha convertido en una prioridad mundial para promover el DIT3,4. A pesar de esto, se sabe muy poco del impacto de los programas de estancias infantiles sobre el DIT3.
En este número del Boletín Médico del Hospital Infantil de México, Rizzoli y colaboradores reportaron los resultados de una evaluación de impacto de un programa sobre el DIT en estancias infantiles que funciona a gran escala en México5. Este estudio es sumamente relevante porque se concentra en el Programa de Estancias Infantiles (PEI), que se creó por la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) hace una década para apoyar a los padres o tutores en situación de pobreza, que trabajan o estudian, con el cuidado de niños de 1 a 3 años de edad. Las estancias infantiles del PEI incluyen la educación y cuidado de los niños durante 8h al día, 5 días a la semana. El PEI está estructurado como un modelo integral estandarizado que incluye estimulación, educación, cuidado de la salud y alimentación. Una fortaleza del estudio es que se llevó a cabo en Baja California y Campeche, dos estados con contextos socioeconómicos, culturales y geográficos contrastantes que reflejan la gran diversidad del país. Una segunda fortaleza es que el estudio tiene buen poder estadístico, ya que incluyó 3387 niños de 12 a 48 meses de edad atendidos en 177 estancias infantiles. Una tercera fortaleza del estudio es que se utilizó el tamiz multidimensional de Evaluación del Desarrollo Infantil (EDI) para medir el impacto de PEI sobre el DIT, incluyendo desarrollo motor fino, motor grueso, de lenguaje, social y de conocimiento. Esta herramienta fue desarrollada y ha sido validada ampliamente en México por Rizzoli y colaboradores6–13, por lo que los resultados de DIT son robustos.
El hallazgo principal indicó una asociación positiva entre un desarrollo adecuado y la participación durante 6 meses o más en el PEI, comparado con niños que tenían menos de un mes en el programa, independientemente de la edad del niño. Concuerdo con los autores que este hallazgo corrobora la importancia crucial de promover la incorporación de los niños a programas de estancias infantiles que incluyan actividades para favorecer su desarrollo desde edades tempranas. Aunque esto ya se había documentado con anterioridad en niños latinoamericanos en edad preescolar,14 este estudio lo demuestra con niños de 1 a 4 años de edad, lo cual lo hace un estudio realmente innovador.
Debido a que el estudio de Rizzoli y colaboradores es transversal5, no solo es importante confirmar los hallazgos con estudios prospectivos, sino también contar con grupos de comparación (similares condiciones socioeconómicas, pero no inscritos en estancias de PEI o programas equivalentes). Así mismo, es relevante seguir diseños que permitan identificar la calidad de los distintos componentes del PEI fundamentales para el promover el DIT, incluyendo nutrición, salud, y protección social, además de la estimulación y educación temprana. La falta de personal calificado para implementar programas efectivos de DIT es un reto que se ha identificado a nivel mundial4. Por esto, es muy importante que en México se hagan estudios de evaluación de procesos y control de calidad para comprender la calidad y las necesidades de capacitación de las educadoras/cuidadoras en las estancias infantiles de acuerdo con el marco de cuidado cariñoso y sensible de los niños promulgado por la serie de DIT de Lancet en el 20162–4. Estos estudios deben hacerse a nivel nacional para mantener no solo una alta cobertura, sino también una alta calidad en la entrega del cuidado infantil a través de la PEI y otras estructuras gubernamentales. La evidencia, resumida en la serie de DIT de Lancet, claramente indica que las estancias infantiles deben jugar un papel clave en educar e involucrar a los padres o tutores en el cuidado sensible y cariñoso de sus hijos, y también atender retos “nuevos” como el tema de la obesidad infantil14.
En conclusión, el estudio de Rizzoli y colaboradores,5 a la par de las evidencias presentadas en la serie de DIT de Lancet en 2016,2–4 sugiere ampliamente que en México se está avanzando en el tema de DIT en la primera infancia basado en evidencia. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer, puesto que el desarrollo humano debe ser visto como una cadena con muchos eslabones que deben atenderse durante el curso de vida a través de distintos sectores, de manera coordinada, con entrega de servicios estandarizados multifocales de alta calidad bien integrados de acuerdo a las necesidades de los niños y sus familias2–4. Es por esto que la sociedad civil debe continuar trabajando arduamente de forma coordinada para seguir fortaleciendo la voluntad política y el financiamiento del gobierno, para que esto suceda en beneficio de los niños mexicanos en el siglo XXI.
Dedico este editorial a la Maestra Laura Costas de Labarthe por sus más de 50 años de dedicación y entrega a la educación y el desarrollo de las niñas, niños y jóvenes mexicanos.