Una mujer de 58 años fue remitida a nuestra consulta de cardiología por clínica de dolor torácico de características atípicas. El examen físico, la analítica y la radiografía de tórax resultaron normales, y únicamente el ECG demostró una onda Q inferior. La ergometría fue informada como «no concluyente». Con el objetivo de desenmascarar un posible infarto de miocardio inferior silente se solicitó una resonancia magnética cardiaca de estrés.
Si bien pudo descartarse isquemia, de forma incidental se identificó una pequeña fístula aortopulmonar en aorta ascendente, sin evidencia de repercusión hemodinámica. La secuencia cine-gradiente confirmó la presencia de un flujo turbulento con jet sistólico en tronco de la arteria pulmonar (fig. 1).
Dada la escasa expresión clínica del hallazgo se decidió actitud conservadora, y la evolución de la paciente fue buena.
Las fístulas aortopulmonares han sido en numerosas ocasiones descritas como complicación severa de otras entidades como aneurismas aórticos por traumatismos, aortitis sifilítica, disección aórtica, endocarditis infecciosa izquierda o poscirugía, o asociadas a otras cardiopatías congénitas. Sin embargo, el hallazgo de una fístula aortopulmonar congénita, aislada, es un hallazgo infrecuente.
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