Este número de Cardiocore constituye el último de los dos dedicados a una patología tan amplia como la insuficiencia cardiaca (IC). Previamente se hizo hincapié en la importancia de un abordaje multidisciplinar de esta patología y de una enfermería cada vez más especializada en el manejo de nuevas técnicas. Así mismo se revisó el conocimiento actual de la IC diastólica y se contestaron importantes preguntas referentes al manejo óptimo del paciente trasplantado1. El presente número se centra en el diagnóstico y diferentes aspectos del tratamiento de la IC.
A pesar de los recientes avances en el manejo de la IC, el pronóstico de muchos de estos pacientes continúa siendo nefasto. Por este motivo se hacen necesarias nuevas técnicas que permitan un diagnóstico precoz y preciso que identifique la causa subyacente, dado que algunas patologías pueden ser corregibles con un tratamiento específico. Los doctores Prasad y Chaparro-Muñoz2 abren el presente número describiendo el valor incremental diagnóstico de la cardiorresonancia magnética respecto a técnicas de imagen convencionales como la ecocardiografía, y sus potenciales implicaciones terapéuticas y pronósticas.
Actualmente el tratamiento farmacológico óptimo de la IC incluye el empleo de los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina junto a diuréticos y beta-bloqueantes. Estos últimos, sin embargo, están contraindicados en la descompensación aguda de la IC, y como nos comentan los doctores Ruiz-Mateos y García-Rubira3, no existen claras recomendaciones sobre reducción de dosis e incluso suspensión de los mismos durante la fase aguda, así como el momento idóneo de su introducción.
La muerte súbita de origen arrítmico constituye la principal causa de mortalidad en pacientes con IC congestiva. En base a diferentes estudios que han mostrado una mejoría en la supervivencia de pacientes portadores de dispositivos de desfibrilación automática, las guías de actuación clínica recomiendan esta terapia en prevención primaria. Sin embargo, a pesar de estas recomendaciones, numerosas cuestiones quedan por dilucidar, preguntas que responden el Dr. Díaz-Infante et al4 en este número.
Seguidamente, el Dr. Cánovas et al5 nos exponen el papel actual del cirujano cardiovascular en la IC, especialmente en técnicas restauración ventricular encaminadas a recuperar una forma «más fisiológica» del corazón remodelado.
Pretendemos que este segundo número dedicado a la IC ayude a aclarar alguna de las numerosas cuestiones en el manejo de nuestros pacientes.