Las complicaciones infecciosas tras una cirugía cardiaca tienen un impacto muy negativo en la supervivencia. Su detección precoz es esencial para un mejor manejo clínico y, a su vez, para reducir la morbimortalidad asociada. Pero ¿es posible predecir el riesgo de complicaciones infecciosas tras una cirugía cardíaca?
En el intento de identificar un marcador que permita predecir el riesgo de complicaciones infecciosas tras una cirugía cardíaca Castaño et al.1 han realizado una extensa revisión sobre la utilidad de la procalcitonina como biomarcador en el diagnóstico de infecciones en el postoperatorio cardiaco y sus implicaciones pronósticas.
La procalcitonina es una molécula que se eleva en respuesta a antígenos bacterianos y ante citocinas proinflamatorias. Los niveles de procalcitonina se elevan de forma rápida en sepsis, alcanzando su pico entre las 6 y las 24 h y se comporta de forma similar tras una cirugía cardíaca2,3.
El artículo repasa exhaustivamente la evidencia existente hasta el momento en relación con la procalcitonina y los múltiples escenarios en los que la esta podría ser de utilidad para predecir el riesgo de complicaciones con la finalidad de lograr una detección precoz de las mismas y así guiar su tratamiento.
En primer lugar, la revisión subraya la necesidad de contextualizar los niveles de procalcitonina, dado que, a pesar de existir un rango de valores considerados como normales, según el tipo de infección y grado de afectación, dichos valores pueden variar de forma significativa, pudiendo traducir enfermedad a pesar de encontrarse dentro del rango de normalidad4. Se ha demostrado que ciertos tipos de infección, como en el caso de infección respiratoria baja, el uso de la procalcitonina permitiría establecer un diagnóstico precoz, guiar el inicio de antibioterapia y su retirada mediante la seriación del biomarcador, con un impacto positivo en la mortalidad y la reducción de efectos secundarios de los antibióticos5,6. Del mismo modo, el tipo de bacteria puede influir en los niveles de la procalcitonina lo que también dificulta establecer puntos de corte discriminativos para su diagnóstico7.
La cirugía cardiaca induce una elevación de los niveles de procalcitonina debido al trauma quirúrgico, a la circulación extracorpórea, el pinzamiento aórtico y la hipotermia. Los valores de procalcitonina alcanzan el pico dentro de las primeras 24 h después de la cirugía y desciende rápidamente a los 3-5 días del postoperatorio3. Numerosos estudios han demostrado la asociación entre niveles anormalmente elevados de procalcitonina y la aparición de complicaciones precoces y tardías tras una cirugía, así como un incremento del riesgo de mortalidad8,9, lo cual lo convierte en un prometedor biomarcador tanto diagnóstico como pronóstico, aunque, por el momento, con una limitada capacidad para discriminar entre complicaciones infecciosas e inflamatorias. Quizás el aspecto más interesante es el valor diagnóstico y pronóstico de pacientes tratados mediante cirugía valvular en la que el implante de prótesis valvulares incrementa el riesgo de endocarditis infecciosa. Ante la sospecha de endocarditis infecciosa, las guías de práctica clínica actuales definen claramente los criterios diagnósticos mayores y menores10. Los valores de procalcitonina no se encuentran entre ellos y siempre se requiere la evidencia microbiológica, así como la evidencia por técnicas de imagen que demuestren lesiones indicativas de endocarditis10. En el postoperatorio inmediato, la endocarditis de válvula protésica se asocia a gérmenes más agresivos como el Staphylococcus aureus, Staphylococcus epidermidis y microorganismos nosocomiales como los microorganismos gramnegativos y los hongos11. El tratamiento antibiótico solo no va a conseguir la cura de esta entidad y cirugía precoz es necesaria12. Además, la procalcitonina no se incluye entre los factores asociados a un peor pronóstico en pacientes con endocarditis infecciosa. Por lo tanto, el valor de la procalcitonina en el postoperatorio de cirugía cardíaca es un parámetro con relativa sensibilidad para detectar procesos infecciosos e inflamatorios, pero muy poco específica para ayudar a guiar el diagnóstico y el tratamiento.
Finalmente, otro de los puntos interesantes de la revisión radica en el concepto de interpretar la dinámica de los valores plasmáticos de procalcitonina en lugar del uso de determinaciones aisladas, tomando como referencia un valor de base y evaluando su variación en el tiempo mediante el aclaramiento de procalcitonina como predictor de la aparición de complicaciones. Sin embargo, la falta consenso sobre el momento idóneo para su seriación y sus intervalos abren la puerta a una línea de investigación que pudiera permitir unificar dichos puntos de corte2,13.