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Inicio Cirugía y Cirujanos A propósito de la quincuagésima octava Semana Quirúrgica Nacional
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Vol. 84. Núm. 6.
Páginas 445-446 (noviembre - diciembre 2016)
Vol. 84. Núm. 6.
Páginas 445-446 (noviembre - diciembre 2016)
Editorial
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A propósito de la quincuagésima octava Semana Quirúrgica Nacional
On the fifty-eighth National Surgical Week
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Francisco P. Navarro Reynoso
Presidente de la Academia Mexicana de Cirugía 2015-2016
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Este año 2016, la Semana Quirúrgica se llevó a cabo en el Hospital Central Militar, escenario que dio pie a rendir un homenaje a nuestras fuerzas armadas.

En la ceremonia de inauguración estuvieron presentes el General Secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, el Almirante Secretario Vidal Francisco Soberón, el Académico Dr. José Narro Robles, Secretario de Salud Federal y el Secretario del Consejo de Salubridad General, Dr. Jesús Ancer Rodríguez.

La Academia Mexicana de Cirugía fue fundada en 1933, por hombres ilustres que se reunieron a conformar esta corporación, muchos de ellos de gran talla como Abraham Ayala González, Gustavo Baz Prada, Gonzalo Castañeda, Dr. Manuel J. Castillejos, Dr. José Castro Villagrana, Dario Fernández y Manuel Gea González, solo por mencionar algunos; renovadores de la medicina, talentos privilegiados, muchos de nuestros fundadores fueron integrantes de nuestras fuerzas armadas, y en este editorial lo destaco por el hecho de haber estado en la institución en donde muchos de ellos trabajaron.

Durante todo el siglo xx y lo que llevamos del xxi, el desarrollo de la medicina y la cirugía ha sido vertiginoso, en cualquier área que se analice, desde cualquier ángulo; solo por dar algunos ejemplos:

En neurocirugía, lo que en los años 30-40 del siglo pasado requería de gran conocimiento e intuición clínica, hoy en día se puede ver con imágenes radiológicas extraordinarias, pudiéndose tratar con medicamentos igualmente extraordinarios y efectivos, con procedimientos de radioterapia, cirugía de mínima invasión o por medio de la canalización de una arteria dejándole al paciente mínimas secuelas; y sin querer dar más ejemplos, los grandes logros del siglo pasado como el descubrimiento de la asepsia, la antisepsia, la analgesia, la anestesia, los antibióticos, la quimioterapia, las trasfusiones, los cuidados intensivos, han dado un vuelco en el desarrollo de las ciencias médico-quirúrgicas, todo esto con grandes resultados.

En el siglo pasado la medicina mexicana también vivió la creación de grandes instituciones, los Hospitales Federales, los INSALUDes, el Instituto Mexicano del Seguro Social y el ISSSTE, el propio Hospital Central Militar y con ello la posibilidad de un acceso equitativo a los beneficios del auge científico y tecnológico, tal como lo consignaba Ignacio Chávez en 1945.

Si bien en el siglo pasado ocurrieron todos estos hechos, hoy en día trabajamos para lograr la mejora de la calidad de la atención médica, de la docencia y de la investigación, así como la exigencia de una mayor coordinación para la utilización de los recursos disponibles.

Hoy, en contraste con lo que sucedía hace casi 80 años, para ofrecer atención médica de calidad, se requiere acceso efectivo, medicina asertiva, buena cobertura, procesos de alta calidad, instituciones diferenciadas y mayor participación de la comunidad, además de mayores acciones de prevención.

Hoy se requiere diseñar procesos para capacitar aún más al personal de salud, lograr que podamos trabajar con pasión, con directivos cercanos, dedicados y comprometidos con el país, para lograr que la atención médica llegue a la gente con menores recursos, visualizar la más alta calidad en la enseñanza, y sumar esfuerzos para lograr disminuir los alarmantes números de embarazo en adolescentes y la mortalidad infantil, además del gran reto que tenemos frente a la obesidad, el sobrepeso y las enfermedades crónicas.

Debemos lograr una mayor participación de la sociedad en la conservación y resolución de los problemas que afectan su salud, con la participación activa de ella lograremos mayores y mejores objetivos.

Debemos aceptar que en este siglo se exige actuar decisivamente en la mejora de la atención médica, de la educación y de la investigación con acciones de calidad, seguridad y en un entorno digno, en donde las instituciones se transformen y estén alineadas, en donde el sistema las necesite y se dejen llevar dentro de una conducción ordenada, el paciente y su familia lo requieren.

La Academia Mexicana de Cirugía está consciente y comprometida con todos los cambios y retos que se han dado para el Sistema Nacional de Salud. «México es un gran país con grandes posibilidades en el presente y en el futuro, la salud influye en el bienestar y el desarrollo de las personas y de la colectividad, la salud es una de las grandes responsabilidades de los estados modernos además de que junto con la educación, la salud es un igualador social, no admite distingos por preferencias, orientaciones o militancias, la salud es la salud de la sociedad», palabras pronunciadas hace apenas unas semanas por nuestro Secretario de Salud Federal, José Narro Robles.

La Academia Mexicana de Cirugía como órgano consultor del Gobierno Federal está pendiente de las políticas públicas establecidas en el Plan Nacional de Desarrollo y el Programa Sectorial de Salud para poder coadyuvar en todos aquellos puntos en donde la Academia sea útil. Los académicos no estamos satisfechos y nos preguntamos y reflexionamos:

¿A dónde hemos llegado?, ¿a dónde queremos llegar?, ¿en dónde queremos estar en el futuro?, ¿cómo queremos ser reconocidos en el mundo?

Difícil quizá de responder en un entorno como el actual, pero no imposible de pensar qué hacer y trabajar para hacerlo.

Reflexiono: quizás debamos regresar a los inicios de la medicina y reflexionar que el equipo de salud debe tener mayor cercanía, calidez, carisma y compromiso, trabajar hacia una medicina personalizada, con gran sentido de posesión, volver al médico de familia, fomentar una mayor dedicación, alta capacitación, vocación, entrega e imaginación, así como trabajar en la creación de mentes inquietas y en la formación de líderes.

Termino diciendo: lo que empieza siempre se acaba, ojalá que no se acabe totalmente en el tiempo, que continúe el ánimo, el propósito y el proyecto.

Seguramente cuando lean esta comunicación, ya no estaré al frente de nuestra corporación, le doy gracias a la vida y a ustedes por haberme dado la oportunidad de haber podido trabajar a favor de nuestra institución, los mejores jueces serán el tiempo y ustedes.

Muchas, muchas gracias.

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