La seguridad clínica es un componente esencial de la calidad asistencial, desde que el Institute of Medicine1 así lo determinara dada la complejidad tanto de la práctica clínica como de su organización. Una práctica clínica segura exige identificar qué procedimientos clínicos diagnósticos y terapéuticos son los más seguros y eficaces, asegurar que se aplican a quien los necesita y realizarlos correctamente, sin errores humanos ni fallos de sistema2,3.
El modelo teórico más ampliamente aceptado en nuestro país toma como referencia el desarrollado en el Proyecto IDEA (Identificación de Efectos Adversos)4. Ante la inexistencia de una taxonomía universalmente aceptada, se definió efecto adverso (EA) como todo accidente imprevisto e inesperado, recogido en la historia clínica, que ha causado lesión y/o incapacidad y/o prolongación de la estancia y/o fallecimiento, que se deriva de la asistencia sanitaria y no de la enfermedad de base del paciente. El modelo trata de ser explicativo y evidencia la tenue barrera que separa los EA evitables de los que no lo son, de tal modo que es difícil diferenciar los EA ligados a la asistencia sanitaria de aquellos que están condicionados por características, comorbilidad y/o factores de riesgo intrínsecos del paciente. Por otra parte, en el curso de la atención sanitaria se dan incidentes o semiaccidentes, que en sí no tienen consecuencias, pero que, como precursores de los accidentes, su estudio es fundamental. Además, desde una perspectiva médico-legal, el modelo incluye las negligencias que, por definición, siempre son evitables, aunque no siempre tengan como consecuencia daño para el paciente. En último lugar cabe considerar los litigios, que pueden presentarse tanto cuando el EA es evitable como cuando no lo es, e independientemente de que haya producido o no daño (fig. 1).
Fig.1.Esquema del modelo teórico.
Mediante estudios epidemiológicos, la tasa de EA en hospitales se ha estimado entre un 4 y un 17%, de los que alrededor de un 50% se ha considerado evitables5,6. Estos estudios se han realizado en Estados Unidos7,8, Australia9, Gran Bretaña10, Dinamarca11, Nueva Zelanda12 y Canadá13,14. En España, en 2005 se ha desarrollado un estudio poblacional dirigido a conocer la incidencia de EA en hospitales (ENEAS)15. Es el primer estudio poblacional de nuestro país para este fin y el quinto en potencia en el mundo, por el número de casos evaluados. La incidencia de pacientes con EA fue del 9,3%16. El estudio ENEAS ha puesto de manifiesto que el área quirúrgica es más proclive a facilitar un mayor número de EA. Este hecho está motivado por un conjunto de factores, como la mayor vulnerabilidad de los pacientes, la interacción de muchos profesionales, el trabajo bajo presión de tiempo y la complejidad de los procedimientos, así como de la organización para llevarlos a cabo. Además, se conoce que muchos de ellos son prevenibles.
En este contexto nace la cirugía mayor ambulatoria (CMA)17, una de cuyas ventajas es la mayor protocolización de la asistencia a los pacientes y, por tanto, al menos en teoría, una menor incidencia de efectos adversos.
Los objetivos de este trabajo son determinar la incidencia de EA y de pacientes con EA en cirugía mayor ambulatoria y compararla con la incidencia encontrada en los servicios de cirugía general incluidos en el estudio ENEAS.
Material y métodoDiseño Estudio retrospectivo de cohortes históricas.
Ámbito de estudio Unidad de cirugía mayor ambulatoria de un hospital universitario.
Sujetos de estudio
Todos los pacientes intervenidos en el servicio de cirugía general durante el año 2005 en la unidad de CMA de dicho hospital y que tuvieran historia clínica en él. Fueron excluidos por pérdidas en el seguimiento los pacientes que, habiendo resultado positivos en la guía de cribado, no estaba disponible su historia en el archivo durante la visita de los revisores para cumplimentar el cuestionario de caracterización del EA.
Instrumentalización
Para la identificación de posibles EA se utilizó la Guía de Cribado del Proyecto IDEA4, un cuestionario elaborado a partir de una investigación previa18 a partir de una lista de condiciones similar a la de los estudios de Nueva York7 y Utah y Colorado8. Las historias clínicas que cumplían al menos uno de los 19 criterios de la guía de cribado fueron examinadas en detalle con posterioridad, para la caracterización precisa del EA con el Formulario Modular de Revisión (MRF2)19, que constaba de 5 módulos dirigidos a identificar el efecto adverso (módulo A), describir la lesión y sus efectos (módulo B), describir el momento y el entorno en que se produjo el efecto (módulo C), valorar los principales problemas en el proceso asistencial (módulo D) y, por último, definir factores causales, así como la posibilidad de prevención (módulo E).
El citado cuestionario exige que el investigador realice algunos juicios de valor y debe ser una persona experta en el tema, por lo que lo llevaron a cabo cirujanos del servicio o revisores médicos entrenados al efecto.
Variables estudiadas
1. Ligadas a la asistencia: estancia total, estancia postoperatoria y factores de riesgo extrínsecos (sonda urinaria, catéter venoso periférico, catéter central, catéter central de inserción periférica, catéter venoso central, nutrición parenteral, nutrición enteral, sonda nasogástrica, sonda percutánea esofagogástrica, traqueostomía, ventilación mecánica o terapia inmunosupresora).
2.Ligadas a la enfermedad o el procedimiento: diagnóstico principal, procedimiento quirúrgico y riesgo ASA20.
Análisis de los datos
Se realizó una descripción de la muestra: número de pacientes incluidos y excluidos, descripción de las alertas detectadas por la guía de cribado y descripción de los casos de EA confirmados para conocer el valor predictivo positivo de la guía de cribado.
Se calculó la incidencia acumulada, así como el porcentaje de EA evitables. En la estimación de la incidencia se consideraron los EA ocasionados y/o detectados en el proceso de hospitalización objeto de estudio. Asimismo, se calculó la proporción de pacientes que reingresaron por un EA.
La descripción de la muestra se realizó mediante la media, la mediana, la desviación típica y la amplitud intercuartílica para variables continuas y un análisis de frecuencias para variables categóricas. También se realizó un análisis bivariable para establecer relaciones entre las variables (mediante la U de Mann-Whitney para comparar medias y la prueba de la µ2 para comparar proporciones). Se aceptó como significativo un valor de 0,05 o menos en el contraste de hipótesis. Se utilizó el programa estadístico SPSS versión 12.0.
Confidencialidad y aspectos éticos
Este estudio se realizó siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y de la Ley de Cohesión del Sistema Nacional de Salud21. El director del estudio estableció las condiciones necesarias para garantizar el cumplimiento de la Ley Orgánica 15/1999, de Protección de datos de carácter personal.
Definición operativa de términos
Efecto adverso: lesión y/o incapacidad y/o prolongación de la estancia y/o fallecimiento, que se deriva de la asistencia sanitaria y no de la enfermedad de base del paciente. Para determinar que el EA se debe a la asistencia los revisores puntuaron en una escala de 6 puntos (1: sin evidencia o pequeña evidencia; 6: evidencia prácticamente segura) el grado de seguridad que tenían de que el EA pudiera ser debido a la asistencia sanitaria y no al proceso patológico. Se requería una puntuación µ4 para darlo como positivo.
Efecto adverso evitable: para determinar que el acontecimiento adverso fuera prevenible los revisores puntuaron en una escala de 6 puntos (1: sin evidencia o mínima evidencia; 6: evidencia prácticamente segura) el grado de confianza que tenían de que el EA pudiera ser prevenible. Se requirió una puntuación µ4 para darlo como positivo.
Incidente: suceso que hubiera podido provocar daño o complicación en otras circunstancias o aquel que pueda favorecer la aparición de un efecto adverso.
Efecto adverso grave: aquel que ocasiona muerte o incapacidad residual al alta hospitalaria o que requirió nueva intervención quirúrgica. Efecto adverso moderado: aquel que ocasiona prolongación de la estancia hospitalaria al menos de 1 día de duración. Efecto adverso leve: aquel que ocasiona lesión o complicación sin prolongación de la estancia hospitalaria.
ResultadosLa muestra final del estudio se conformó con 269 sujetos, de los que 18 resultaron como posibles EA en el cribado y se descartó a 251 por no cumplir ninguna de las alertas de la guía de cribado. Al revisar a los pacientes con cribado positivo, se encontró 1 falso positivo (no se identificó ni EA ni incidente tras cumplimentar el MRF2) y 9 pacientes que sólo presentaban incidentes. El valor predictivo positivo (alertas positivas que fueron confirmadas como EA o incidentes) de la guía de cribado para detectar algún tipo de EA fue del 94,4% (intervalo de confianza [IC] del 95%, 84-100), considerando todo tipo de EA, es decir, también los inevitables y/o debidos a la enfermedad.
La media ± desviación típica de edad de los pacientes de la muestra fue 48,6 ± 18 años y la mediana, 50. El 63,2% de los sujetos del estudio eran varones y el 36,8%, mujeres.
Un total de 266 (98,9%) pacientes tenía algún factor de riesgo extrínseco (dispositivos invasivos como, por ejemplo, catéter venoso periférico o sonda urinaria). El 98,5% de los pacientes tenían catéter venoso periférico, lo que da idea de la frecuencia de este factor de riesgo extrínseco.
En 8 pacientes se detectaron EA ligados a la asistencia sanitaria, por lo que la incidencia de pacientes con EA relacionados directamente con la asistencia sanitaria fue del 3% (IC del 95%, 0,9-5). De estos 8 pacientes con EA, en 1 paciente el EA se produjo en el período de prehospitalización; en 5, durante un procedimiento, y en 2, durante el asesoramiento (recomendaciones) al alta.
La media de edad de los sujetos que desarrollaron EA durante la CMA fue 62,7 ± 8 (mediana, 63) años, frente a 47,6 ± 18 (mediana, 50) años de los sujetos sin EA. Estas diferencias alcanzaron significación estadística (p = 0,013). No encontramos diferencias (p = 0,482) en razón del sexo, de tal modo que el 3,5% de los varones desarrollaron EA ligado a la hospitalización frente al 2% de las mujeres.
Sin embargo, la presencia de factores de riesgo intrínseco marca una tendencia. Así, el 3,4% de los sujetos con algún factor de riesgo intrínseco (comorbilidades y otras características de riesgo) desarrollaron EA, frente al 2,6% de los sujetos que no tenían factores de riesgo. El 3% de los sujetos con algún factor de riesgo extrínseco desarrollaron EA, mientras que ninguno de los sujetos que no tenían factores de riesgo lo presentó (tabla 1).
TABLA 1. Pacientes con efectos adversos (EA) según factores de riesgo intrínseco y extrínseco
En los sujetos con EA la mediana de estancia fue 1 día, con una amplitud intercuartílica de 1, mientras que en los sujetos que no desarrollaron EA la mediana de estancia fue 0 días.
Como indicador de la gravedad del estado basal de la salud de los pacientes que presentaron EA ligados a la asistencia, se analizó el riesgo ASA (American Society of Anesthesiologists), con lo que resultó que 1 de los pacientes estaba sano y los 7 restantes tenían una enfermedad leve.
La naturaleza del problema principal pudo ser un error diagnóstico, un problema en la valoración general, en la supervisión y los cuidados, de infección nosocomial, un problema del procedimiento quirúrgico, relacionado con el uso del medicamento u otro tipo de problema. En 6 casos el EA se produjo por un procedimiento; en 1 caso, por infección nosocomial, y en otro, por otras causas (tabla 2).
TABLA 2. Tipos de efectos adversos (EA)
La mayor parte de los EA (5) se consideró como leves, 3 moderados y no se identificaron EA graves. Todos los moderados se consideraron inevitables y de los leves tan sólo uno fue evitable y estaba relacionado con un procedimiento.
De los EA, 6 tuvieron como consecuencia un incremento de la estancia y en 2 casos el EA condicionó el ingreso y, por lo tanto, toda la hospitalización fue debida a éste. Esta carga suponía como mediana 1,5 días en los EA que alargaron la estancia y de 3,5 días en los que causaron un reingreso. Así, el total de estancias adicionales producidas por EA fue de 19 (2,4 estancias adicionales por paciente), de las cuales 1 corresponde a EA evitable.
Del total de EA, en 7 se precisó de tratamientos adicionales (p. ej., medicación, rehabilitación o cirugía), mientras que en ningún caso fue necesario realizar procedimientos adicionales (p. ej., pruebas de radiodiagnóstico).
DiscusiónLa incidencia de EA relacionados con la asistencia sanitaria en los hospitales españoles (8,4%) es similar a la comunicada en la literatura por otros estudios realizados con similar metodología6-9,12,14 (fig. 2). Sin embargo, en nuestro estudio hemos encontrado una incidencia sensiblemente menor (3%) que, como veremos a continuación, se puede explicar.
Fig. 2. Incidencia de efectos adversos en diferentes estudios. A y Aajustado: Australia; CA: Canadá; D: Dinamarca; L: Londres; NY: Nueva York; NZ: Nueva Zelanda; UC: Utah y Colorado.
Se considera que el área quirúrgica es de alto riego para desencadenar EA22. Así en el Harvard Medical Practice Study de Nueva York7, se observó que el 48% de los EA estuvo relacionado con intervenciones quirúrgicas, aunque, específicamente, los errores de medicación ocuparon el primer lugar. En el ENEAS15, las especialidades que presentaron mayor incidencia de EA fueron cirugía cardíaca (20%), torácica (20%), vascular (16,9%), urología (10,4%) y cirugía general (10,3%). Así pues, los servicios de cirugía pueden ser considerados de riesgo.
Sin embargo, nuestro estudio ha puesto de manifiesto que la incidencia de EA en CMA es muy inferior a la de los servicios de cirugía en régimen de hospitalización en el estudio nacional (fig. 3). La diferencia puede explicarse porque los pacientes candidatos a CMA suelen ser más jóvenes y presentan menos comorbilidades, también puede explicarla el tipo de procesos que habitualmente se realizan en régimen ambulatorio. La hospitalización en sí misma es una fuente de riesgo de EA, como evidenció el estudio ENEAS15. Pero la aportación de una mayor estandarización de los procesos, junto con la protocolización de las actividades que caracterizan la CMA, también tiene una influencia decisiva en la disminución del riesgo de originar EA.
Fig. 3. Incidencia comparada de efectos adversos.
El estudio ENEAS revela que el impacto de los EA en los servicios de cirugía es importante si tenemos en cuenta que en el 68,8% se considera que son moderados o graves, cifra superior a la del resto de los servicios quirúrgicos y muy superior a la de los servicios médicos15 (fig. 4). Sin embargo, en nuestro estudio los EA considerados moderados fueron el 37,5% y no se detectó ninguno grave, por lo que la CMA disminuye el impacto de los EA en el paciente.
Fig. 4. Gravedad de los efectos adversos por servicios en el estudio ENEAS.
Sin embargo, la posibilidad de prevención de los EA en la CMA fue del 12,5%, menor que la general en el estudio nacional (42,8%) y que en cirugía general con ingreso (36,46%). La mayor estandarización del proceso asistencial hace que la incidencia de EA sea menor, pero también que éstos sean menos evitables al disminuir los posibles objetivos de mejora. Hemos de recordar que no se producen EA relacionados con el error de diagnóstico, con la prestación de los cuidados ni con el uso del medicamento, habituales en otros escenarios, y que el caso de retención urinaria en nuestra serie no está relacionado con la cirugía.
Entre las limitaciones del estudio se encuentra la posibilidad de haber subestimado la incidencia de EA, debido a una deficiente información aportada en la historia clínica. Este hecho se destaca en el estudio ENEAS donde la información se calificó como inadecuada o poco adecuada en un 19%.
En nuestro estudio la guía de cribado presentó un valor predictivo positivo alto comparado con el valor estimado en otros estudios9.
En conclusión, la CMA, además de mejorar la eficiencia técnica de los servicios clínicos, es más segura para los pacientes, lo que refleja que las medidas efectivas orientadas a la prevención, como las guías de práctica clínica, vías clínicas y los protocolos, tan usados en la misma, tienen un destacado papel en la seguridad del paciente.
En el siglo XXI tenemos el reto de investigar cuáles son los procesos que pueden beneficiarse de las prácticas clínicas más seguras ensayando modalidades asistenciales alternativas, desde la CMA a la telecirugía, para garantizar el máximo de oportunidades de mejora de la calidad23,24.
El estudio ENEAS fue realizado por un convenio de colaboración entre la Universidad Miguel Hernández y el Ministerio de Sanidad y Consumo, que lo financió. Su realización fue aprobada por el Comité de Ética e Investigación Clínica de Aragón. Parte de este estudio ha sido posible gracias a la ayuda PI 040861 del programa de promoción de la investigación biomédica y en ciencias de la salud del Ministerio de Sanidad y Consumo, Instituto de Salud Carlos III: “efectos adversos en cirugía general. Opinión de los cirujanos valencianos y práctica clínica de un servicio de cirugía de un hospital universitario”.
Correspondencia: Dr. J.M. Aranaz Andrés. Departamento de Salud Pública. Universidad Miguel Hernández. Campus de San Juan. Ctra. Alicante-Valencia, km 8,7. 03550 San Juan de Alicante. Alicante. España. Correo electrónico: aranaz_jes@gva.es
Manuscrito recibido el 3-7-2007 y aceptado el 6-6-2008.