La lesión hepática grave es una complicación infrecuente de la reanimación cardiopulmonar1. Si se maneja de forma adecuada, no influye de manera significativa en la evolución del paciente. A continuación describimos el caso de un paciente que presentó un gran hematoma subcapsular hepático secundario a maniobras de reanimación cardiaca.
Varón de 39 años con antecedentes de miocarditis en 2003 y miocardiopatía secundaria. Trabajando presentó una parada cardiorrespiratoria secundaria a fibrilación ventricular. Se realizó reanimación cardiopulmonar por personal sanitario y desfibrilación con buena respuesta. Se trasladó a su hospital de referencia y, durante su estancia en UCI, se detectó inestabilidad hemodinámica, disminución del hematocrito y dolor abdominal. La ecografía portátil, y a continuación la TC abdominal, permitieron el diagnóstico de una lesión hepática grado III/V2, en forma de gran hematoma subcapsular con líquido libre y un foco de sangrado activo a nivel del segmento VIII, motivo por el que se trasladó a nuestro centro, donde se practicó un angioTAC que no observó sangrado activo (fig. 1). El paciente evolucionó favorablemente con tratamiento conservador, precisando reposición de 5 concentrados de hematíes. Fue dado de alta con excelente estado general a los 14 días del ingreso.
La reanimación cardiopulmonar precoz se asocia a un incremento de la supervivencia en los pacientes con parada cardiaca, independientemente del personal que realice la maniobra3. A su vez, el masaje cardiaco puede provocar simultáneamente lesiones como fracturas costales y de esternón. Con menor frecuencia se han descrito lesiones de vísceras abdominales, tales como el hígado (0,6%), y más raramente el bazo y el estómago4,5. Las lesiones hepáticas observadas tras masaje cardiaco son el hematoma subcapsular y la rotura de la cápsula de Glisson con hemorragia intraabdominal. Suelen afectar al lóbulo hepático izquierdo en un 70% de los casos5. Debemos sospechar este diagnóstico tras la valoración clínica del paciente y un descenso del hematocrito. Hay que tener en cuenta que la lesión hepática puede producirse incluso tras la realización de masaje cardiaco ejecutado correctamente y por personal entrenado. Además del masaje cardiaco, los pacientes que precisan reanimación cardiopulmonar pueden tener alteraciones de la hemostasia por tratamiento previo con antiagregantes plaquetarios o por trombolisis, en caso de infarto agudo de miocardio, lo que favorece el desarrollo de lesiones hepáticas y la intensidad del sangrado. En una serie de 2.558 paradas cardiorrespiratorias, el 87% de los pacientes con afectación hepática tenían tratamiento hipocoagulante6.
La supervivencia global de estos pacientes se relaciona con el comienzo precoz de las maniobras de reanimación y desfibrilación, así como con la condición previa a la parada cardiaca del paciente5. Para la mejora del pronóstico se recomendó, en el consenso europeo de reanimación en 2005, la realización de 30 compresiones cardiacas y 2 respiraciones, sustituyendo al anterior ciclo 2:151. Esta modificación puede conllevar un incremento de estas complicaciones inusuales, como el hematoma hepático.
La ecografía portátil debería ser el primer paso para el diagnóstico de esta complicación, seguido de la TC abdominal, para una correcta evaluación del grado de lesión. La necesidad de tratamiento quirúrgico dependerá, igual que en otras etiologías de traumatismo hepático, de la estabilidad hemodinámica del paciente. El tratamiento conservador alcanza una tasa general de éxito del 83–100%. La angioembolización se considera una herramienta terapéutica útil, en caso de evidenciar fuga de contraste arterial, inestabilidad con necesidad de reposición continuada de hemoderivados o perioperatoria en el contexto de una cirugía de control de daños7.