Los tumores de la estroma gastrointestinal (GIST) son las neoplasias mesenquimales más frecuentes del tracto digestivo, si bien sólo representan el 2% de las neoplasias del aparato digestivo. Recientemente, dos acontecimientos importantes han convertido estos tumores en tema de actualidad. Por un lado, la redefinición anatomopatológica de los GIST y su nueva clasificación en función de criterios condicionantes de riesgo de recidiva, y por otro, el importante e impactante descubrimiento en el año 2001 del imatinib mesilato, un fármaco que puede ser activo en la mayoría de estos tumores cuando presentan una recidiva local irresecable y/o ante su diseminación metastásica.
El perfil inmunohistoquímico de los GIST es similar al de las células intersticiales de Cajal, con positividad para CD117 (c-Kit receptor tirosincinasa), CD34 y vimentina, lo que sugiere que su origen se encuentra en estas células interticiales de Cajal, tal como describen Martín-Lorenzo et al1 en su artículo del presente número de Cirugía Española. Un aspecto fundamental de los GIST es la presencia de mutaciones con ganancia de función c-Kit. La expresión de un c-Kit en un GIST es fácilmente detectable mediante estudios inmunohistoquímicos sistemáticos2. Estas mutaciones pueden aparecer precozmente en el proceso oncogénico de los GIST y su incidencia varía según el exón mutado. El 15-71% ocurre en el exón 11 y se asocia con un mayor riesgo de recidiva y una mejor respuesta a imatinib, pues en la mayoría de los casos expresa c-Kit; entre un 3 y un 13% ocurre en el exón 9 y produce GIST altamente malignos y de rápido crecimiento; por último, el 0-3% se produce en el axón 13, de dominio intracelular. Algunos GIST carecen de mutaciones en el c-Kit, aunque el 35% de ellos tiene mutaciones en los exones 12, 14 y 18 del receptor alfa del factor de crecimiento derivado de las plaquetas (PDGFRA)3.
Independientemente de estos importantes aspectos inmunohistoquímicos, el tamaño (< 2, 2-5 o > 5 cm) y el índice mitótico (50CGA) (< 5 mitosis x 50CGA, o > 5 mitosis x 50CGA) del GIST se han convertido, gracias a los estudios de Fletcher et al4, en las dos variables pronósticas más importantes en los GIST. Así pues, podemos clasificar mejor a estos pacientes en grupos de diferente riesgo pronóstico: "muy bajo riesgo" (< 2 cm/< 5 mitosis x 50CGA), "bajo riesgo" (2-5 cm/< 5 mitosis x 50CGA), "riesgo medio" (< 5 cm/6-10 mitosis x 50CGA o 5-10 cm/< 5 mitosis x 50CGA) o "alto riesgo" (> 5 cm/< 5 mitosis x 50CGA, o > 10 cm/cualquier índice mitótico, o cualquier tamaño/> 10 mitosis * 50CGA). Otros autores, como Martin et al5 del Grupo Español de Investigaciones en Sarcomas (GEIS) en nuestro país, han mostrado también que este índice de riesgo se ha confirmado como factor pronóstico independiente, especialmente en el grupo de GIST de "alto riesgo".
Desde el punto de vista terapéutico, los GIST deben considerarse como tumores potencialmente malignos. Su estadificación, de acuerdo con la clasificación de índice de riesgo anteriormente comentada, confirma que los pacientes de "alto riesgo" tienen un índice de recidiva superior al 50%, mientras que los pacientes con GIST de "muy bajo" o "bajo riesgo" tienen una potencial supervivencia, tras su resección quirúrgica radical, prácticamente similar a la de la población normal.
El tratamiento quirúrgico exerético sigue siendo el estándar terapéutico en los GIST. Los pacientes con una resección tumoral completa (R0) tienen una supervivencia global superior a los que reciben una cirugía menos agresiva y marginal. Por tanto, la radicalidad quirúrgica, como se comenta en el artículo de Martín-Lorenzo et al1, es un claro factor pronóstico médico-dependiente.
La enucleación simple o la resección endoscópica están contraindicadas en estos tumores. La exéresis quirúrgica laparoscópica es posible en tumores de "muy bajo" y "bajo riesgo", siempre y cuando se conserven los criterios de radicalidad quirúrgica R0. La rotura del tumor, sea de forma espontánea o durante una exéresis quirúrgica, conlleva un mayor número de implantes tumorales peritoneales y, por tanto, una reducción de la supervivencia en estos pacientes. Por consiguiente, si este accidente sucede durante una exéresis realizada por vía laparoscópica, es recomendable su conversión a cirugía abierta laparotómica. Igualmente, cuando el estudio anatomopatológico muestra una afección de los márgenes de resección o hay una progresión tumoral intramural en los mismos márgenes no detectada previamente, deberá considerarse una reintervención quirúrgica para ampliar los límites de la resección.
La presencia de un GIST de "alto riesgo" de gran tamaño y no resecable con criterios de radicalidad, o de un GIST oncológicamente avanzado (diseminación peritioneal o presencia de metástasis a distancia hepáticas/ pulmonares), ya sea como primera manifestación de la enfermedad o bien en el contexto de una recidiva, representa una situación de gran dificultad terapéutica. La supervivencia media de estos enfermos era, hasta hace poco tiempo, inferior al año y sólo el 20% de ellos sobrevivía más allá de 5 años.
En el año 2001, un grupo de investigadores dirigidos por Joensuu describieron por primera vez los efectos terapéuticos positivos de un fármaco, imatinib mesilato, en paciente con recidivas posquirúrgicas de GIST6. Los mecanismos de acción de este fármaco, considerado por la sociedad oncológica mundial como el mayor descubrimiento ocurrido en los últimos años en el ámbito de la oncología médica, se centran en la inhibición de la tirosincinasa c-Kit, por lo que tiene un efecto "diana" en el GIST c-Kit positivo. Desde entonces, múltiples investigaciones han confirmado el efecto beneficioso de este fármaco sobre los GIST en estadio avanzado. Se abre así una nueva línea de tratamiento multidisciplinario en la que cirujanos, oncólogos, anatomopatólogos y radiólogos deberán trabajar conjuntamente para conseguir la mejor expectativa terapéutica y de vida para estos pacientes.
Las preguntas más relevantes planteadas en la actualidad se centran en cuándo y a quién debe administrarse imatinib, cuáles son las dosificaciones más adecuadas y hasta cuándo debe administrarse el fármaco, y qué se debe hacer frente a resistencias a imatinib o ante GIST c-Kit negativos. Recientemente se han publicado diferentes guías de consenso con el fin de reestructurar el planteamiento terapéutico de los GIST y conseguir respuestas a las cuestiones anteriormente planteadas. Ejemplo de ellas son las publicadas por la NCCN en Estados Unidos en marzo de 2004, por la ESMO en Lugano en febrero 20057 y la guía GIST recién elaborada en nuestro país por el Grupo Español de Investigaciones en Sarcoma (GEIS) en Barcelona 20058,9. Asimismo, grupos europeos de la EORTC (62024/62025/62005) y grupos americanos como la RTOG (SO132) han promocionado estudios prospectivos multidisciplinarios especialmente dirigidos a determinar las dosificaciones y los efectos adversos del tratamiento con imatinib.
Las conclusiones de estos estudios y de las guías elaboradas por los expertos indican que el tratamiento con imatinib mesilato puede aumentar la supervivencia de los pacientes con GIST avanzado c-Kit positivo, permitiendo en algunos de ellos una cirugía de rescate impensable antes del tratamiento. Quedan aún por definir la utilidad de este fármaco como tratamiento neoadjuvante/adjuvante y la asociación futura de este tratamiento con el mejor momento operatorio de un GIST, especialmente si éste es de "medio o alto riesgo".
Por el momento, su uso como neo/adyuvante de la cirugía sólo tiene sentido en el contexto de ensayos clínicos previamente consensuados por grupos multidisciplinarios de expertos reconocidos. Probablemente los resultados esperanzadores de estos ensayos posibilitarán en un futuro muy próximo su uso habitual en el ámbito asistencial.