Coincidimos absolutamente con las consideraciones realizadas por Nogué S, et al.1. Nuestro caso parece tener como origen la colocación de una sonda nasogástrica, en una cavidad gástrica previamente dañada, y con intención descontaminante en un intervalo terapéutico a priori fuera de rango2. La adopción de medidas de descontaminación rutinarias, tanto en su indicación como en su ejecución, ha sido denunciada por nuestro grupo desde hace años3,4, por su potencial yatrogenia5, probablemente infraregistrada6.
En cualquier caso, dada la posibilidad de que desgraciadamente sigan ocurriendo hechos similares, nos parece adecuado insistir a los cirujanos en que, a pesar de un lavado quirúrgico abdominal inicial exhaustivo, el paciente precisa de una vigilancia estricta tras la intervención quirúrgica, en previsión de que se desarrollen nuevos episodios de peritonitis, por la gran difusión del CA en la cavidad peritoneal.