Leemos con interés el artículo del Dr. Noguera sobre la colecistectomía de única incisión1. Coincidimos en algunas de sus apreciaciones pero discrepamos en lo relacionado con el glove-port.
Frente al supuesto beneficio, el cosmético (que a medio y largo plazo también comienza a ponerse en duda)2–5, los pocos estudios sistemáticos realizados sobre gran número de intervenciones y hospitales han demostrado que la colecistectomía por puerto único conlleva duplicar las lesiones de la vía biliar, el aumento de eventraciones6–8 y del gasto hospitalario. En el estudio americano sobre un total de 193.000 colecistectomías en 428 hospitales, el coste de las realizadas por puerto único resultó de 964 dólares por procedimiento superior a la colecistectomía laparoscópica convencional9. El glove-port surge con la idea de minimizar uno de dichos inconvenientes: su elevado coste añadido frente a la laparoscopia convencional.
A raíz de la estancia de un miembro de nuestro equipo en el Servicio de Cirugía del Dr. Mortensen del John Ratcliffe Hospital de Oxford, donde acumulan gran experiencia en la utilización de este dispositivo, hemos tenido ocasión de aprender su manejo y de probarlo en nuestra Unidad, comprobando que permite colocar todo tipo de trocares, utilizar instrumental recto o curvo, ópticas de cualquier diámetro y las mismas o mejores angulaciones y maniobrabilidad que los dispositivos promovidos por la industria. No compartimos sus afirmaciones de que su utilización suponga «una inadecuada selección de pacientes y una deficiente autocrítica», «mayor preocupación del caso individual que por el progreso de la técnica» o que se asocie al concepto del «todo vale», apreciaciones que nos parecen, cuando menos, gratuitas y faltas de rigor. Son ya numerosos los grupos, incluyendo el del propio Mortensen en Oxford, el de Asakuma en la Universidad de Osaka y otros10–16 que han publicado buenos resultados con la utilización del glove-port en diversos tipos de intervenciones, y nuestra experiencia inicial (que incluye colecistectomías, apendicectomías y una segmentectomía hepática II-III) apoya dichos resultados. Por todo ello, creemos que al menos debe considerarse una alternativa válida para ser evaluada en el futuro, especialmente en el momento actual, en el que cada vez vamos a tener que preocuparnos más de la eficiencia de nuestras intervenciones, en la cual, por supuesto, se incluye el coste. Tal vez el gran inconveniente del glove-port sea ese: su escaso precio, lo que hace que ni las firmas que comercializan otros dispositivos mucho más caros ni los cirujanos que las asesoran, fuertemente patrocinados por ellas, se muestren interesados en su evaluación y difusión, pero creemos que ese tipo de críticas faltas de rigor deberían evitarse para no desacreditar la objetividad del que las emite, especialmente en los casos en los que puede existir un claro conflicto de intereses.