La atención sanitaria del cáncer de mama (CM) en España se basa en el sistema público asistencial, que ofrece programas de cribado poblacional y gestiona unidades de patología mamaria. A mediados de marzo del 2020, la pandemia COVID-19 estaba extendida en Cataluña y el gobierno decretó un confinamiento completo1. En ese momento, la mayoría de los hospitales públicos y centros de atención primaria ya priorizaban los pacientes COVID-19, relegando inevitablemente gran parte del resto de atención sanitaria2. En este contexto se detuvo nuestro programa de cribado desde el 16 de marzo hasta el 18 de mayo.
Nos propusimos analizar el impacto de esa primera ola pandémica del COVID-19 sobre la atención a pacientes con un diagnóstico nuevo o reciente (en curso de tratamiento) de CM. La primera ola fue una situación más «pura» al compararla con los brotes subsiguientes con menores carencias asistenciales.
El estudio abarca dos hospitales universitarios públicos de Terrassa (Barcelona) con una población atendida de unos 400.000 habitantes. El programa de cribado compartido por ambos centros se instauró en el 2000 y se desarrolló sin incidencias hasta marzo de 2020. En los últimos cinco años se constató una tasa estable de nuevos diagnósticos de CM, con una media de 350 casos por año.
Los pacientes se seleccionaron a partir de las actas de los comités de mama y de las bases de datos de anatomía patológica (core-biopsias positivas para CM). En el período de estudio (desde el 15 de marzo hasta el 30 de septiembre de 2020) se incluyeron a las pacientes que cumplían alguna de las siguientes condiciones: primera visita ambulatoria con diagnóstico nuevo de CM, procedimiento quirúrgico primario de CM, procedimiento quirúrgico de CM post-neoadyuvancia o inicio de tratamiento neoadyuvante. Se excluyeron las pacientes de CM con diagnóstico o tratamiento fuera del período de estudio, así como pacientes con CM en estadio IV al diagnóstico.
Se seleccionó ese período de estudio concreto para ajustarnos a la primera ola de COVID-19 y antes del inicio del segundo brote, en octubre de 2020. De esa manera, los cambios significativos observados en las pacientes al comparar con el grupo control, deberían reflejar los efectos agudos, a corto plazo, del primer brote pandémico.
Se compararon los resultados de las variables del grupo de estudio con los del grupo control (desde el 15 de marzo hasta el 30 de septiembre de 2019).
Se registraron 104 pacientes en el grupo de estudio (2020) y 171 pacientes en el grupo control (2019), indicando una reducción del 39,2% en la actividad asistencial durante la primera ola pandémica. Con respecto a los casos de nuevo diagnóstico de CM, las cifras fueron 73 y 127 pacientes, respectivamente, indicando una reducción de 41,7%. La tasa de disminución en la actividad asistencial del CM en el período de estudio (2020) fue más marcada durante las primeras ocho semanas, para mejorar y estabilizarse posteriormente hacia la semana 28, aunque todavía sin una recuperación real (fig. 1).
La tabla 1 muestra los resultados de las variables más relevantes en los grupos de estudio y control.
Diferencias en las características del cáncer de mama entre el grupo de estudio y el grupo control
Grupo control-2019 n = 171 | Grupo estudio 2020 n = 104 | p | |
---|---|---|---|
Edad – media ± DE | 58 ± 13 | 60 ± 14 | 0,486 |
Antecedentes familiares cáncer de mama de primer grado: sí/no | 30/85 | 81/73 | 0,001 |
Registro: Primera visita | 127 | 73 | 0,343 |
Cirugía | 15 | 11 | |
Cirugía post-QT | 23 | 16 | |
QT primaria | 5 | 4 | |
Diagnóstico: CM Clínico | 124 | 78 | 0,380 |
Programa cribado | 47 | 26 | |
Diagnóstico core-biopsia: | 0,022 | ||
DCIS | 27 | 7 | |
Carcinoma infiltrante | 144 | 95 | |
Estadio T: T1 | 74 | 43 | 0,384 |
T2 | 67 | 41 | |
T3 | 10 | 10 | |
Estadio ganglionar preoperatorio: | 0,217 | ||
Negativo | 86 | 59 | |
Positivo | 67 | 36 | |
Estadio clínico: 0 | 26 | 7 | 0,842 |
I | 58 | 35 | |
IIA | 48 | 30 | |
IIB | 23 | 15 | |
III | 10 | 14 | |
Fenotipo: Luminal A | 64 | 25 | 0,061 |
Luminal B | 64 | 41 | |
Her2 + | 13 | 15 | |
Triple negativo | 19 | 15 | |
Procedimiento quirúrgico: | 0,416 | ||
Mastectomía | 43 | 21 | |
Conservador | 128 | 70 |
CM = cáncer de mama; QT = quimioterapia; DCIS = carcinoma ductal in situ; DE = desviación estándar; Her2 = receptor-2 del factor de crecimiento epidérmico humano.
La ominosa pandemia COVID-19 ha marcado profundamente múltiples aspectos de la atención sanitaria. Por su alta prevalencia resulta especialmente preocupante su impacto social3. El diagnóstico precoz del CM y la mayor concienciación de la población han mejorado el pronóstico en los últimos años, con una tasa actual de supervivencia a cinco años de alrededor del 84% en nuestro entorno4. Esta mejora en el pronóstico del CM se ha logrado implementando una importante serie de recursos durante décadas, como los programas de cribado poblacionales, la optimización de la mamografía y ecografía mamaria, la resonancia magnética, la core-biopsia, los procedimientos quirúrgicos conservadores, la radioterapia y los tratamientos sistémicos. Gran parte de estos logros se pusieron en riesgo durante el primer brote de COVID-19. De entrada, es posible que algunas pacientes con un nuevo cáncer de mama no consultaran por temor a los centros sanitarios como foco de contagio5. Los resultados del presente estudio apuntan a una caída del 39% en la actividad asistencial del cáncer de mama y del 42% en el diagnóstico de nuevos casos. Las escasas diferencias entre sujetos de estudio y controles no muestran, como quizás podría sospecharse, un estadio más avanzado de la enfermedad en las pacientes atendidas durante la primera ola COVID-19 ni en los meses posteriores. La reducción en la tasa de CM en el período de estudio parece claramente relacionada con la interrupción del programa de cribado. Más difícil es explicar la mayor tasa de antecedentes familiares de CM entre las pacientes de estudio. Quizás tener familiares de primer grado con esta patología fue un estímulo para buscar asistencia médica. Al analizar las pacientes que consultaron durante el primer brote de COVID-19, no observamos un retraso de diagnóstico ni tratamiento, ni otros aspectos en el corto plazo. No obstante, causa cierta perplejidad y preocupación la falta de información con respecto a las pacientes «perdidas» durante ese período, hasta finales de mayo de 2020, y todavía sin recuperar a finales de septiembre de 2020, justo antes de la segunda ola.