La intususcepción apendicular es una entidad poco frecuente. Representa únicamente el 0,01% de las indicaciones de apendicectomía1, siendo un reto diagnóstico2.
Presentamos el caso de una paciente mujer de 20 años de edad que acudió al servicio de urgencias por dolor abdominal en fosa ilíaca derecha de tipo cólico de varios días de evolución sin otra clínica acompañante. En la analítica de sangre no se evidenciaron alteraciones. Por persistencia del dolor se indicó prueba de imagen. En la ecografía se evidenció una imagen en diana en fosa ilíaca derecha. Se completó estudio mediante TAC, el cual evidenció a nivel del ángulo hepático una estructura tubular con contenido hipodenso que terminaba en un fondo de saco ciego (fig. 1), así como la invaginación del íleon terminal y la válvula ileocecal en el colon derecho (fig. 2). Los hallazgos eran compatibles con el diagnóstico de mucocele apendicular invaginado, motivo por el cual se realizó ileocequectomía laparoscópica urgente. La evolución postoperatoria fue favorable. La paciente fue dada de alta hospitalaria al tercer día del postoperatorio. La anatomía patológica fue de mucocele apendicular sin rasgos histológicos de malignidad cuya base protruía en la luz del ciego produciendo invaginación del mismo.
La intususcepción apendicular se define como la invaginación de una porción del apéndice dentro su propia luz o de la del ciego. Es secundaria a movimientos peristálticos anormales causados por la inflamación del apéndice y favorecida por mesoapéndices laxos con la luz apendicular ancha o por apéndices muy móviles y finos3. Aparece más frecuentemente en adultos (76%) que en niños, y en mujeres que en varones con un ratio 2 a 12. La edad más frecuente de aparición es en la cuarta década de la vida2. En la edad pediátrica la causa más frecuente es la inflamación del apéndice mientras que en los adultos la etiología más habitual es la endometriosis (33%) seguida de los mucoceles apendiculares (19%) y la inflamación apendicular (19%). En el resto de los casos la etiología es tumoral, habiéndose descrito tumores de tipo carcinoides, metástasis, hamartomas o linfomas2,4,5.
Su clínica es muy variada, pudiendo cursar de manera aguda como un cuadro de dolor en fosa ilíaca derecha que simula una apendicitis aguda o bien con síntomas crónicos intermitentes como dolor, vómitos o rectorragia o incluso cursar de manera asintomática2–4.
En 1941 McSwain estableció una clasificación anatómica con los distintos grados de intususcepción apendicular6:
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Tipo I: el fondo del apéndice se invagina en la luz del apéndice proximal.
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Tipo II: la invaginación empieza en algún punto a lo largo del apéndice invaginándose con el tejido apendicular adyacente.
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Tipo III: la invaginación comienza en la unión del ciego con el apéndice.
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Tipo IV: intususcepción retrograda del apéndice, donde el apéndice proximal se invagina con la parte distal del mismo.
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Tipo V: invaginación completa del apéndice en el ciego por progresión de los tipos I, II o III.
La ecografía juega un papel importante en los pacientes pediátricos, mientras que en adultos la TC es la prueba de elección2, en ella se identifica una imagen en diana asociada a una masa quística bien encapsulada dentro del ciego3. La colonoscopia aporta información al identificar una imagen vegetante en la luz del ciego y permite el diagnóstico diferencial con tumores primarios3.
El tratamiento quirúrgico varía desde la apendicectomía hasta la hemicolectomía derecha en función de la etiología y el grado de la intususcepción2–4,7. Cuando la causa de la invaginación es un mucocele apendicular no se recomienda reducir la intususcepción por el elevado riesgo de exponer la cavidad peritoneal a las células productoras de mucina3,7.
En el seguimiento de los pacientes es importante la realización de colonoscopias ya que hasta el 20% de los cistoadenomas apendiculares benignos se asocian con cáncer colorrectal7,8.