Se nos ha ido José Miguel, compañero del alma, en Londres, ejerciendo de abuelo. Es muy difícil plasmar en unas letras todo el dolor que nos embarga. Se nos ha ido antes de tiempo, cuando teníamos muchos proyectos para disfrutar de la vida, después de tantos años de trabajo. Grandísimo cirujano se formó en la Clínica Universitaria, trabajó en el Hospital de Estella, y un inolvidable día de 1991 fue nombrado Jefe de Cirugía del Hospital de Navarra en concurso de méritos. A él se debe el extraordinario desarrollo del servicio de cirugía del hospital a lo largo de estos años y la promoción de tantos cirujanos que pasaron por allí. Potenció y participó en cuantas actividades científicas y docentes hubo. Trajo la Reunión Anual de la Asociación Española de Cirujanos a Pamplona, fue vicepresidente de dicha asociación, y posteriormente secretario general del Sindicato Médico de Navarra. Siempre recto, sin aspavientos, no claudicó ante nadie y siempre dijo las verdades como puños que su alma aragonesa le pedía.
Lo conocí hace 30 años y desde entonces su presencia, a veces física, pero siempre espiritual, me acompañó en todos mis actos. Persona inteligentísima, lector empedernido, enamorado del arte y de la música, siempre fue un placer conversar con él. He disfrutado a su lado de grandes momentos, no solo científicos. Viajes a todo el mundo, semanas de esquí, jornadas de monte y de pesca, viajes por España a explorar el románico, jornadas del Camino de Santiago… Gastrónomo y gran cocinero, siempre presto a invitar en su casa. Nos deja un imborrable recuerdo y un hueco imposible de llenar. Amigo, amigo inquebrantable siempre.
Y, al margen de su actividad profesional, marido y padre extraordinario. Mi cariño infinito para Carmen, sus hijos Beatriz, Miguel e Ignacio y toda su magnífica familia, con la que hemos compartido tantos momentos inolvidables.
Estarás siempre con nosotros.
Descansa en paz.