Querida familia, no queríamos que finalizara este mes de agosto, que todos recordaremos con mucha tristeza, sin enviar unas palabras de ánimo y un cariñoso recuerdo a la familia del que ha sido nuestro jefe, guía y maestro. Quisiéramos que sirvieran de sentido homenaje, destinado también a sus otras grandes familias: el Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Virgen de la Victoria, la Universidad de Málaga y la Sociedad Española de Arteriosclerosis.
Los que hemos tenido la fortuna de compartir con él tanto tiempo reconocemos y agradecemos llevar una profunda e imborrable huella de un ser especial, que ha conducido su Servicio, sus asignaturas y su grupo de investigación, con inteligencia, elegancia y el mejor de los criterios; también con gran dedicación y generosidad (siempre tenía un hueco para los que buscábamos su opinión, ayuda y, en los malos momentos, consuelo y ánimo). En su fino sentido del humor («no hay que hacerse sangre», «prohibido flagelarse», «hemos tenido días mejores», «hay que seguir dando pedales», «la investigación se cocina a fuego lento») y su buen criterio, encontrábamos siempre una respuesta adecuada y alentadora.
Los pacientes y los que aprendimos viviendo, y leyendo, sus historias, tuvimos la suerte de encontrar a un gran clínico, que demostraba siempre su interés por resolver el problema planteado y por elevar el nivel del Servicio, con su estímulo constante para la mejora, indisociable de la investigación. Siempre recordaremos cómo apoyaba muchos de sus diagnósticos y decisiones de tratamiento, con precisas referencias bibliográficas; y su impulso para la publicación de resultados. Conocer la opinión y las dificultades que encontraban sus pacientes le llevó también a interesarse, y a interesarnos, por las enfermedades raras, así como a contactar y promocionar diversas asociaciones de pacientes. Recibimos continuas muestras de agradecimiento por su interés, que materializó, con gran esfuerzo personal, en diversos proyectos y ensayos; y atendiendo con generosidad sus demandas.
Hemos sido testigos también de un gran docente, el profesor Valdivielso, una institución en nuestra facultad de Medicina; al que sus alumnos paraban para saludar y fotografiarse con él cuando paseaba con su familia por la calle de Larios. No resultaba extraño, pues, sus clases, que impartía con gran rigor y capacidad de síntesis, se veían amenizadas con contenidos que buscaban contribuir a la formación integral de los alumnos. En el campus virtual de la asignatura de Patología General podemos encontrar, junto a los archivos de sus clases, enlaces a muy diversas materias: un vídeo de un destacado alumno que cursó la especialidad en otro país y a obras maestras de la música («Verdi. Rigoleto: Si quieren introducirse en el mundo de la ópera, nada como esta obra de Verdi, Rigoletto, no tiene desperdicio. Hay miles de versiones en internet, pero he escogido esta por su reparto, con Kraus a la cabeza. Póngansela de fondo y disfruten. PVF»). De este modo, introducía obras de Beethoven, Mahler o Haendel; sin que faltase el Gaudeamus igitur: en versión universal y por rumbas.
Como investigador responsable del grupo IBIMA A-09, pudimos apreciar su capacidad para formular preguntas originales y relevantes, fruto de una curiosidad y sagacidad extraordinarias; también de integrar voluntades en torno a muy diversos proyectos, buscando, al mismo tiempo, desarrollar el potencial de cada uno de sus colaboradores. Animaba, con su ejemplo de trabajador incansable, en una tarea siempre ardua, ingrata en muchas ocasiones, pero recompensada con la enorme satisfacción por el hallazgo original y su difusión. Para esta última tarea, era muy consciente de la relevancia de comunicar en lengua española los hallazgos en el campo de los lípidos y la arteriosclerosis; apoyando continuamente a la «revista de la SEA». Recordamos su alegría por los sucesivos logros de la revista y cómo, por su amplio conocimiento y memoria prodigiosa, trataba de encontrar un hueco, o una cita apropiada, en Clínica e Investigación en Arteriosclerosis.
Nos queda su ejemplo, como excelente jefe, clínico, docente e investigador; también como persona íntegra y buena, que nos animaba a continuar la labor y el legado del que fue también nuestro jefe y director de Dpto., el profesor Pedro González Santos. Y una senda bien orientada, que debemos contribuir entre todos a seguir desarrollando en su honor.
No queremos finalizar sin agradecer a todos los que nos han hecho llegar su sentido pesar por tan importante pérdida; así como las notas de recuerdo del presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis, el profesor Carlos Guijarro, y de nuestro amigo, el Dr. Ángel Brea, en un momento en el que ninguno de nosotros se encontraba en condiciones de expresar nuestro agradecimiento al profesor Pedro Valdivielso Felices con tan sentidas y bellas palabras.
Un abrazo fuerte.
María José Ariza Corbo, María José Benítez Toledo, Juan Luis Carrillo Linares, Inmaculada Coca Prieto, María Diaz Infante, Javier Espíldora Hernández, Natalia García Casares, José Rioja Villodres y Miguel Ángel Sánchez Chaparro.