A pesar de que existe una serie de factores de riesgo considerados como mayores y que explican más del 80% de la incidencia de la enfermedad cardiovascular (ECV), hay una importante proporción de la población en la que no se dispone de marcadores claros que permitan adoptar una intervención eficiente. Un nuevo enfoque de la arteriosclerosis sitúa a la inflamación crónica como uno de los factores que favorece el desarrollo de la ECV y, en consecuencia, los marcadores de inflamación han atraído la atención de multiples investigadores; entre ellos la concentración de la proteína C reactiva medida por métodos de alta sensibilidad (hs-PCR), ha proporcionado un cuerpo de evidencia suficiente como para que se recomiende su uso en los casos en que el pronóstico en función de los factores de riesgo mayores no está suficientemente bien definido. Incluso se está empezando a recomendar la redefinición del nivel de riesgo cardiovascular en los individuos en que se detecta una elevación mantenida de las concentraciones de esta proteína. Además de la PCR, existen otros marcadores de inflamación que quizás aporten nueva información en un futuro próximo, entre los que destacan la IL-18 y la fosfolipasa A2 unida a lipoproteínas (Lp-PLA2), si bien los métodos de que se dispone para su medición en la actualidad no pueden considerarse como de utilidad para la práctica clínica.
Although there is a series of risk factors which are considered major risk factors and explain more than 80% of the incidence of cardiovascular disease (CVD), there is a substantial proportion of the population without clear markers that would allow effective intervention strategies. A new focus in arteriosclerosis views chronic inflammation as one of the factors encouraging the development of CVD and consequently markers of inflammation have attracted the attention of multiple researchers; among these markers, C-reactive protein concentration measured by high sensitivity methods (hs-CRP) has provided a body of evidence that is sufficient to recommend its use in patients without a sufficiently well defined prognosis according to major risk factors. Redefinition of the level of cardiovascular risk is even beginning to be recommended in individuals with persistent elevation of CRP concentrations. In addition to CRP there are other markers of inflammation that may provide new information in the near future. Notable among these are interleukin (IL)-18 and phospholipase A2 together with lipoproteins (Lp-PLA2), although the methods currently available for their measurement cannot be considered useful in clinical practice